15 | Lo hago por ti

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15 | Lo hago por ti

Karol.

Estaba obligada a volver a al rutina. Un día después de lo ocurrido en la discoteca me encontraba a mi misma acomodando cajas y montones de vestidos en mostradores listos para clientas malhumoradas.

—Karol, alguien te busca.

Brittny aparece de la nada justo a un lado mío, lo que provoca que suelte la caja de zapato que llevo en las manos.

—¿No puedes atenderlo tu? —reproché recogiendo la caja—. Estoy ocupada.

—Te busca específicamente a ti.

—¿Por qué?

—No lo sé. Dice que tiene buenas referencias tuyas.

Tenía pocas ganas de ver a nadie pero no podía darme el lujo de negarme y perder un trabajo.

—Ya voy —murmuré de mala gana.

Dejé la caja en sus manos y salí luego de que me explicara en donde estaba el famoso cliente. Cuando apenas me estaba acercando supe de quien se trataba y maldije.

¿Qué es lo que quería?

—¿Qué haces aquí? —cuestioné al llegar a él.

Al principio pareció un poco desprevenido, después se recompuso. Como siempre.

—Buenos días —saludó divertido—. ¿Así es el trato a tus clientes? Podría quejarme.

—El libro de reclamaciones no existe para ti en este lugar.

—No existe al igual que tu amabilidad.

Fruncí el ceño.

—¿Has venido a molestar?

—Me gustaría que fuera eso —murmuró—, pero no. Estoy aquí porque aspiraba a que pudieras ayudarme con un asunto.

Me interesé un poco más.

—¿Qué asunto?

—El cumpleaños de mi madre es este fin de semana —explicó—, y necesito conseguir un vestido elegante que regalarle. Se supone que podías ayudarme en eso. Por lo general Valentina es quien se encargaba pero por obvias razones no puedo pedirle eso a ella.

Me crucé de brazos.

—Y por eso recurres a mí.

Hizo un gesto despreocupado y casi lo golpeé.

—¿Puedes ayudarme o prefieres que deje mi queja?

Sabía perfectamente que me estaba molestando. Pese a eso no podía echarlo de la tienda, mucho menos cuando el jefe apareció justo en la entrada, supervisando todo.

—Sígueme —mascullé—. La sección de vestidos elegantes es la otra.

Mientras caminábamos tenía que averiguar más sobre lo que estaba buscando de lo contrario tardaríamos horas, y no era lo que quería.

—¿Cuál es la talla de tu madre? —pregunté.

—¿Es necesaria saberla?

Madre mía.

—La necesitas para saber que es lo que vas a llevar —expliqué con calma—. Si no lo sabes puedes llevar algo que la haga ver como una sardina en un vestido o, como una persona envuelta en un pedazo de tela.

—Vale. Es importante entonces.

—Si.

—Pues... no lo sé exactamente. Debe tener una talla más o menos parecida a la tuya. No es muy grande ni muy pequeña, así que calculo una talla más que tú.

La jugada del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora