Capítulo 5: Bésame, tócame, hazme tuyo...

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¿Era normal? Si... ¿Era poco común? También... ¿Lo odiaba? Claro que no... ¿Sucedia con frecuencia? Oh, como nadie tenía idea. Pero los de más no sabían sobre ello.

El colchón se sacudió, el movimiento brusco sacudió su cuerpo y un gemido escapó de sus labios. Canadá se aferró a las sabanas, sus manos apretaron las almohadas y sus piernas se aferraron a la cadera de su Alfa. Lourel ralentizó las embestidas y observó el cuerpo de su pareja. Por alguna extraña razón, siempre que discutían, terminaban teniendo sexo, y no precisamente del suave, si más bien del salvaje y desenfrenado.

Su mano acarició sus piernas todo a lo largo y observó al más bajo; su respiración acelerada, sus ojos entre cerrados y el sudor cubriendo su piel blanca.

— E-eres... — Su respiración agitada le dificultaba hablar — Un maldito bastardo... — Lourel dió una embestida a su punto G y la espalda del pelirrojo se arqueo.

— Sabes que no fue mi intención lastimarte — Su rostro se inclinó para poder susurrar en su oído — Pero en ocasiones sueles ser tán... — Su boca chupó el lóbulo de su oreja con erotismo — Rebelde... — Canadá se estremeció, el maldito hijo de perra sabía cuales eran sus puntos débiles. Y usar la voz de mando en medio del coito era algo que le exitaba de sobre manera.

— Puedo cuidarme solo... — Articulo con un sentimiento oculto bajo su tono molesto — No soy de cristal...

— Lo sé — Dijo acariciando su mejilla, sabía que su chico tenía un complejo consigo mismo por la manera en la que todos lo trataban. Su pulgar acarició su labio inferior — Y eso es lo que amo de tí... — El Beta se mordió el labio en un intento de ahogar un sollozo.

— ¿Por qué...? — Su brazo cubrió su rostro y su cuerpo tembló ligeramente — Soy un Beta... — El más alto quitó su brazo y dejó al descubierto su rostro, sus ojos brillaban a causa de las lágrimas acumuladas — No soy especial...

— Canadá... — Sus brazos tomaron su delicado cuerpo y lo sentó sobre sus piernas, el pelirrojo enrollo sus brazos alrededor de su cuello y su rostro se ocultó en el mismo — Te amaría de cualquier forma, en cualquier mundo, con cualquier pasado... — Su mano tomó su mentón e hizo que lo observara — Mi vida... Es más bella desde que estás junto a mí... — Su frente chocó con la suya — Tú eres la historia más bonita que el destino pudo escribir en ella... — Sus ojos observaron al más bajo. Las lágrimas de su pareja se deslizaban por su mejilla.

— Y-yo... — Sus labios temblaron ante las dulces y sinceras palabras de su Alfa — También te amo... — Sus lágrimas se derramaron sin control — Con todo lo que tengo, lo que soy y lo que siento... — El más bajo se aferró aún con más fuerza a su pareja — Lo siento... Arriesgue la vida de mi hermano, mi familia y mis amigos... Solo por un capricho...

— No, dulzura... — Dijo sobando su espalda con cariño — No fué tu culpa... — Su cuerpo se separó del suyo — Estabas preocupado... Cualquiera hubiera hecho lo mismo en tú lugar... — Sus labios se rosaron con los suyos y Canadá correspondió al gesto. Luego de unos segundos se separaron y el más bajo lo observó con las mejillas coloradas y la respiración acelerada.

— Tómame — Susurró contra sus labios. Lourel obedeció al instante.

Sus manos se aferraron a su cintura y su cuerpo empujó al suyo contra el colchón nuevamente. Sus labios buscaron con desesperación los del pelirrojo y en cuanto ambos se juntaron, sus caderas volvieron a arremeter contra el cuerpo de su Beta. Las piernas del norteamericano se cerraron aún más y su boca comenzó a liberar gemidos ahogados por el beso. Sus rodillas se flexionaron y se posicionaron debajo del cuerpo de su pareja sin detener sus movimientos. Canadá liberó su agarre, sabía lo que venía, su cuerpo lo estaba anticipando con un deseo ardiente. Sus manos dejaron libre el cuello del Alfa y se posicionaron sobre la ingle del más alto.

The World Upside Down: Agridulce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora