Capítulo 6

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La felicidad es efímera, siempre había sido consiente de ello, pero nunca la realidad me había golpeado tan fuerte como hasta ahora. Después de mi visita al palacio, mi familia y yo creíamos que nuestra vida mejoraría, los cuadros de papá se habían estado vendiendo bien y yo también había tenido algo de trabajo, pero pasados tres meses papá murió.

La muerte de papá fue repentina, sabíamos que tenía un tiempo sintiéndose mal, pero no parecía ser nada grave, hasta que eso que no creíamos grave nos lo quitó. La despedida fue horrible y también el inicio de la mala racha para nosotros. Los gastos del funeral se llevaron la mayoría de los ahorros que teníamos, nos quedaba el dinero de mi pago en la fiesta del palacio, pero esa esperanza también se nos había quitado.

El dinero nunca apareció, por lo que llegamos a la conclusión de que Kota fue quien se había robado nuestro dinero y ahí confirmé que él jamás cambiaría, no importaba todo lo que pudiera hacer para aumentar su codicia, siempre necesitaría de más, aunque eso incluyera robarle a los suyos, Kenna tenía suficientes problemas cuidando de su propia familia por lo que molestarla no me parecía correcto.

Los meses habían sido difíciles y sentía que no podría soportarlo más, el trabajo también había disminuido y aunque May había tenido que pausar sus estudios para ayudarme en las pocas presentaciones que teníamos nada parecía mejorar. Un día recibí una llamada del palacio, no era Silvia la persona al teléfono, pero me buscaban para que volviera al palacio, no me dieron detalles pero era un asunto de suma importancia que no podía esperar.

En cuanto mis pies tocaron el suelo del palacio Silvia me llevó a la que había sido mi habitación la última vez que estuve aquí, también mis doncellas se encontraban dentro, nos saludamos y Anne me llevó directo al baño, la bañera se encontraban lista, rebosando de burbujas y con sales en ella, me quité la ropa y mi cuerpo se relajó en cuanto el agua caliente tocó cada unos de mis músculos.

Aunque me tomé mi tiempo para disfrutar y relajarme procuré no tardar tanto, puesto que Anne me dijo que necesitaba estar lista pronto, no sabía cuál era la urgencia de que me tuvieran de vuelta aquí pero hice caso a lo que se me pidió.

Una hora más tarde me encontraba lista, con el cabello recogido en una media cola que dejaba el pelo suelto y ondulado caer por mi espalda adornado con un delicado moño, un vestido azul cielo sin escote, de una tela fina y liviana que me llegaba hasta un poco más debajo de las rodillas y unas zapatillas con un tacón que apenas y se separaba del piso.

Silvia regresó y me llevó hasta una habitación que parecía ser una pequeña biblioteca personal, un juego de tres sillones con una mesita de centro y una enorme ventana que era la encargada de iluminar el lugar fueron lo que me recibieron.

Sin saber qué o a quién debía esperar opté por ver algunos de los estantes buscando algún libro de mi interés para matar el tiempo, estaba tan concentrada que ni siquiera separé la vista de los libros cuando alguien entró a la habitación.

-Es un gusto volver a verte querida - era Maxon, me di la vuelta para verlo.

-Lástima que no pueda decir lo mismo- crucé los brazos mientras él caminaba y se paraba frente a la enorme ventana.

-Mamá tenía razón, los rosales nuevos son hermosos - pronunció con una media sonrisa mientras observaba el jardín.

-¿Perdón?- me acerqué hasta estar a su lado.

-¿Cómo te ha tratado la vida América?, hace tiempo de la última vez que nos vimos- el jardín debe de haberle parecido la cosa más importante del mundo porque no se dignaba siquiera en mírame.

-Del asco, estoy segura que no podría ser peor- los recuerdos de los últimos meses invadieron mi cabeza y también decidí mirar al frente, al menos para que no viera mis ojos llenarse de lágrimas ante los recuerdos.

Sin Elección (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora