Parte 7

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Freen.

Han pasado algunos días desde la última vez que creí ver a Rebecca, por suerte no ha vuelto a ocurrir.

Fue tanta mi desesperación que busqué en internet al respecto, ahí leí diferentes cosas, pero lo que captó mi atención fue un artículo que mencionaba que en ocasiones nuestro cerebro nos engaña o detecta estímulos que son algo diferente a lo que nos hace creer. En resumen, muchas veces nuestro cerebro interpreta escasa información con estímulos que son similares o conocidos por nosotros. Lo anterior tiene un efecto más potente cuando el componente emocional está en el medio, lo cual tiene sentido en mi situación, no paro de pensar en Rebecca, no dejo de extrañarla, tanto que mi cerebro comenzó a interpretar cualquier estímulo parecido como si se tratara de ella. Así que no, no fue Rebecca la chica que vi entre la multitud ni la que estaba parada en la vereda, posiblemente fue alguien con rasgos similares o con cabello de su mismo color y yo lo interpreté como si fuera ella. Tiene sentido.

Una parte de mí sintió alivio, pero la otra, la parte que realmente añora tenerla de vuelta, se sintió decepcionada. Patético.

Al final, tampoco fui a la cena en casa de Looknam, puse como excusa que junto a mis padres nos iríamos de viaje por unos días. Obviamente, no fue así, me pasé el fin de semana encerrada en mi habitación.

Esta noche, por otra parte, me encuentro en un club. Vengo posponiendo salidas con compañeros de clase durante semanas y hoy simplemente no pude seguir evitándolo. En parte acepté salir porque estar tanto tiempo encerrada en casa no me hace bien, estimo que si sigo a este ritmo para final de año me habré vuelto una ermitaña, y de las locas.

El lugar en el que estamos está bastante lleno. El ruido, las luces y la atmosfera me hacen sentir un poco asfixiada, aun así, finjo que todo está increíble y acepto los tragos que me ofrecen mis acompañantes. Bebo trago tras trago hasta el punto de olvidar por completo la sensación asfixiante de un principio.

Después de un tiempo alguien me sacó a bailar y por ese breve instante el ruido y el malestar que he sentido desde hace meses se vuelve totalmente nulo. Me muevo al ritmo de la música y me dejo llevar por la sensación de tranquilidad. Ahí, en medio de tantas personas, las luces y el olor pesado noto como si fuera menos difícil existir sin ella.

En algún punto alguien se posicionó en mi espalda, me percato de cómo sus manos se deslizan lentamente por mis brazos hasta alcanzar mis muñecas poniendo una leve presión sobre ellas. No hago nada para apartar a la persona tras de mí, porque por alguna razón su tacto se siente reconfortante, conocido. Duramos un par de minutos en esta posición, simplemente meciéndonos al ritmo de la música, es así hasta que siento como su aliento fresco impacta contra mi cuello, cerca de mi oreja. Solo me basta con escuchar esa maldita palabra al final de la oración para que el momento de tranquilidad y plenitud sea remplazado por el pánico y la esperanza.

—Hola, dog.

Becky.

Voy a darme la vuelta cuando el suave agarre en mis muñecas es remplazado por el poderoso y doloroso que conozco tan bien.

—Ni te atrevas a darte la vuela —me advierte.

Quiero desobedecer, tengo la necesidad inquietante de voltear y comprobar que sea ella, que realmente sea Rebecca y no solo otro de los engaños que crea mi mente.

—¿Eres tú? —giro mi cabeza hacia el lado, obteniendo algo de contacto con su cara, teniendo el mínimo de cercanía que deseo, que he añorado por meses.

—¿Quién piensas que soy? —pregunta la voz.

—... Becky —el diminutivo de su nombre se escapa de entre mis labios, mismo que jamás he dicho en voz alta, porque para mí no es Becky, sino Rebecca. Jamás llegamos a ser tan cercanas como para llamarla de una forma diferente, pero llevo pensando y susurrando su nombre por tantos meses que parece correcto llamarla "Becky".

My Bully | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora