Capítulo 2.

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"La gente piensa que la intimidad tiene que ver con el sexo.

Pero tiene que ver con la verdad. 

Cuando te das cuenta de que puedes contarle tu verdad a alguien, cuando puedes mostrarte a alguien, cuando te desnudas delante de alguien y su respuesta es: «Conmigo estás a salvo».

Eso es intimidad".

-Taylor Jenkins Reid, Los siete maridos de Evelyn Hugo.


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—Y eso es todo.

— ¿Y eso es todo? —repitió Brian incrédulo —. ¿Acaso no es suficiente? Diablos Fred, es tan...

— ¿Asqueroso y horrible? Sí, definitivamente —finalizó Freddie por su amigo.

Después de la escena fuera del café, habían ido a casa de Brian a hablar sobre todo aquello para que Freddie soltara de una vez todo lo que lo carcomía por dentro. Verónica lo mataría cuando llegara, hacía bastante tiempo desde que la hora del café había terminado.

No fue fácil hacer que Freddie se abriera con Brian, (tal vez le costó un par de abrazos, palabras cariñosas y algunas tazas de Earl Grey) pero finalmente el pelinegro le reveló todo. El rizado sospechaba que era algo intenso, pero jamás pensó que sería así de intenso.

—No Freddie, sabes que jamás pensaría algo así de ti —aclaró rápidamente el rizado —. Simplemente me parece ilógica la naturaleza con la que dices todo esto, yo jamás podría hacerlo —confesó abatido.

—No es tan complicado Bri, cuando sabes que es tu culpa realmente te acostumbras —murmuró el pelinegro, tomando un sorbo de té con labios temblorosos.

¿Su culpa?, ¿por qué carajo Freddie creería que algo así era su culpa?

Su tono de voz era tan amargo que Brian sinceramente no sabía qué hacer para que su amigo se diera cuenta de que no era su culpa. Entonces, con temor pero gran determinación se levantó de su asiento y se arrodilló frente a Freddie, tomó delicadamente sus sienes y le plantó un dulce beso en la frente.

El rostro del azabache se calentó ante tal muestra de afecto, y, por lo que pudo ser la tercera vez en ese día, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos color ébano.

—Jamás pensé que podrías ser tan abierto al respecto, pensé que saldrías huyendo si te decía la verdad —dijo el joven roncamente entre sollozos.

—Querido, jamás haría eso, deberías saberlo mejor —regañó Brian con afecto, acariciando el cabello de su querido amigo.

El azabache resopló.

—Creo que ese apodo es mío, Bri.

—Pues déjame decirte que lo utilizaré las veces que sea necesario, porque siempre te demostraré lo importante que eres para mí —declaró de la manera más cursi posible.

Maldito bastardo, pensó el azabache mientras más lágrimas brotaban de sus ojos ya doloridos.

...


— ¿Y qué es lo que vas a hacer? —preguntó el de ojos hazel.

— ¿Hacer de qué? —cuestionó el pelinegro.

—Bueno Freddie, pensé que ahora que me has dicho todo querrías ayuda con... ya sabes, tu padre —explicó el rizado cauteloso. No quería presionar a su amigo pero ansiaba ayudarlo.

Camaleón [Maycury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora