Capítulo 5

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El suave aroma de las rosas en el jardín que entraba desde mi balcón fue lo que me despertó, eran casi las nueve de la mañana y me sorprendía que mis doncellas no se encontraran en la habitación ni que me hubieran despertado, quizá les dieron la orden de dejarme descansar, puesto que la fiesta había durado bastante pero yo me fui relativamente temprano a mi habitación después de ese encuentro con Maxon, además de no tener más actividades programadas para este día.

Mi encuentro con el príncipe, las imágenes de todo lo sucedido la noche anterior volvieron a mi mente en pequeños flashes que se repetían en bucle una y otra vez, mirando el blanco techo de mi habitación y aun acostada, la imagen de Maxon frente a mí en el laberinto, esa mirada tan desafiante en unos ojos tan hermosos, el calor de su aliento acariciando mi rostro y la sensación de sus labios sobre los míos, cerré los ojos y suspiré, una sensación que comenzaba desde mi estomago y hacía que me hormiguearan los brazos con solo recordarlo me estremeció.

No soy tonta y no puedo negar lo obvio, Maxon es un hombre muy apuesto y estoy segura de que tiene a miles de chicas babeando por él, sonreí levemente, casi arrogante de sólo pensar que de entre ellas, yo había estado entre los brazos del tan codiciado soberano de Illéa, recordé cómo parecía estar rogando por mi atención, vaya, ¡incluso me siguió hasta el jardín!, a pesar de que en la fiesta le dejé en claro que no me interesaba. 

Abrí los ojos y me levanté de golpe sentándome en la orilla de la cama sacudiendo la cabeza para borrar esos pensamientos, el hombre podría ser todo lo guapo que quisiera pensar, pero era un patán que me había corrido de su casa cuando ni siquiera él me había invitado, eso le quitaba todo lo encantador.

Para despejarme un poco opté por tomar un baño, no creía que alguna de mis doncellas fuera a aparecer pero no importaba, mi baño sería rápido, una ligera molestia comenzaba a crecer en mi cabeza, tal vez irme lo más pronto como quería Maxon sería lo mejor.

Ya vestida con uno de los simples conjuntos que traje de casa miré por ultima vez el gran armario y acaricié la suave tela del vestido que usé en la fiesta y que había dejado reposando sobre la silla frente al tocador, se sentía como despertar del mejor sueño que había tenido en mi vida pero que a la vez me dejaba un leve sabor amargo. También salí al balcón, me recargué en el barandal y respiré profundamente, buscando guardar en mi memoria el hermoso olor de las flores que perfumaban la habitación, el cálido aire de Ángeles y la preciosa vista del jardín. El sonido de la puerta siendo abierta fue lo que me regresó a la realidad, volviendo a la habitación, Anne, Mary y Lucy se formaron en su posición de siempre sonriéndome.

-Señorita Singer, parece ser que ya está lista para irse- me dijo Anne con un leve tono de tristeza.

-Mi propósito aquí está hecho y solo me queda agradecerles por todo- sonreí y me acerqué para abrazarlas una por una.

-Cuídese mucho, la vamos a extrañar- pronunció Lucy cuando me separé de ella.

-Yo también las voy a extrañar demasiado, sobre todo esas tardes de juegos de cartas- reí.

-Bien, la acompañamos hasta el comedor, tenemos ordenes de no dejarla ir hasta que coma algo- tomé mi mochila y caminé detrás de ellas hasta llegar a las puertas que resguardaban el comedor.

Nos despedimos de nuevo y se fueron, ya dentro de la habitación, la gran mesa me recibió con una variedad de distintas jarras de jugo, café, leche y agua, mas varios platillos distintos y sin falta, un gran plato lleno de tartaletas de fresa. Tomé asiento y un pequeño papel doblado por la mitad se encontraba sobre mi plato, lo desdoblé y comencé a leerlo.

"Señorita América, siento mucho no poder acompañarla a desayunar el día de hoy, mucho más sabiendo que son sus últimas horas en el palacio, pero los deberes de la realeza que adquirí al casarme con el rey Clarkson no siempre puedo saltármelos y tristemente, hoy fue una de esas ocasiones, espero de todo corazón que haya disfrutado del tiempo aquí, de mi parte fue un gusto conocerla, espero y en el futuro lleguemos a vernos de nuevo, coma todo lo que quiera, las tartaletas de fresa fueron un pedido especial, sé cuanto le gustaron, también pedí que le envolvieran algunas para llevar a su casa, gracias por acompañarme en los almuerzos y cenas de esta semana, fue hermoso tener compañía de nuevo, aunque fuera por unos días, cuídese mucho y hasta luego."

Sin Elección (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora