Me dediqué a limpiar primero todas las gradas, pues había latas de refresco, incluso vasos de unicel, botes con palomitas, las cuales estaban regadas en todo el suelo, y muchas cosas más que me parecían asquerosas, incluso encontré vómito... Era un concurso de patinaje sobre hielo, ¿por qué hay vómito en todo el lugar? Me asqueaba de solo imaginar, por lo que solo me dediqué a limpiar todo lo que mi mente soportaba.
No observé a Elías por ningún lado, y la verdad estaba demasiado agradecida por ello. Era horrible el tener que verlo después de aquellos toques que nos dimos y además del beso... El beso. Suspiro y luego tomo asiento en las gradas, era inevitable pensar en eso, ¿cómo fue que me deje llevar? Fui yo quien lo besó, y no me gustaba, me sentía rara al saber que podría volver a sentir algo por él, sin que esos sentimientos sean correspondidos. Decidí irme a las duchas de los hombres para continuar con mi trabajo, limpiar, limpiar y limpiar. Oh no, mala idea, olía horrible ahí dentro, ¡y eran duchas nada más! Dios, un beso, un maldito beso hicieron que pasara todo eso... Al final decidí solo ignorarlo y limpiar, aunque Elías llego después de un rato empezando a limpiar también. Iba caminando limpiando poco a poco, hasta que choqué con claramente la única persona, aparte de mí, allí, no pude evitar entrecerrar los ojos por eso mismo, mirándolo mal, aunque el hizo lo mismo conmigo.
— Fíjate por donde caminas —dice para luego alejarse de mí.
Me sentí ofendida, pues había sido solo un choque... Aunque bueno, si se me salió verlo mal, no lo puedo a negar.
— Fíjate tú, imbécil —se me sale. ¿Lo pensé o lo dije? Al parecer lo dije, pues me lanzo una mirada muy seria y además algo molesta —eres ciego o que... Por eso vine sola, no quería que nadie llegue a estorbar.
— Mira, tarada. Mejor cállate porque cada que hablas salen tonterías de tu pequeña boca —se queda en silencio un rato —vine porque sé que los baños de los hombres son asquerosos, pero si quieres mejor limpialos sola, hazlo, a mí que me importa.
Me molestó que dijera eso, estaba bien que quisiera ayudarme, pero... Su sola presencia en mi vida hacía que me enojara... Eso y querer besarmelo cada vez que lo veo.
Después de que mencionara aquello, decidió irse hacia donde estaban los vestidores, y sí, como buena persona no dejaría que se vaya y me deje con las palabras en la boca, eso no se lo iba a permitir a nadie, y menos a él, ¿qué se creía?
— ¿Qué cada que hablo salen tonterías de mi boca? Por dios, Elías, si así fuera entonces estamos iguales, porque todo lo que sale de tu boca son puras tonterías, y estupideces, ¿me oyes? estúpido —digo apenas me cruzo frente a el —Ya me tienes harta tú también, con tus malditas miradas y no solo eso te basta, porque sé que te burlaste de mi porque tengo el maldito chupetón que tú mismo me hiciste.
— Si, pues no creas que yo no vi tu cara de tonta sonriendo cuando yo me reía —me acusa —. Así que no te hagas, que bien que lo estabas disfrutando cuando lo hice.
Tenía razón con su defensa, pero obviamente no iba a aceptarlo.
— Pero como a ti te encanta echarles la culpa a todos y tú no responsabilizarte de nada. Además, ¿por qué estás aquí? Me arrepiento de haberte enseñado a patinar, porque si no fuera por eso, no estarías aquí ahora mismo y todos estaríamos en paz sin habernos vuelto a ver —dice sin arrepentimiento alguno...
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Calla y bésame
RomanceFrío... Es lo que siento cuando estoy patinando, moviendo mis pies con elegancia mientras estos se mueven con facilidad deslizando sobre el hielo, o mientras respiro aquel aire helado, que me hace temblar. Caliente... Sus manos son calientes cuando...