17 | ¿Está mal hacer esto?

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17 | ¿Está mal hacer esto?

Ruggero.

La verdad es que tenía demasiado trabajo acumulando, sin embargo, estaba más centrado en jugar con el lápiz entre mis dedos en lugar de revisar todos los papeles que juntos formaban una pila enorme.

En mi cabeza la imagen de la noche de la fiesta se repetía una y otra vez mientras jugueteaba con el pedazo de madera entre mis dedos. Cerré los ojos un momento y al instante la imagen parecía cobrar vida. Me vi junto a Karol, mientras me aventuraba a besarla, mientras su boca me dejaba invadirla y mientras saboreaba sus boca con desenfreno. La imagen parecía ser demasiado real como para seguir recordándola. Tenía que admitir que no habíamos sido una de las mejores amistades al inicio de todo y que pensé que sería mucho más difícil poder llegar a convivir en paz sin matarnos. El tiempo no pareció darme la razón después de todo, porque con el avanzar de los días me estaba viendo a mi mismo cayendo por un solo beso.

Y era extraño, porque pese a que ella siempre había sido muy borde desde que nos conocimos no podía cambiar la forma en la que comenzaba a verla. Me preguntaba que pensaba ella respecto a eso ahora mismo, aunque no pude imaginarlo demasiado porque al instante la puerta se abrió dejando ver a mi padre con su rostro serio.

Dudaba que algún día ese gesto cambiaría. Cuando estuvo dentro de la oficina me planteé una nota mental.

«Cerrar siempre la puerta con seguro.»

—¿Ocupado? —preguntó arqueando una ceja.

Fingí retomar el trabajo y dejé de verlo a él para centrarme en las hojas de papel.

—Bastante —mentí—. ¿A qué viene tu visita?

—¿No puedo visitar a mi hijo?

Podía esperar cualquier cosa, una bomba atómica, el fin del mundo, una avalancha en medio del desierto, pero nunca que me visitaría por su propio deseo.

—No es algo que hagas muy habitual —le dije—. No nos engañemos.

—Veo que hoy estás de mal humor. Solo quería decirte que tu madre quedó muy satisfecha con todo lo que hiciste por ella. La fiesta fue de su agrado.

—Me alegra eso.

—Supongo que no fue tan mala idea que llevarás a esa gente como parte del personal en la fiesta. La comida también es parte de sus halagos aunque creo que pudo ser mejor.

—Si lo dices por la madre de Karol, créeme, tiene muy buena fama en toda la ciudad. Si hay algo que sé, es que no vas a negar su talento.

—Claro —murmuró sentándose frente a mi, en una de las sillas vacías—.  Y tampoco vamos a negar que el ser la mamá de esa chica no le dio preferencia por encima de otros.

Sabía hacia donde quería ir. Estaba acusándome directamente de contratar a Carolina solo por ser la mamá de Karol. Mi intención había sido otra, pero la misma desde un inicio cuando lo propuse. Lograr que la familia de Karol y la mía convivan sanamente, aunque fracasara en el intento.

—Si solo viniste aquí a decir eso, ya cumpliste tu parte.

—¿No te gusta oír la verdad?

—Lo que digo es que si sigues aquí no puedo concentrarme.

Aunque igual no estaba muy concentrado.

—Claro —soltó con burla y se puse de pie—. Deberías saber que el padre de Valentina ha llegado hace poco y que últimamente no somos de su agrado.

Ese tema estaba cerrado para mí. Valentina le dijo a su padre ayer por la noche sobre nuestra ruptura y yo estaba satisfecho. El vínculo estaba roto.

—¿Lo dices por la ruptura con Valentina? —pregunté fingiendo no saber.

La jugada del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora