- ¡Jeon Wonwoo!
El grito de Jeonghan lo volvió a la realidad y suspiró terminando de ordenar los suministros para el día siguiente. Su bolsillo vibró con un nuevo mensaje mas le fue arrebatado antes de que pudiera ver al causante de su ensimismamiento. Kim Mingyu le había besado la mejilla cinco días antes en su salida al concierto y, desde aquel hermoso y brillannte día, no lo había vuelto a ver. Físicamente, el moreno estaba atascado con una pila de papeles enorme y tenía exactamente quince días para entregarlas. Ni siquiera había podido tomar café o chocolate y eso porque llegaba tarde a casa y demasiado temprano a la empresa.
- ¿Qué te tiene tan triste? - preguntó Seungkwan al entrar en escena – Jeonghan, ordena el pantry y devuélvele a Wonu su móvil.
- Lleva media hora limpiando el mismo pedazo de mesa y mirando por la ventana, hyung – se quejó Jeonghan pero cumplió la orden – Ni responde coherente cuando le hablas. Es como si fuera un zombie.
El nombrado golpeó el trapo en la mesa y se dejó caer en la silla apoyando la frente en su mesa. Era extraño que se comportara así, si. Pero no podía evitar que su mente recrease la escena una y otra vez. ¿Y si hubiera girado la cabeza un poco mas? ¿Sería que Mingyu realmente estaba interesado en él o fue algo solamente del momento? Tantas preguntas relacionadas de las que no tendría una respuesta pronto. Seungkwan y Jeonghan tomaron asiento frente a él y esperaron pacientemente a que Wonwoo expresara sus preocupaciones.
- Mingyu me besó – un jadeo colectivo surgió y aclaró – en la mejilla antes de bajarse.
- ¿Invitaste a Mingyu a salir? - preguntaron al unísono – Detalles.
- Fue el concierto de Lee Mujin el sábado – comenzó a explicarse – Es uno de mis cantantes favoritos y mi hermana me mandó dos entradas porque no podía venir por el trabajo. Seungkwan estuvo ocupado con la cafetería y tú saliste con Jisoo hyung, así que lo invité porque somos amigos. Él aceptó y nos fuimos. Almorzamos y comimos juntos y disfrutamos de la música. ¿Pueden creer que se sabe las canciones? En fin que, cuando estabamos de regreso y antes de bajarse me besó en la mejilla.
- ¿Y?
- No lo he visto porque hasta el tope de trabajo y no he podido preguntarle porque me da miedo que haya sido algo del momento y este huyendo porque...
La campana del local sonó aunque el cartel indicaba que estaban cerrados. Los tres observaron con sorpresa como Mingyu entraba haciendo una referencia. Se veía cansado y las ojeras le sobresalían por el rostro. Wonwoo parpadeó sin poder creerlo y se levantó a saludarle con preocupación.
- ¿Mingyu? ¿Estás bien? - preguntó a lo que el moreno asintió - ¿Que esta mal?
- Quería verte – suspiró con una suave sonrisa – No tengo el mejor aspecto porque llevo varios días hasta el cuello pero, quería al menos volver a casa contigo hoy.
- ¿Has comido algo hoy? - el moreno negó a la pregunta – Voy a golpearte.
- Ni siquiera sé lo que es dormir en mi cama, Nonu. Tenme paciencia – se disculpó con una media sonrisa y notó como Wonwoo comenzaba poco a poco a tomar un color más rojo.
Wonwoo le hizo tomar asiento y buscó en una nevera un tupper con kimchi y algo de arroz. Agradecía que Seungkwan siempre tuviera suministros en la nevera y tomó uno para él también. Al salir, encontró que los dos mayores veían a un Mingyu que, aunque cansado, respondía sus preguntas con amabilidad.
- Hyung – preguntó a ambos con la mirada inquieta - ¿Comerán hoy?
- No no – Seungkwan empujó a Jeonghan y ambos se despidieron del moreno – Los dejaremos comer.
Wonwoo ocupó el asiento frente al moreno y le extendió el tupper y una bebida fresca. Comieron en silencio, con el sonido del reloj sonando de fondo y la familiaridad se manifestó otra vez. No sabía porqué pero, el moreno le hacía sentir una paz vibrante que le daba ganas de estar a su lado todo el tiempo. Le gustaba por supuesto, mucho antes de que decidiera llamarle aquella noche dónde la nieve le hizo lanzarse con preocupación.
Salieron después de comer y como cada día se dirigieron a casa. Wonwoo metió sus manos en los bolsillos y conversó con el moreno un poco hasta llegar. Sin embargo, Mingyu apoyó la cabeza en su hombro y se quedó completamente dormido. Una parada antes, Wonwoo le movió intentando despertarle pero fue una tarea imposible. Llegaron a su parada y él, con mucho esfuerzo logró medio despertarle y hacerle caminar hasta su departamento. El mayor agradeció al elevador porque el moreno pesaba una barbaridad. Logró llegar a su puerta y la abrió entrando al menor. Lo arrastró por todo el salón hasta el sofá y lo recostó ahí como pudo. Le sacó los zapatos y lo envolvió en un edredón extra que tenía, apoyó su cabeza en el cojín más cómodo que tenía. Fue una ardua tarea pero veinte minutos más tarde, Mingyu yacía plácidamente dormido en su sofá. Suspiró y se movió hasta el baño y tomó una ducha caliente. Se metió en su pijama más comodo y, para cuando finalmente notó que eran las doce de la madrugada, estaba listo para dormir.
La mañana siguiente llegó como una suave brisa y el delicioso aroma del café le hizo levantarse más rápido. Corrió hasta la sala y encontró todo perfectamente doblado en su sofá. En la mesa de la cocina, una taza de café humeante y una nota le esperaban con tranquilidad. Se acercó a ella y notó la hermosa caligrafía de Mingyu y un emoji de cara feliz al final. Hizo su camino al baño y luego de cambiarse de ropa, bebió su regalo y gimió de felicidad. El moreno no era barista pero aquel café sabía a hogar y a las gracias. Supuso que su plan sería estar en casa toda la tarde por lo que eligió un nuevo dorama y se pidió comida a domicilio, la suficiente para no tener que levantarse a cocinarse algo. Un fin de semana bien chill con el olor del perfume del moreno y la tranquilidad de que al menos había dormido un poco por primera vez en una semana. Le envió un mensaje agradeciendo el café y recordandole que debía alimentarse correctamente ese fin de semana y luego, lanzó el móvil lejos disfrutando de su tarde tranquila.
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Querencia II: Serendipia (Minwon) [Terminada]
Roman d'amourUna serendipia es un hallazgo o descubrimiento de algo que no se buscaba. Fue cuando la nieve golpeó el cristal de su ventana que se dió cuenta de lo absurdo que era todo esto. Tenía apenas 26 años y no había cumplido ni un solo de aquellos propósi...