Capítulo 6.

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"Aprenderás que no importa en cuántos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detendrá para que lo arregles".

-William Shakespeare


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Un viento leve azota su cabello tan azabache como la noche misma, un par de voces se oyen en las calles y también un montón de automóviles que van a toda prisa para llegar a su destino. Es el sonido de Victoria Road, el sonido de su poco confiable hogar.

Llega a la puerta de su casa y saca las llaves del bolsillo derecho de su chaqueta. Ni siquiera alcanza a poner los dos pies dentro cuando una mano lo toma por el cuello de su camisa y lo hace tropezar hacia adelante.

— ¿Dónde diablos estabas? —le grita una voz furiosa y notablemente ebria.

Perfecto, su padre está en casa de nuevo. Empezaba a acostumbrarse a su ausencia.

—Estaba con un amigo, maldita sea —responde de mala gana. No tuvo la intención de sonar tan petulante, pero después de una discusión y recuerdos de mierda no tiene ganas de darle explicaciones a ese hombre.

Al parecer fue una mala decisión, porque lo siguiente que sabe es que su padre se acerca y le da un buen golpe en la mejilla izquierda, haciendo que pierda el equilibrio y su vista se nuble por un instante.

Tarda un momento en procesar todo y cuando lo hace no sabe cómo reaccionar. Tiene ganas de llorar ahí mismo o enfurecerse y devolverle el golpe al idiota. Odia la primera opción y la segunda ni siquiera es viable en su cabeza, por lo que elige una nueva opción y termina riendo a pesar de que su rostro duele y quiere morirse en ese instante. No es una risita estúpida, más bien unas grandes carcajadas que saben a porquería amarga porque así es como se siente.

La acción desconcierta a su padre y éste prefiere marcharse a la cocina a pasos morosos por el efecto del alcohol en su sistema, lo que amplifica su risa y ahora quiere morir por eso también.

Quiere morir porque su padre lo odia y lo trata como basura desde sus dieciséis años a pesar de que él aún lo ama, quiere morir porque su novio no entiende cómo es la vida de una persona que es obligada a vender su cuerpo y su alma en el proceso, quiere morir porque tal vez él tenga razón y ha sido tan cobarde como para salir a pedir ayuda, y, quiere morir porque esta vez su madre no está para decirle que no muera y se mantenga a salvo de todos los males; porque él mismo trajo el mal a su vida y ahora no sabe cómo librarse de él. 

Pero por desgracia no ha muerto y sus rodillas se doblan mientras su risa histérica lo consume y se mezcla con lágrimas de dolor por vivir una vida que sabe a muerte.

El efecto pasa inevitablemente y ahora se siente completamente drenado, quiere quedarse así, pero sabe que no puede y se levanta con la sensación de pesar tanto como un elefante.

Va al baño y se lava la cara porque no quiere volver a ducharse y no tiene sentido hacerlo, quedará sucio de todas formas. Respira profundamente y se mira en el espejo, no le gusta lo que ve. Todo ese brillo que tuvo estos dos días se ha ido de sus ojos, los cuales están inyectados en sangre por tantas lágrimas; el golpe en su pómulo se ha hinchado un poco y está al rojo vivo.

Genial, más maquillaje para hoy.

Siente que su garganta se cierra y los ojos se le llenan de lágrimas nuevamente, pero el las aparta violentamente y gruñe con frustración. No llorará más, no puede llorar más, ha tenido suficiente. Decide dejar de mirar su estúpido reflejo y arreglarse de una vez por todas porque no le servirá de nada hundirse en la autocompasión y no puede huir de su destino.

Echa un vistazo para saber si su padre está cerca, pero no lo encuentra por ningún lado y decide que es hora de salir. Sube a su habitación y comienza a vestirse para ir a trabajar.

Top negro de tirante con manga larga adherida.

Medias de red y un mini short negro por encima.

Botines rojos de charol con tacón alto.

Delineado de gato.

Lentillas color azul que calman sus ojos oscuros.

Base para ocultar el golpe.

Rubor discreto en las mejillas.

Un poco de brillo en los labios.

Y está listo.

Toma sus llaves de nuevo y sale de casa. Espera no tener represalias por el día que se saltó, no quisiera estar en ese cuarto oscuro de nuevo sin saber de su niña, su Kash.

Piensa en ella y es todo lo que necesita para continuar, el único motivo que tiene para seguir luchando.

...


— ¿Crees que él estará bien?

La pregunta la toma por sorpresa, la niña ha estado en silencio desde que su hermano se fue y no ha logrado sacarle una sola palabra.

—Tu hermano ha sufrido mucho, Kash —le dice y el rostro de la niña cae —. Pero yo sé que él es fuerte y saldrá de esto, una simple pelea no va a derrotarlo —continúa y le ofrece un refugio en su regazo, Kash se acerca y ella le planta un gran beso en la cabeza.

—Freddie te ama, eres su razón para vivir y sé que él nunca se rendiría así de fácil porque sabe que tú lo necesitas y lo amas mucho.

Espera que sirva de consuelo, pero Kash lo sabe mejor.

—Pero eso no está bien ¿Qué pasará cuando yo crezca y ya no dependa de él? O si me pasara algo... ¿Cuál sería su razón para seguir viviendo? —plantea con la madurez de alguien mucho mayor a diez años, alguien que ha visto lo que la depresión y la dependencia pueden hacerle a una persona. Hace que Verónica quiera llorar por esa personita que tendría que preocuparse por vivir su infancia y no por las ideaciones suicidas que pueda tener su hermano. La abraza y hace todo lo posible por demostrarle su amor a través de aquel simple contacto.

—Entonces le daremos un propósito más, algo por lo que existir además de ti.

—Brian

Es un simple nombre, pero tiene el potencial para convertirse en algo demasiado valioso. Ese chico que es muy estúpido para hablar pero que ama a su pequeño con todo su corazón.

Sonríe y piensa que tal vez Freddie podría empezar a amar la vida.

Quizá esta vez...

Por la madrugada la realidad le demuestra que no es tan fácil como pensaba, no cuando el chico aparece en su puerta y un "lo siento" es  lo último que dice antes de dejarse caer en sus brazos con la gracia de un muñeco de trapo.

Toda una vida de mierda.

Camaleón [Maycury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora