𝐁𝐀𝐋𝐀 𝐍𝐎. 𝟒

376 36 18
                                    

Ahora es el momento demuestre que es violento

Que si le vale verga y que trae un armamento

Que su gente lo respalda pa' las drogas y las armas

Y que aparte trae un buen adiestramiento

—Si te vienen a contar, Cartel de Santa

Le acomodó la ropa a Junior por encima, quería saber si se miraba bien. Si bien no quería nada para sí mismo, no tenía ningún problema con elegir ropa para sus hijos. Si Miguel iba a pagar, él no se lo iba a impedir, era ropa para ellos.

Esta vez, no había sido König ni Simon quienes les habían seguido, en realidad le sorprendía que Miguel los hubiera dejado estar a solas en el centro comercial. Era extraño, y algo nuevo, dado los últimos días que habían tenido. Pero no lo cuestionó.

Se aseguró de llevarle al menos tres prendas y cambios a cada uno de los cachorros, con algo de pendiente, debe aclarar, pero como dijo, no desea que ellos pasen por ninguna dificultad en un momento dode ya era demasiado incluso para él.

—¡Papá, papá, mira!

Mayday llegaba con unos tenis en sus manos, y no tardó en ponerse de cuclillas para dejarlos caer, mostrándole las luces neón que se encendían desde la suela.

—Oh, qué bonito, cielo.

—¿Puedes comprarme unos? —le miró con sus preciosos ojos azules.

Peter alzó la ceja, negando suave.

—Elige otros.

—Pero yo quiero estos.

El mayor suspiró. Miguel estaba cerca, le estaba sosteniendo a Junior para probarle un poco de ropa, dejándolo elegir.

—¿Está bien si me das al niño? Creo que es todo.

Miguel negó suave.

—Ve con ella. Yo lo cuido.

Parpadeó confuso, pero no se quejó mucho cuando la niña terminó por jalarle, y él sólo dió un par de miradas atrás, algo inquieto pero optando por seguir a la niña.

No habían discutido desde el día anterior, aunque era un buen cambio, lo ponía nervioso, porque no sabe en qué momento pudiera volver a decir algo. Pero no lo hace, no esta vez.

El hombre es amable, le ha abierto tantas puertas puede, no abandona a Junior, en realidad se la pasa tratando de hacerlo reír muy a su manera. No le hace caras, pero le rasca suavemente el cuello, lo que provoca pequeñas quejas y sonrisas en el infante. Decidió evitar ver qué cara ponía Miguel respecto a eso.

Llevan un par de tiendas, de las cuales se asegura de solamente agarrar lo necesario. Una pequeña blusita para May, unos pantalones, un vestido, y varias ropas interiores que ella misma ha elegido; trenes y aviones, de la sección masculina de infantes.

—¿No son esos de niño?

—Déjala elegir lo que desee, tampoco es que afecte realmente en algo. Mientras le queden y le gusten. —se había alzado de hombros el padre.

El narcotraficante no dijo nada, ni cuando Mayday paseaba por ahí con algún juguete que hubiera encontrado, que por cierto, O'Hara terminó comprando un par, más para Junior, que para la pequeña pelirroja, en realidad. El padre lo había notado, que aunque May no, el hombre hacía una distinción marcada entre Jr y ella... entiende el por qué, pero no puede evitar una pequeña llama paterna que se le ha encendido en la nuca desde entonces.

Shooting your heart | PARKHARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora