Capítulo 4.

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"Y de repente, llega esa persona que rompe todos tus esquemas y te saca una sonrisa con la más mínima tontería".

-Julio Cortázar


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Maldición. Maldita maldición.

— ¡¿Dónde demonios lo dejé?!

—Has estado dando vueltas como loco por más de cinco minutos. ¿Me vas a decir qué es lo que buscas o quieres llegar tarde a casa de Brian? —intervino Kash con irritación en su voz. Se había cansado de ver a su hermano tener una crisis existencial y recorrer la habitación buscando algo con vehemencia.

Hacía una hora exacta desde que Freddie la había recogido de casa de Verónica y le había dicho que se prepararían para ir a la casa de Brian, lo cual la hizo notoriamente feliz, aunque después de verlo quemándose el cerebro y casi haciendo un agujero en el piso estaba desesperada por irse.

Realmente le gustaba mucho Brian, había estado en su casa muchas veces y siempre se divertía con él. Le encantaba jugar con él y sobre todas las cosas le encantaba el brillo en los ojos de su hermano cuando estaba con él.

Deseaba que ese brillo jamás se borrara de su rostro.

Freddie rodó los ojos con exasperación evidente.

—Es mi delineador —reveló con una mueca —. No sé dónde lo dejé y literalmente no puedo salir de aquí sin mi delineado, tú lo sabes.

Kash resopló ante el dramatismo del mayor. Aunque era cierto, Freddie sin delineado no era Freddie.

Inconscientemente posó su mano sobre la cubierta de su bolso, lo que no pasó desapercibido para el azabache, quien –con sospecha- caminó hacia su pequeña hermana.

Colocando sus manos en su cintura, suspiró audiblemente y la miró con severidad.

Al verse descubierta, la niña no tuvo más remedio que meter la mano en el bolso y sacar el delineador con una mirada de vergüenza en el rostro, sonrojándose al recibir una mirada ligeramente decepcionada por parte de Freddie.

— ¿Se puede saber por qué tienes mi delineador? —preguntó a su hermana seriamente.

Esta solo bajó la cabeza y jugó con sus manos nerviosamente. Muy característico de los Bulsara. Al no obtener una respuesta, decidió ir por un camino distinto. —Escucha Kash, no voy a castigarte por tomar mis cosas, simplemente debes pedirlas prestadas cuando las quieras usar, no quiero regañarte de nuevo por la misma razón, ¿de acuerdo? — la reprendió suavemente, a lo que la pequeña asintió con una sonrisa tímida.

Freddie también sonrió, mientras una idea pasaba por su mente.

—Kash... —inició tentativamente.

— ¿Sí?

— ¿Te gustaría que maquillara tus ojos? —le preguntó, observando con una sonrisa el cómo la carita de su hermana se iluminó al instante.

En ese momento Freddie supo que estaba perdido, sabiendo que haría lo que fuera con tal de que esa mirada fuera eterna.

...


Pescado, papas, pescado, papas, pescado, papas...

¡Harina!

Pescado, papas y harina.

No era tan difícil de recordar, pero para alguien que estudiaba física con muchas matemáticas y se olvidaba de su número telefónico... Fue bastante significativo.

Camaleón [Maycury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora