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"Después de esto, ya no podemos llamarnos amigos".

Yuuji piensa eso cada vez que los labios de Megumi se presionan sobre los suyos, hambrientos, pero a la vez, tan cálidos como si estuviese besando tiernamente un capullo de flor de cerezo.

Es raro pensar que hace tan solo dos semanas atrás, seguían llamándose "mejores amigos", escondiendo dentro del fondo de sus corazones lo que realmente sentían; intentando marchitar a la fuerza aquellos sentimientos cargados de romance que no podían existir por el simple hecho de ser "prohibidos".

"No está bien sentirse así".

"No puedes enamorarte de tu mejor amigo".

Bueno, quien dijo aquello definitivamente había hecho una excepción con un par de personas. No, mejor dicho, con tal vez unas millones de ellas; dentro de las cuales se encontraban él y Fushiguro.

Itadori recordaba la mayor parte del día la primera vez que se besó con el pelinegro, suspirando como un idiota, dejándose llevar por la burbuja de fantasía que lo invitaba a aventurarse en los ojos similares al jade, la sonrisa tímida y provocativa, los cabellos tan oscuros como el centro del Universo y el sabor a magia de sus labios. Aquella tarde estuvieron besándose hasta que el Sol se escondió por completo, dejando que sus manos exploraran rincones del otro que habían deseado tocar desde hace años. Sus labios quedaron hinchados y de un bonito color cereza de tantas veces que se rozaron; desde danzas suaves y pausadas, hasta enredos llenos de tropezones, mordidas, choques acelerados y desesperados, con sus respiraciones esfumándose de sus cuerpos acompañadas de una sensación de asfixia placentera.

No fue necesario volver a conversar lo que sucedió, Itadori se disculpó por su comportamiento infantil y no quiso excusarse, pero realmente se sintió mal y puso distancia por esos idiotas celos. En cambio, Megumi no lo juzgó, después de todo, él también había sido bastante estúpido y más aún después de dos años sin darse cuenta de que literalmente la baba le escurría por la boca cada vez que miraba a su mejor amigo con pinta de cachorro de tigre.

No habían conversado sobre qué clase de relación tenían ahora. Claramente no son simples mejores amigos; los mejores amigos no se comen a besos con impaciencia, no se aprietan la piel de las caderas esperando un contacto más profundo ni se miran por horas, hasta el punto de quedarse dormidos por la sola paz que les provocaban los bonitos ojos del otro.

Los mejores amigos no se tocan suavemente, no se llaman a mitad de la noche pidiéndole al otro su compañía por no poder dormir bien; no se comprometen con una cercanía peligrosa que no es correcta.

"Correcto", Itadori detesta pensar en aquello. ¿Quién carajos dice que no debería sentirse así? Bueno, nadie, pero por dentro cree que todo esto no está bien.

Okay, no le hace daño a nadie, besa cuando quiere y puede a Megumi, entrelaza sus dedos con una felicidad que, si su cuerpo no fuera lo suficientemente grande, no podría contener y le dedica palabras bonitas, mientras lo mira rodar los ojos por la sobrecarga de amor a la par que sus delgados mofletes se colorean rojos como las fresas.

Sin embargo, ¿qué pasará con ellos en un futuro, si las cosas no salen bien?

Ya no hay vuelta atrás, Yuuji sabe que no podrá volver a tenerlo como un amigo. Esa relación subió uno, dos, incluso, tres escalones más; hasta el punto de transformar el cariño de amistad en un cariño que iba más allá, asignado con la etiqueta de "amor romántico".

¿Y si por involucrarse como algo más no vuelven a tener la complicidad que los caracteriza?

Yuuji no podría perdonárselo, nunca en la vida.

❝Softly❞ 「ItaFushi」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora