MILES MORALES

406 49 14
                                    

Buenas tardes, señora Morales—esbocé una sonrisa en cuanto la madre de Miles abrió la puerta.

—¡_______! Cuánto tiempo, adelante por favor.

Con permiso—pasé al salón.

Miles está en su cuarto, puedes pasar.

Asentí con energía, agradeciendo antes de dirigirme a la habitación de mi mejor amigo. Toqué la puerta y, después de escuchar un "adelante", entré. Estaba sentado dibujando en su escritorio.

—¡Miles!—corrí hacia él para abrazarle por detrás.

—¡________!—sentí su cuerpo tensarse.

—¿Qué estás...? Oh—di una mirada rápida a las páginas de su cuaderno—. ¿Soy yo?

—¡No!—hizo rodar la silla para esconder el cuaderno y mirarme de frente—. ¿Sí? Tal... Tal vez—babuceó.

—¿Por qué te avergüenzas?—reí bajito—. No es como si fuera la primera vez que lo haces—le eché a un lado para mirar los dibujos con más detenimiento—. Me gusta, me dibujas muy bonita.

—Eres así.

—Bueno—me encogí de hombros.

Cada uno de los dibujos tenía, como mínimo, un corazoncito que lo acompañaba. Era extraño, no por el hecho de los corazones, sino porque Miles trató de ocultarlo.

Mis dudas se resolvieron con el silencio que hubo después de compartir una mirada desde su cuaderno hasta él.

—¿Esto...?

—No es lo que piensas, de verdad—pasó las manos por su cara, dejándose caer sobre el respaldo de la silla y bufando con frustración—. Sí, sí lo es.

—Vaya—reí nerviosa.

No creí que esta situación se diera de esta manera, pero ya que estábamos, debía hacerlo.

—¡Antes de que digas nada!—levantó las manos al ver que iba a hablar—. Sólo déjalo como está, ¿sí? Mira, nuestra amistad es lo más bonito que me ha pasado—volvió a rodar la silla para acercarse y tomar mis manos con delicadeza—. No rompamos nuestra hermosa amistad por mis tontos sentimientos, ¿ok?

—¿Cómo que tontos, Miles?—pregunté algo molesta—. ¡Pero si estoy más que feliz de que te guste!

—¿De verdad?—apretó mis manos.

—¡Por supuesto! Tú también me gustas...—aparté la mirada. Eso se había sentido más vergonzoso de lo que creía y mis mejillas se sonrojaron—. Mucho.

—¿¡De verdad!?—inclinó su cuerpo todavía más hacia mí.

—Sí, Miles.

Me atreví a mirarle, y me arrepentí en ese mismo momento. Sus ojitos llenos de emoción me contemplaban con tanto sentimiento que me creía capaz de morir de ternura.

—Deja de mirarme así—bajé la mirada sin poder evitar sonreír.

—Te quiero. ¡Oh, por fin puedo decirlo!

—¡Miles!—grité al sentir sus manos tirar de mí, sentándome sobre él y casi haciéndonos caer a ambos de la silla con su abrazo.

—¡Te quiero, te quiero, te quiero!—comenzó a darme besitos por toda la cara.

No pasaron ni dos segundos cuando se detuvo, echándose atrás sobresaltado para mirarme con arrepentimiento.

—¡L-lo siento!—apartó sus manos de mis caderas, sujetándome anteriormente para que no cayera—. Me he precipitado... Es que-

—No te disculpes—pasé mis brazos por su cuello acercando nuestras caras, viendo lo nervioso que se ponía—. Yo también te quiero, Miles. Eres tan lindo, me encanta que me des besitos, sigue por favor.

Reí al verle completamente avergonzado sin saber qué hacer.

—Miles, hijo...

Nos apartamos tan rápido como escuchamos la voz de Jeff, pero lo más seguro es que algo alcanzó a ver, porque su rostro lo decía todo.

—¡Papá! ¡Te he dicho mil veces que toques la puerta!

—Parece que ha llegado el día—cerró la puerta detrás de él entrando a la habitación—. Hijo, siéntate. _______,—me tensé al escuchar su voz autoritaria— tú también. Pero no encima de mi hijo.

Miles se dio una bofetada en la cara.

—Sí, señor—tomé asiento en la cama.

—A ver, dime, ¿qué sabes sobre educación sexual?

—¡Papá!

—Pues no mucho... Por más que tome anticonceptivos, es necesario usar preservativos para evitar cualquier transmisión sexual—traté de hacer memoria al encontrarme nerviosa por el interrogatorio—. La pareja debe conocer muy bien las necesidades del otro, es importante. Tener el consentimiento del otro. Y... No sé mucho más.

Vi a Jeff mirar a Miles de reojo, levantando una ceja. Parecía estar juzgándole con una cara de "aprende, chaval".

—Miles, no he tenido tiempo suficiente para prepararte para esto—se arrodilló frente a él—. Pero debes saber lo que implica hacer lo que estabais a punto de hacer.

—Ya basta, por favor....

—¡Señor Morales, no es lo que parece! Miles se me confesó, nada más.

—¿Él?—me miró entre que no se lo creía y confundido—. Pensé que serías tú.

—Solo estábamos... Compartiendo un pequeño momento.

—En ese caso...—se reincorporó—. Miles—puso la mano sobre su hombro—. Sabes cómo hay que tratar a una mujer, confío en tí, hijo.

La cara de Miles era indescriptible. No entendía nada de lo que estaba pasando, aunque parecía estar acostumbrado a este tipo de comportamientos por parte de su padre. Una vez que Jeff abandonó la habitación, no era capaz de mirarme a la cara, estaba cubriendo su rostro con sus manos, seguramente apenado por la situación.

—Bueno, eso ha sido...

—No digas nada, por favor—suspiró.

—Vale—reí—. Ven aquí.

Extendí mis brazos y, cual bebé, Miles se levantó, ahora quedando él sobre mí para engancharse como un koala.

—Yo también te quiero, Miles.

[] SPIDER-VERSE [] ONE-SHOTS []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora