Diciembre era el mes más helado en Corea y, aún así, la época nevada se esmeraba en ser cada día más atractiva. Aquella mañana el frío se le filtraba por los huesos pero, no importaba. Llevaba una bufanda envuelta alrededor del cuello para protegerse del frío y el traje gris que siempre se ponía para la oficina.
Justo cuando el reloj dio las doce del mediodía, tomó sus cositas y subió hasta el área de descanso a comer junto a su amigo Seungcheol. Por primera vez desde lo ocurrido la noche anterior, se encontró contándole lo que había sucedido con el chico de la cafetería con una calmada sonrisa.
- ¿Y si lo invitas a salir en vez de asustarle cada que se encuentran? - preguntó su jefe de división, Seungcheol, en el descanso de almuerzo - El pobre chico debe estar preguntándose porqué tu repentina curiosidad.
Así estaba la cosa. A Mingyu le gustaba un poco - muchísimo- el barista de la sección rápida de la cafetería dónde desayunaba todos los días. Lamentablemente y para su mala suerte, justo el día que le preguntaría su nombre y tendría la reunión más importante de su vida, el dichoso joven embarró su camisa favorita de café moca. No tenía idea si era una señal del destino para que simplemente cerrara el pico en vez de confesarse pero, no podía evitarlo. El muchacho tenía una apariencia frívola, como un vampiro acabado de nacer o un inmortal que hubiese perdido toda gana en la vida. Sin embargo, justo ahí estaba su imperante atractivo. Él le había vito sonreír y era tan hermoso como cuando las rosas florecen en plena primavera aún rodeada del frío.
- No puedo simplemente acercarme y decirle "Hola soy Mingyu. ¿Quieres tener una cita conmigo?" - suspiró el moreno por enésima vez - Sería raro y demasiado de mi parte.
- Hombre, no le hablas y solo le miras como si fuera una pieza de arte - Seungcheol rodó los ojos - Háblale o te bajaré el rendimiento de este mes.
- ¡Eso es chantaje!
Mingyu dejó caer la cabeza en la mesa y suspiró. Desde su llegada a la empresa y su descubrimiento de aquella cafetería, sus días tenían algo más de color. Se bajaba del autobús y tardaba en caminar los quince minutos matutinos que le faltaban para pedir su desayuno favorito. Luego estaba otros veinte minutos analizando el proyecto que debiera discutir y pedía otro café para llevar. De ahí todo el santo día de un lado a otro sintiéndose perdido hasta que la hora de comer llegaba y se pedía una hamburguesa doble con patatas y un chai latte nocturno. Caminaba a su parada de autobús y justo llegaba a casa a alimentar a Zy, su cachorro golden retriever y luego de una ducha caliente caía en la cama como un tronco.
Era su rutina de todos los días
Los fines de semana hacía una pequeña compra y preparaba sus tuppers de almuerzo para recalentarlos en la oficina. Una vida rutinaria y medio aburrida en la que comenzaba a sentir el burnout. No había un solo día en el que se preguntara si no encontraría una pequeña razón para sonreír genuinamente hasta que, por pura casualidad en una tarde dónde el estrés laboral era demasiado, encontró aquella cafetería. Tal parecía como si le hubieran indicado un camino que felizmente siguió. Se sentía como visitar un lugar familiar y hogareño sencillamente decorado pero, que logró después de tanto tiempo calmarlo. Su mesa habitual era la de la ventana y, aunque pareciera un poco loco, el ser capaz de observar el mundo exterior por detrás del cristal le dio una perspectiva diferente de lo que podría sucederle si continuaba dedicándole todo su tiempo a vivir detrás de la pantalla de su escritorio.
Suspiró mirando su reloj y apartó el recuerdo terminando su almuerzo. Tomó su pase de entrada y subió con un café hasta que fuera la hora de salida. Su trabajo solía ser muy desgastante y llevar mucha concentración, sin embargo, por precaución puso la alarma a las 7 p.m para caminar con calma hacia la parada del bus. Encendió el monitor y colocándo el teléfono que usaba para comunicarse con los clientes potenciales a su lado derecho junto a la agenda negra que le había regalado Minseo por Navidades, un par de años atrás.
Tuvo nueve llamadas seguidas hasta que, su alarma sonó y el apagó el teléfono y el monitor. Recogió sus pertenencias organizándolas bien para que al día siguiente no encontrase todo regado y odiar al Mingyu futuro. Ajustó su maletín en el hombro y se despidió de varias personas de la agencia en su camino al ascensor.
