Prólogo

696 47 4
                                    

Incluso el fuerte sonido de la radio que resonaba en todo el auto no era suficiente para callar los gritos de su frágil corazón. Las gotas calientes de sus lágrimas acariciando bruscamente sus mejillas, en el exterior caía una pequeña llovizna.

Acelerando más en cada segundo que pasaba, la carretera se le hacía eterna, solo estando él en ella.

De la ira y tristeza contenida, sus colmillos salieron y rompiendo sus labios hasta sangrar. Su lado más salvaje estaba a flote, el Alfa en él estaba tomando el control, dominado por sus emociones.

Lo extrañaba, lo extrañaba, lo extrañaba.

Sentía que su vida se iba entre sus manos como arena. Perdiendo más de lo que tenía, amando más de lo que podía y extrañando más de lo que debía. Perdiéndose así mismo, ganando únicamente más dolor a su ser.

Su mente era un mar de recuerdos dolorosos, un mar donde él se ahogaba de aflicción queriendo buscar esa perla de esperanza. El alcohol en su sistema no lo dejaba pensar en más nada que no sea ese amor que se evaporó de un momento a otro.

A pesar de haber pasado ya más de un año, casi dos, no aceptaba que su historia había terminado.

Deseando morir, como si cielo hubiese escuchado su voz, perdió el control del auto.

Su deseo se estaba cumpliendo, las comisuras de sus labios se expandieron en felicidad... Sin embargo, nunca espero que una persona apareciera en medio de su acto suicidad.

Soy más que mis cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora