Los planes de Kuchel Ackerman eran casar a su segundo hijo con Eren Jaeger, un magnate del acero originario de Manchester que era tan bueno como acaudalado. Pero no contaba con que su hijo Levi iba a rechazar al millonario más cotizado de Londres, y...
Por más que intentó concentrarse en la clase, sencillamente le fue imposible. ¿Qué había sido todo aquello? Nunca espero tener ese tipo de conversación con el amigo de Eren. Jamás imaginó que ellos podían llegar a ser algo así como... cómplices ¿Estaba Jean de acuerdo con los sentimientos que tenía por Eren? ¿Por qué de buenas a primeras había cambiado de opinión?
- ¿Por qué está ayudándome ahora? – preguntó Levi cuando Jean recogía sus cosas.
- ¿Por qué soy tu instructor? – le respondió el hombre en tono elemental. Después negó con la cabeza y sonrió – digamos que es una prueba Levi, quiero estar seguro de no estar equivocándome contigo – confesó al fin – la confianza no se gana con un acto o dos, así que esto es como el examen final.
Levi parpadeó rápidamente. ¿Una prueba? ¿Una prueba de qué? ¿Qué era lo que pretendía Jean? De pronto sintió como si estuviera hablando con otra persona. Alguien completamente diferente al amigo de Eren. El día anterior le había mostrado su actitud hostil y pregonaba que estaba encantado con que su mejor amigo estuviera listo para viajar en busca del amor y ahora incluso le decía que era más lindo que Armin.
Antes de salir del despacho, Jean le dio un consejo o al menos así lo interpretó él: "Antes de hablar con Eren, analiza muy bien lo que sientes y si tu conclusión es que sientes más que agradecimiento por toda la ayuda que te ha brindado, entonces ve por él, sino, mejor deja que las cosas sigan su rumbo y aléjate de él".
- ¿Está todo bien Levi? – fue la voz de Eren la que se escuchó en el despacho.
- SÍ – respondió con rapidez – solo... solo me quedé aquí para repasar un poco la clase de francés – una mentira más, y le dolía mentirle a Eren, pero obviamente no podía decirle que estaba tratando de darle nombre a lo que sentía por él – lamento haber usado tu despacho sin permiso, yo solo me quedé aquí y ya...
- No me molesta que te quedes aquí, de hecho, puedes usarlo cuando lo necesites – dijo Eren con amabilidad – también podemos practicar el francés si lo que te preocupa es eso.
- ¿Parezco preocupado? – cuestionó el menor mientras tomaba las hojas con sus apuntes.
- Sí, desde hace algunas semanas te he notado intranquilo ¿Puedo ayudarte en algo? – Eren se acercó a él. De verdad estaba preocupado por el muchacho.
- Solo necesito pensar – contestó con aire nostálgico – mi vida ha cambiado mucho y muy rápido en los últimos meses, y yo solo... solo cuento contigo ¿Sabes? No somos nada, y sin embargo me has ayudado mucho, pero supongo que ha llegado el momento de pensar en mí futuro no puedo depender toda mi vida de ti.
- No quieres ir conmigo a Francia ¿Cierto? – preguntó Eren sin ocultar su desilusión.
- El viaje sigue en pie Eren, no es nada de eso ¿Sí? – el menor intentó tranquilizarlo - ¿Puedes leerme otro libro? Me gusta escucharte leer.
- Eso te relaja ¿No? – cuestionó el mayor con mejor humor.
- No te imaginas cuanto.
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