Capítulo uno

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- ¡Tengamos un bebé!

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- ¡Tengamos un bebé!

El mayor suspiró al escuchar las palabras de su marido, no quería tener esta conversación otra vez.

- Checo, ya hemos hablado sobre esto. Por favor, no quiero tener esta discusión.

- Pero, Lewis... Yo quiero.

Hamilton se acercó de forma lenta al mexicano, como si de un animal asustado se tratase.

- No, Sergio, no. No se trata de lo tú quieras - acarició los brazos del menor - Se trata de lo que es mejor para los dos.

Checo hizo un puchero - No entiendo por qué no quieres formar una familia conmigo - sus ojos se llenaron de lágrimas.

- No es eso, amor. Además ya somos como una familia.

- No es lo mismo - habló molesto mientras se alejaba del otro - Mientras no haya niños, solo seremos un matrimonio, no una familia.

Hamilton volvió a suspirar; cansado.

- ¿Qué hay de Roscoe? Él es como nuestro hijo, tú eres la mamá y yo el papá - dijo mientras depositaba un pequeño beso en la mejilla de Pérez.

Este lo fulminó con la mirada - Roscoe no es un niño, no puede hablar, tampoco puede ir a la escuela, ni todo lo que hacen los niños.

- Entonces es mejor, ¿no te parece? Es tranquilo y no molesta - el británico sonrió.

Sergio caminó a pasos agigantados, para alejarse de su marido lo antes posible.

- ¡Olvídalo! ¡Es imposible contigo! - gritó mientras subía las escaleras, yendo a la habitación que comparte con su esposo, cerrando la puerta de esta con más fuerza de la necesaria, para demostrar su enojo.

[...]

Una vez en la habitación, se recostó en la cama, envolviendose con las sábanas en forma de ovillo.

Sintiendo que no podía retener más las lágrimas y el nudo en su garganta.

Tal vez era momento de dejar ir su estúpida ilusión de formar una familia con quien pensaba era el amor de su vida, "el hombre perfecto".

No entendía por qué Lewis decía amarlo tanto, pero no podía cumplir su mayor deseo, tener una familia.

O tal vez estaba siendo muy egoísta, pensando solo en su felicidad, en lo que él quería. Sin detenerse a pensar en lo que Lewis quiere.

[...]

Unas horas después, Hamilton entró al dormitorio. Sintió que su corazón se encogía al ver a Sergio completamente arropado. Pues este solía hacer eso cuando se sentía triste o vulnerable, como una forma de "protegerse".

Entre la espada y la pared; ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora