Veía a el pequeño bebé moverse, delicadamente, entre sus brazos, le asombraba lo frágil que podían llegar a verse.La pequeña criatura tomó con su mano uno de sus dedos, los cuales eran protegidos por un guante de látex, no pudo evitar sonreír por debajo del cubrebocas que llevaba puesto.
El pequeño apretaba su dedo con "fuerza" y se removía contra su pecho, buscando algo que claramente no encontraría. Sergio soltó una pequeña risa, para después regresar a el bebé a el cunero de donde lo había tomado.
[...]
- ¿Ya te vas, Checo? - preguntó Carola, la enfermera encargada de los cuneros y quien le había dado permiso para entrar y cargar a los recién nacidos.
Carola era una compañera de trabajo, no sabía si la podía llamar amiga, pues no sabía si la chica lo veía como un amigo, pero solían hablar mucho, puesto que Sergio solía ir mucho a el ala de maternidad, para ver a los pequeños recién nacidos.
Recuerda la forma en que se conocieron.
Fue un día "tranquilo", lo más tranquilo que se pudiera en un hospital, cuando el pecoso veía por detrás de el cristal, como ya era costumbre, a los bebés que descansaban sobre los cuneros. Entonces la castaña, la cual hasta ese momento solo se había limitado a saludarlo, le invitó a pasar a los cuneros, para que pudiera tomar en brazos a algún bebé.
Al principio Checo se mostró indeciso, a pesar de que se moría de ganas de cargar a uno, al final terminó aceptando. Después de ese día, se volvió muy común ver a el mexicano en el ala de maternidad.
También recuerda el momento incómodo que pasaron, pues en una ocasión la joven le dijo que sería un excelente padre y le preguntó sobre sus planes para tener hijos. Inmediatamente él tomó una postura incómoda, pues la chica realmente no conocía su preferencia sexual y nadie en ese lugar sabía que estaba casado, a excepción de el imbécil de Nico, con el prestigioso neurocirujano Hamilton, el cual aborrecía la idea de tener hijos.
Solo recuerda la forma en la que casi salió corriendo de ahí, no volvió a aparecer por el ala de maternidad durante algunas semanas y cuando lo hizo se sintió aliviado de que nadie volviera a tocar ese tema.
- Sí. Hoy salgo temprano - respondió Sergio, al terminar de quitarse el equipo de protección que le había otorgado la joven - Y de nuevo te agradezco que me permitas ver a los bebés de cerca.
La chica sonrió.
- No tienes nada que agradecer, cuando quieras puedes venir.
- Gracias, son tan lindos y pequeños.
- Lo son, aunque también son llorones e inquietos.
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Entre la espada y la pared; Chestappen
FanfictionEstoy entre la espada y la pared, él es la espada y tú eres la pared.