Capítulo 3.

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"La vida es una obra de teatro que no permite ensayos... Por eso canta, ríe, baila, llora y vive intensamente. Antes que el talón baje y la obra termine sin aplausos".

-Charles Chaplin


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Freddie nunca pensó que alguna vez volvería a sentir sus mejillas doler por algo que no fuera el impacto de una bofetada, sin embargo, allí estaba con las mejillas doloridas por haber sonreído como un idiota toda la noche. Después de la leve reprimenda de Verónica, llevó a su hermanita a casa por unas horas, solo para que la muy desvergonzada estuviera molestándolo para que le dijera por qué estaba tan feliz. Ahora que lo reflexionaba ella tenía razón en estar así, no recordaba la última ocasión en la que su felicidad fue la suficiente como para mantener una sonrisa en sus labios por tanto tiempo.

Ni siquiera había ido a trabajar, diablos, eso tendría unas buenas repercusiones si no se reponía a lo largo de la semana. Aunque pudo avisar a Verónica que se quedaría con Kash esa noche, además de que en ese momento no encontraba la energía para preocuparse lo suficiente por eso. La tarde anterior había impactado demasiado en él y lo que pensaba de sí mismo, obviamente aún sentía odio y repulsión hacia su persona, pero ahora había una pequeña vocecita que le decía que aún con toda la mierda y los secretos que cargaba había alguien en el mundo que llegó a enamorarse de él.

Su corazón y su espíritu se sentían más ligeros mientras caminaba hacia la universidad, esta vez a buena hora.

Por el rabillo del ojo observó algo o más bien alguien que llamó su atención: Una cabellera castaña se asomaba debajo de un árbol frondoso, era John.

Con una sonrisa en el rostro se acercó al chico.

—Ey, John —llamó. El mencionado volteó de inmediato, topándose con esos ojos color café que le hicieron perder el aliento el día anterior. Fue como si un botón se hubiera averiado en su cerebro, las palabras desaparecieron de su boca y su rostro adquirió un leve sonrojo.

—Ehh, hola Fred, Freddie —saludó, corrigiendo apresuradamente el apodo, no quería tomar confianzas que no se le habían dado.

El pelinegro notó eso y soltó una risita.

—Puedes llamarme como quieras, querido —dijo para calmar al chico, aunque no es como si hubiera funcionado demasiado, ya que la reacción del joven solo fue ponerse más rojo que antes.

 Le hizo darse una cachetada mental.

—Eh, bueno... ¿Qué haces aquí solo? Creí que ya te dirigías a la universidad pero te vi aquí sentado, así que...

La cara del castaño cayó al instante.

—Sólo estaba pensando... estupideces de la vida —aclaró a medias, dejando las palabras en el aire con un dejo de tristeza y cansancio. El azabache notó esto con comprensión en el rostro.

—Entiendo, demasiadas cosas aquí, ¿no? —señaló su sien con una mueca cansada —. A veces los pensamientos te consumen mucho, yo lo entiendo, John —declaró con una sonrisa triste.

El castaño lo miró sorprendido, la mayoría de las personas querían un "por qué" siempre, sin embargo llega este chico que es hermoso y totalmente comprensivo con él sin siquiera conocerlo.

Con el corazón empañado John se forzó a salir de su ensoñación para darle al azabache una respuesta inteligente y digna de él.

—Creo...

Camaleón [Maycury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora