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Jeon Jungkook
Antes de tener un casino, yo Jeon Jungkook, era un demonio de apostador, se los aseguro, acertaba con tanta facilidad que iba a tener un paraíso en la ciudad, un casino, con las únicas personas que te pueden confiar 62,000,000 de dólares.

Todo empezó muy bien.
En aquella época las Vegas eran el lugar perfecto para recibir miles de apostadores.

Yo era un apostador, siempre cuidandome las espaldas, con policías hostigando día y noche, pero aquí soy el señor Jeon y no solo estoy dentro de la ley, sino que tengo un casino.

Para los hombres como yo las Vegas limpian los pecados, hacen lo que la virgen hace por los católicos o los paralíticos. Y deja dinero, toneladas de dinero, a lo que doy gracias por las habitaciones con balcones, los viajes, el champagne, y las mujeres en la habitación.

Esas son las Vegas, nosotros somos los únicos que ganan, el dinero fluye de las mesas a nuestro banco.

Lo mejor de todo es que la oficina de administración no tenía idea de los millones de dólares que recibíamos, con contadores puestos estratégicamente por capos de la mafia, todos en la oficina mantenían la cabeza abajo, fingiendo que no pasaba nada.

Nicky Santorini, mi mano derecha, no por elección propia, sus hechos siempre demostraron cosas que otros no podían, un hombre de palabra al que le podías confiar la vida, ¿Y de dónde salió este hombre? Denme una respuesta porque lo único que sé es que es fruto de una familia amorosa, clase media, hijo único con todas las ganas de un hermano, que nunca se le concedió por problemas de esterilidad secundaria, tal vez es por eso que cuando nos conocimos de pequeños, se encariño tanto conmigo como yo con él, que me cosan la boca si lo admito en voz alta.

No soy un insensible, ni tengo problemas emocionales, ya no soy un adolescente inmaduro, pero las experiencias te dan a entender que no puedes dejar que el corazón se ponga encima de la mente, de la lógica, de la inteligencia, y en un mundo como el mío, ser sentimental es lo último en lo que debes pensar, no hay tiempo para eso, y tampoco es que lo necesite. El dinero es más que suficiente, el poder es más que suficiente.

                                   ☯︎︎

Cinco años en las Vegas son más que suficientes para tener conocimiento de lo que debes, Nicky, tenía contactos que eran de dudosa legalidad, amigos de amigos, y conocidos de conocidos.

No puedo decir que el casino fue un regalo de navidad, en el momento en que los mafiosos sin experiencia en mis habilidades necesitaron de alguien para dirigir el casino de la ciudad, no pude negarme, dudar, claro. Dudar es una cualidad.

Trámites, papeles, constancias, enemigos, puestos, sueldos,
administración, y el mantener una buena imagen entre otras cosas fueron las que me llevaron a donde estoy.

                                  ☯︎︎

Las Vegas
Nevada

23:00p.m.
Viernes, día lleno de turistas, gente dispuesta a perder su dinero, y jugar por diversión.

Me dirijo a la puerta que da acceso a las cámaras, el ojo del cielo que todo lo ve, desde políticos con sus esposas a un lado, turistas, prostitutas, y hombres disfrazados con barbas o bigotes falsos creyendo que pueden meterse bajo la mesa, se equivocan.

–Señor–James, me saluda con la cabeza, está aquí desde hace un año y les aseguro que no se le escapa ni una.

–Barnes–Le devuelvo el saludo y me acerco.–¿Cómo va todo por aquí?

–Lo mismo de siempre.

–¿Qué hay del prestamista japonés? ¿Esta jugando?

–Justo ahora señor

–Dejame ver...–Me acerco lentamente, con las manos en las bolsas de mi pantalón y lo observo unos tres segundos antes de pasar mi mirada a otra mesa, están jugando póker.

Veo a unas cinco personas alrededor, un hombre con lentes, una mujer a su lado, más jóven que él, después esta el caballero que juega, hay un señor viejo a su lado que mira con atención el juego, el crupier y una mujer joven, la segunda jugadora.

Pelo a mitad de la espalda, no logró ver su rostro por completo pero logró captar una sonrisa, una de confianza. Lleva un vestido rosa y tiene en la mitad de su brazo un bolso, la miro unos segundos más y cuando estoy a punto de desviar la mirada, lo captó.

Ella deja caer una carta suavemente a la abertura de su bolsa, para después hacer como si no hubiera pasado nada, descarada...

–Barnes

–¿Si señor?

–Baja, y quítale sus fichas a esta chica.

CASINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora