𝐁𝐀𝐋𝐀 𝐍𝐎. 𝟓

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¿Que cómo te lo tengo que decir?

Se ha entera'o to' el mundo que me tienes loco

Esto no es vivir (que no, que no)

Ni una escalera para poder alcanzarte

Ni una pistola para poder gobernarte

Ni una escalera para poder alcanzarte

Ni una pistola para poder gobernarte

Que no me quieres querer (ni una)

—Ingobernable, C. Tanganá.

No puede decir que se siente particularmente emocionado, pero tampoco está enteramente de malas, para él no hay un por qué sentirse de buenas cuando se trata de que dentro de nada, será el centro de atención de gente que no desea.

Al final, Miguel tenía razón, el hombre siempre obtiene lo que desea, así que si quiere a Peter en aquella fiesta nocturna, tendría a Peter ahí.

De todas formas, no se queja, sólo se aferra al brazo del Alfa a su lado, que se asegura de estar firme para él, en caso de necesitarlo. El moreno sabe que el mayor no le pedirá nada, así que desprende con cautela su olor, dejándole saber que está ahí.

—Si sabes que nos estarán viendo a los dos, ¿cierto? —sonríe Miguel.

Por supuesto que lo sabe, en primera viene con él, en segunda es una persona que en cuanto se den cuenta de que no pertenece ahí todos los ojos se van a posar en su persona.

Estuvieron formados al menos un par de minutos, aunque el castaño no paraba de asombrarse incluso en aquella situación, pues para Peter aquello era completamente nuevo nunca había estado ni siquiera por su trabajo, en un lugar como ese.

Cuando era más joven podía llegar a tener ciertos trabajos y moverse dentro de círculos donde pudieran invitarlo a fiestas de esa índole. De eso ya hace tiempo.

Miguel podía ver los nervios del mayor, pero sobre todo podía olerlo. Y si él podía percatarse de eso, quiere decir que es probable que alguien más también ya lo haya hecho. Eso solo provocaría que la atención indeseada solamente se posara con más fuerza en ambos. Tendría el efecto contrario a lo que el castaño quería.

—Parker... —murmuró, acomodando su mano sobre la del mayor para que le mirase. No funcionó. El de tez clara parecía un pequeño can buscando algo, demasiado ansioso para ponerle atención a su dueño. Así que le tomó del mentón para que le mirara, aquello funcionó a la perfección. —Estaremos bien, ¿Sí? Deja que me ocupe de todo.

Le dió un beso lento, degustando mientras sentía el cuerpo más pequeño relajarse. Su pecho se infló, orgulloso por haber logrado hacerle sentir mejor, y tuvieron que romper el contacto cuando pasaron.

Por su parte, el mayor se sentía muchísimo más relajado una vez que le miró a los ojos y, es que el moreno parecía tan seguro de sí mismo, de que todo iba a salir bien, que ni siquiera dudó más. Le tomó unos instantes decidir que tenía razón, así que dejó todas sus preocupaciones en manos del traficante, mientras los hacían pasar al interior del lugar.

Cuando prestó atención, la única manera en la que podría describirlo es el color oro.

Las paredes eran de un color crema mientras el suelo estaba tapizado en rojo vino. Había mesas largas para poder estar de pie en las cuales había gente que estaba recargada o tan simplemente comiendo alrededor de ella platicando entre sí, el ex reportero está seguro de que muchas de esas conversaciones seguro que eran peligrosas y que tendrían información que muchos reporteros quisieran.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2023 ⏰

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