Una media sonrisa se acentuó en su rostro normalmente rígido al recordar al joven de la cafetería cuyo nombre olvidó preguntar y su pequeña charla del día anterior. En su defensa, no quería parecer un acosador o algo así pero las palabras habían salido antes de que las pudiera pensar. Era adorable verlo sorprendido y confundido al notar con la naturalidad con la que le habló.
Y eso que Mingyu era el tímido de sus amigos.
Salió puntualmente a su hora hacia la parada del autobús. El cansancio del día comenzaba a pasarle factura y ya comenzaba a arrastrar los pies. Aunque le gustaba el invierno y la nieve, no era divertido si la disfrutabas solo al salir de trabajar. Los copos de nieve caían a su alrededor por lo que ajustó su bufanda negra y limitó su paso para disfrutar de la fría belleza de los copos de nieve adornando de blanco el mundo.
- ¡Sr. Kim! - una voz medio grave detuvó sus pasos abruptamente - ¡Por aquí!
Mingyu se giró con la sorpresa invadiendo su rostro y su corazón latió apresuradamente al notar que el fruto de su enamoramiento agitaba sus brazos desde la puerta de la cafetería en la que trabajaba llamando su atención. Mingyu se giró hacia él y aclaró su garganta calmando sus nervios. El joven de la cafetería solo le saludaba con la mano invitándole a entrar. Asintió hacia la señas y cruzó la calle retrocediendo unos pasos aún confundido.
Esa noche llevaba una camiseta de manga larga blanca bajo el delantal y un beanie color marrón. Su precioso rostro era adornado por gafas grises de pasta dura con las que nunca le había visto y su sonrisa, esa sonrisa que Mingyu adoraba ver cada mañana, era dirigida hacia él. Parecía un sueño del cual no quería despertar.
- Disculpe la inconveniencia, Sr. Kim - saludó el joven agarrándolo del brazo y entrando a la cafetería - Está nevando un poco fuerte afuera.
- Yo...eh... - sin palabras comprobó su reloj que quedaban menos de veinte minutos para que el único bus hacia su casa pasara - ¿El bus?
- Pasará una hora más tarde debido a la nieve. Le llamé porque bueno, si neva más fuerte estará en el medio de la tormenta y en la parada no hay lugar para refugiarse. - respondió el joven - ¿Desea un chocolate caliente?
- Claro -- respondió con dudas pero, entraron a la cafetería y el calor los envolvió.
Decir que se sentía extraño sería un eufemismo. ¿Habría entrado a otra galaxia dimensional y no lo había notado? Negó con la cabeza y tomó asiento en su mesa habitual alejando su abrigo y bufanda. Poco tiempo después, el joven regresó con dos tazas de chocolate y una bandeja con dos croissants del mismo sabor y tomó asiento frente a él luego de servirle.
- ¿Qué tal ha ido su día? - preguntó sonriendo mientras bebía su chocolate - Oh, Seungkwan se ha esmerado.
- No me has dicho tu nombre - declaró Mingyu con curiosidad - Me fue bastante bien hoy en realidad y se pone mucho mejor por lo que veo.
- Soy Wonwoo - sonrió el joven, ahora Wonwoo - Lamento haberlo molestado pero bueno, después de todo, cogemos el mismo bus.
Mingyu asintió e inevitablemente se enmascararon en una conversación amena mientras disfrutaban de sus bebidas. Era una divinidad el conversar con Wonwoo quién era menor que él por un año y, tenía pasiones muy similares a la suya. Intentó no inmiscuirse demasiado en su vida, solo le había invitado un chocolate por la nieve pero, Mingyu deseaba ganar la amistad del castaño de ojos gatunos y sonrisa angelical.
Caminaron juntos hacia la parada aún charlando y, Mingyu se percató que la manera relajada del joven era tal que, cuando llegó su turno de bajarse se encontró deseando que nevara más fuerte al día siguiente.
Edición: 8 de diciembre de 2024.

ESTÁS LEYENDO
Querencia II: Serendipia (Minwon) [Terminada]
Romance¡Historia Editada churris! Una serendipia es un hallazgo o descubrimiento de algo que no se buscaba. Fue cuando la nieve golpeó el cristal de su ventana que se dió cuenta de lo absurdo que era todo esto. Tenía apenas 26 años y no había cumplido ni...