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Matthew despertó en el momento en que Hanbin y Yujin partieron hacia la escuela. Sentía su cuerpo pesado, pero hizo todo lo posible para despegarse de las sábanas antes de dormir por más tiempo. Él estaba acostumbrado a levantarse temprano para llevar a los menores a la escuela, pero hoy que sus amigos se encargaron de ellos, durmió por más tiempo haciendo a su cuerpo cansar.

En silencio, fue hasta la habitación de Soojin para asegurarse de que todo estuviera en orden, ya que sabía que esa bebé podía estar despierta por horas mirando hacia el techo para luego llorar sin razón alguna.

Cuando llegó a su pequeña cuna, se topó con la imagen que esperaba ver: un diminuto cuerpo vestido en una pijama rosada chupando su propio pie. Si, era adorable, pero él era enemigo de la suciedad y la viscosidad, así que la levantó y se la llevó por el pasillo, cuando se detuvo de golpe.

─ ¿Oíste eso, Soojin? ─le preguntó a la menor mientras miraba hacia el techo.

No estaba loco, él había escuchado pequeños pasos sobre la madera, que al detenerse cesaron. Eran suaves, casi inaudibles, como si alguien caminara por el ático con cuidado o temor.

─ Pueden ser pájaros que se metieron por la ventana... ─murmuró sin estar completamente seguro.

Siguió su camino hasta bajar las escaleras y llegar a la cocina. Como no estaba nadie, se dispuso a desayunar junto a la bebé, friendo un par de huevos y robando un poco de leche en polvo de la menor. Entonces notó tres tazas vacías sobre la mesa, indignándose porque nadie le dejó una; ni siquiera fue invitado.

Toda la mañana transcurrió en silencio. Soojin no lloró, solo balbuceaba mientras comía haciendo a Matthew reír. La bebé estuvo tan calmada que Matthew pudo ordenar la sala sin problema alguno. Fue tanto silencio que en el fondo sentía incomodidad; no le gustaba estar solo en un lugar tan grande, mucho menos cuando el eco de los balbuceos rebotaba entre las paredes.

Aunque su mayor incomodidad eran los golpes en el techo; golpes que se detenían por momentos para luego volver a oírse de un lado hacia el otro. Matthew estaba convencido de que se trataba de algún animal, quizás ratas o aves que entraron por la ventana, pero no iría a averiguarlo por su cuenta, no cuando sabía que la bebé se quedaría sola.

Ya había pasado el mediodía, escuchó el auto de Hao llegar, probablemente junto a Ricky, así que corrió hasta la puerta para recibirlos junto a la bebé que sacudía sus brazos ante el reconocible sonido. Ahí vió como Ricky bajaba del auto y miraba fijamente hacia la parte externa más alta de la casa con expresión extraña.

─ ¿Por qué Yujin está en el ático? ─preguntó el rubio al ingresar, pero Matthew se quedó congelado con solo escuchar esas palabras. Yujin no estaba en la casa.

─ Yujin aún... ─pero antes de que pudiera terminar de hablar, el timbre que comenzó a sonar lo interrumpió, dejando pasar al pequeño junto a su hermano al abrir la puerta.

─ ¿Quieres ver mi dibujo? ─Yujin se acercó a su canadiense amigo extendiendo una hoja de papel en sus manos. Matthew la tomó y pudo ver que era un dibujo de lo que parecía ser la familia del menor. Sonrió al ver que Yujin lo consideraba parte de su familia, terminando por sacudirle sus cabellos.

Hanbin se lanzó al sofá agotado, dejando caer todas las cosas del niño al suelo. El camino hacia la escuela fue largo y cansado, y ahí recordó el motivo por el cual él no iba a recoger a su hermanito. Hao comenzó a reír al verlo de esa forma, sin duda sabía que el muchacho no iría a trabajar en ese día.

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐇𝐎𝐌𝐄 𖧵 𝐙𝐁𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora