Capítulo 7: El pasado en el presente.

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Las gotas caían con tranquilidad sobre el gran jardín que tenía frente a él. Chocaban con las hojas de las plantas y luego entraban en contacto con la tierra, formando pequeños charcos y algunas lagunas dimumtas para jugar y saltar. Su mirada tranquila y calmada apreció con deleite las gotas callendo sobre la galería en la que se encontraba, apreciando el paisaje humedecido y el aroma gratificante de la tierra mojada. Sus ojo se serraron por unos segundos, agudizando sus sentidos restantes, apreciando cada sonido que sus oídos recibían y cada aroma que su nariz percibía. Por instinto, una de sus manos se posó sobre su vientre y comenzó a entonar una melodía suave y reconfortante que resonaba en las paredes de esa adorable cabaña.

Duerman, duerman ya, sueñen un sueño lindo. Sus ojitos quieren ya ir a descansar... — Su voz cálida comenzó a llenar el pequeño espacio — La luna y el sol juegan a escondidas. Una estrella se asomó, la noche llegó... — Sus cachorros parecieron responder a su canto, las pequeñas patadas en su vientre se lo informó, así que continuó — Son el sueño que siempre soñé, me emociono al verlos crecer. Cierren sus ojitos sin temor, que a su lado estoy... — Otra patadita pero más suave que la anterior — Duerman, duerman ya, sueñen un sueño lindo. Sus ojitos quieren ya ir a descansar... — En cuanto termino, sus retoños dejaron de moverse y una sonrisa se posó en sus labios.

— ¿Aquí de nuevo? — Preguntó una voz a sus espaldas, el Omega no se inmutó, la había persivido anteriormente debido a las feromonas en el aire — Sabes que no es bueno que pases mucho tiempo aquí ¿Verdad? — Una de sus manos se posó sobre su hombro y se deslizó por su cuello.

— Solo unos minutos más Guaraní — Suplicó el Omega, la fémina sonrió y le depositó un beso en la frente — ¿Sí?

— De acuerdo... — Aceptó riendo por lo bajo, su cuerpo se encorvo lo suficiente para que su boca quedara a la altura de su cuello — Pero solo si obtengo algo a cambio... — Los labios de la mujer se acercaron a la piel del más bajo depositando un suave beso sobre su nuca.

— Ara... — Susurró el más bajo, sintiendo como la mano de la mujer se deslizaba por su cuello hacia su pecho y acariciaba la zona.

— No te preocupes mi amor... — Habló la Alfa comenzando a jugar con los pezones del pelirrojo — Relaj- — Un calzado golpeó de lleno en su cabeza y la mujer soltó un grito agudo de dolor, al mismo tiempo que se sobre saltaba — ¡¿Pero qué...?! — Su mano se alejó inmediatamente del cuerpo del Omega y comenzó a sobar la zona afectada. La mirada de Guaraní buscó al culpable de arruinar el momento y se encontró con un llanke en el suelo, justo a su lado.

— ¡Embustera degenerada...! — Exclamó Inca con las manos en las caderas, a un lado de Azteca que estaba de brazos cruzados.

— ¿Qué está pasando? — Preguntó Wayuu apareciendo en la Sala. Sus pasos lentos y su cabello desordenado señalaban que acababa de despertar — ¿Por qué tanto alboroto?

— Guaraní estaba intentando aprovecharse de nuestro pastelito... — Respondió Azteca, sus manos ataron su cabello con una pequeña cuerda y se acercó a España, Guaraní la observó con atención mientras se acercaba.

— Ara — Llamó la de piel blanca y cabello negro. La mujer la observó en señal de que estaba escuchando — Ve por las Tíicitl — La de pelo castaño claro asintió, se despidió del Omega con un beso en la mejilla y salió de la habitación.

— Az... — Llamó el más bajo, la mujer se agachó a su altura quedando de cuclillas frente al pelirrojo — ¿Qué sucede, querida? — Cuestionó con los ojitos redondos y brillosos. La nativa acercó su mano al rostro de España y acarició su mejilla con delicadeza, el Omega cerró momentáneamente los ojos y recosto su rostro en la palma de su mano.

The World Upside Down: Agridulce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora