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Jeon Jungkook
Vi a Barnes levantarse del sofá para seguir a la bonita mujer, pero antes de que la alcanzará le di un mensaje por el audífono.

–Barnes, despidela cortesmente, va a regresar.

Todos regresan, el prestamista japonés ganó unos 30,000 y estaba preparado para salir hoy a su país, sin embargo moví a mis hombres para persuadirlo y hacerlo quedarse otra noche. En unos minutos perderá más de lo que ganó.

–Pero señor se llevará el dinero con ella.

–Te he dado una orden.

-–Claro.

                                   ☯︎︎

11:00 a.m.
Domingo y lunes Nicky estaba a cargo de lo que sucediera en Golden day, así que hoy, domingo, no tenía nada que hacer más que arreglar asuntos con un socio de corea, y verificar los tratos con los italianos.

Me levanto de mi cama para ir a la cocina, ahí está, lo de todos los domingos, gracias a mi cocinera por estas delicias.

Vivo solo desde hace años, hasta hace poco contraté a varias personas para servicios básicos, si no lo hice antes es porque las 24 horas de mis días las pasaba dentro del casino.

En la sombra por supuesto, no puedo llamar la atención.

                                   ☯︎︎

Estoy camino al casino, a encontrarme con uno de mis mayores beneficiarios. Hacerles creer que tienen todo el poder es una estrategia que me ha ayudado y eso es exactamente lo que él cree.

Paseo entre los apostadores, saludo al gerente, un hombre corpulento, con canas en el pelo, y una expresión que te hace creer que quiere matarte.

Llego al elevador y presionó el piso número once. Me arreglo el cuello de la camisa mientras me miró en el espejo y de reojo veo el número once ponerse amarillo.

Ding

Llego a la puerta y la abro lentamente... inmediatamente lo veo.

–Nos volvemos a ver amigo.–Tiene sus pies arriba de la mesa, ensuciando todo como siempre.

–Kim, un gusto tenerte aquí.

–Por supuesto que es un gusto, amigo. ¿Cómo van mis negocios aquí? Los mejores como siempre, ¿no es así?–Me sonríe y se pasa una mano por la barbilla.

–Tu lo sabes mejor que nadie.-Me siento en el sofá enfrente de él y tomo la copa de vino que nos ofrecen.–Entonces, ¿has venido a ver como van las cosas por aquí?

–Verás, es más que eso, sabes que amo las Vegas.–Baja los pies y apoya sus codos en las rodillas-Y eres el jefe aquí amigo, entonces voy a ser directo...¿Te molestaría si me mudó a las Vegas?–Mierda, mierda.
Kim, ¿En las Vegas? No.

–Namjoon, sabes que me encanta tenerte aquí, y eres más que bienvenido hombre. Aún así no se si las Vegas sean para ti–Antes de terminar me interrumpe.

–Escucha–Alza una mano y me mira a los ojos– será por un tiempo, déjame probar y si te causo algún problema...me iré.

–Mhm–Finjo que lo asimilo–lo pensaré...

Negarle algo a Kim Namjoon era estar en la lista negra, cerrar puertas a grandes tratos, a grandes inversionistas y crear conflictos innecesarios. Si él quiere algo lo tendrá, es simple.
No es un amigo, ni un enemigo, solo un estratega, uno de los buenos, si lo tienes de tu lado estás ganando, si está en el otro lado ni siquiera tienes oportunidad.

En los viejos tiempos éramos un gran dúo, yo apostaba y Namjoon se encargaba de cobrar.

Los viejos nos adoraban, ¿Y cómo no? Si ganaban dinero con nosotros.

¿Que cómo cobraba Namjoon? No pregunten. Si tuviera que contar alguna anécdota con él mi favorita sería la vez en Kansas, mientras tomábamos unos escoceses, un hombre con notable altanería tomó asiento a lado de mi junto a una prostituta a la que ya conocía yo antes, ella me sonrió y él hombre que venía con ella me miró repugnantemente.

Más tarde observé que dejo una pluma enfrente de él, con detalles dorados y un contraste azul de fondo, muy fina para un hombre como él.

–Disculpa, ¿Está es tuya?

–Si hombre, ¿De quién más? Si te gusta tanto rascate el culo con ella.

–Solo estaba preguntando, es muy fina para ti.

–Oye ¿Quién mierda te crees?

Namjoon se dió cuenta de nuestro intercambio, uno no muy agradable, y se paró de su taburete de inmediato.

16 puñaladas al cuello con una puta pluma y por si no era suficiente ya dejándolo en el piso, desangrándose por cierto. Le repartió 10 patadas y lo hizo llorar como un niño.

CASINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora