III. Los Entrenamientos

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—¡Habéis estado increíbles! —gritó Ethan saltando de alegría aproximándose a ellos— ¡DI-VI-NOS!

—¡Solo se va a hablar de vosotros! —chilló Valentina llegando junto a Greco.

—Qué valientes —les felicitó su mentor. Greco hizo un escáner rápido al garaje del hotel en el que se encontraban, (parecía un hotel, cuando en realidad se encontraban en el Edificio de Entrenamiento) más de una vez se quedó mirando fijamente a algunos tributos. Volkov decidió quedarse con esas caras—. Mejor vamos arriba.

Valentina asintió despacio y, después de darles un fuerte abrazo a cada uno, los guió hasta el ascensor.

—Veréis —empezó diciendo—, cada distrito tiene su propia planta y, a ser del 12, tenéis la penthouse.

—¿¡La qué?! —Horacio abrió los ojos emocionado. Volkov no pudo evitar soltar una ligera risa ante la reacción de su compañero.

El ascensor tardó unos minutos en llegar arriba del todo. Sin embargo, al abrirse las puertas, fueron acogidos por una sala enorme. Los colores eran fríos, pero a pesar de ello no se comparaban a los que tenían en su hogar. La sala principal parecía estar compuesta por el salón y una cocina abierta.

—Seguidme —les animó Valentina. Volkov y Horacio no podían parar de mover la cabeza de un lado a otro, admirando cada detalle.

Había distintas personas de uniforme de pie en las esquinas. Volkov no sabía si serían una especie de criados o mayordomos para ellos. La sola idea le removió el estómago que, además, llevaba todo el día vacío por no comer nada.

—Vuestras habitaciones están por aquí. ¿Por qué no os aseáis antes de la cena?

Comida.

Ethan les ayudó a quitarse los trajes y a desmaquillarse.

Volkov devoró toda la comida que se sirvió en la mesa.

Cuando llegaron a las habitaciones, Horacio se apoyó en el marco de la puerta que llevaba al dormitorio de Volkov. Este lo miró expectante, curioso de que Horacio le impidiera el paso de esa manera, llamando su atención.

—¿Has estado ya en el tejado? —Volkov arqueó una ceja ante la pregunta. La verdad, no había tenido tiempo para explorar a fondo el penthouse. Tal vez Horacio aprovechara los minutos libres antes de ir todos al comedor.

—No.

—Vamos.

Horacio no se detuvo para saber si Volkov lo seguía. Perfectamente podía ignorarlo y meterse dentro de la cama que lo llamaba a gritos. Sin embargo, soltó aire por la nariz y siguió los pasos de Horacio.

Subieron las escaleras, y Volkov se encontró en una pequeña sala abovedada con una puerta que daba al exterior. La brisa nocturna era fría pero, de alguna manera inexplicable, Volkov no notaba que su cuerpo se enfriara. Era como si todo el lugar estuviera afectado por un dispositivo de calefacción.

Las vistas le robaron el aliento. Por mucho que odiaran al Capitolio por todo lo que representaba, no podían negar que las estructuras eran preciosas, y bajo la luz de la luna y las farolas... Volkov se acercó un poco más al borde. A pesar de la hora, las calles seguían siendo transitadas por algunas personas, los coches rugían bajo sus pies... La ciudad estaba viva.

—Le pregunté a Ethan por qué nos dejaban subir, si no les preocupaba que algún tributo saltara por el borde —dijo Horacio apoyándose en la barandilla a su lado.

—¿Y qué te respondió?

Horacio no contestó con palabras. Tomó su mano con cuidado y la estiró hacia delante. Volkov sintió un ligero chispazo que le empujó con fuerza.

Hunger Games [Volkacio AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora