CAPÍTULO 20

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Tenía cerca de cinco minutos despierto contemplando el apacible rostro de su marido. No tenía ni la más remota idea de porque había despertado en la cama envuelto en los fuertes, pero cálidos brazos de Eren. Su último recuerdo era haber hecho el amor con el hombre que yacía dormido a su lado y ahora ambos cuerpos se acurrucaban entre los suaves edredones.

Se pegó más a su cuerpo y aun entre sueños, Eren lo estrechó, pero no se despertó. Por lo general, el mayor no tenía problemas para levantarse por las mañanas, bastaba con llamarlo una vez para que éste abriera los ojos y le diera la bienvenida a un nuevo día.

No obstante, Levi imaginó que con todo lo que había pasado desde su encuentro después del rechazo, Eren debía encontrarse exhausto. Prácticamente su, ahora marido, se había encargado de todo. Eren había llevado sobre sus hombros la responsabilidad de todos los que lo rodeaban, especialmente de él. No solo su vida había dado un radical cambio de ciento ochenta grados, la del mayor también se había visto alterada.

Eren Jaeger era su tesoro personal. Lo mejor que le había pasado en la vida. La persona que había llenado de luz y felicidad su vida y el hombre que lo llenaba de amor a manos llenas. No podía pedirle nada más al destino salvo que le permitiese vivir muchos años a lado de su maravilloso esposo.

Con ternura besó el torso desnudo de Eren, un gesto ya tan habitual para él que podría decirse era su favorito. Después, se deslizó de sus brazos con el debido cuidado para no despertarlo y cuando estuvo fuera de la cama sintió su cuerpo deliciosamente adolorido. Aquello era la inmejorable prueba de que ellos se pertenecían el uno al otro.

En el sillón de una sola pieza que se encontraba en la habitación estaba la camisa que Eren había usado el día anterior. Levi caminó hasta ella y cubrió su desnudez deleitándose con el aroma varonil que aún estaba impregnado en la prenda. ¡Ojalá las historias que Eren le leía fueran reales! pensó. Entonces su marido sería un poderoso alfa protector y él, el omega elegido para amarlo y tener a sus cachorros.

Sonrió ante la línea en la que iban sus pensamientos. Después de lo que había pasado con Farlan, Levi pensó que jamás iba a volver a sonreír y que nunca nadie lo amaría. Pero ahora, ahora podía darse el lujo de imaginar cuan hermoso sería que el pudiera dar a luz a los hijos de Eren.

Con sigilo salió de la habitación y bajó las escaleras hasta la cocina. Cuando pasó por la sala se fijó en el reloj que adornaba la pared y se dio cuenta de que ya pasaban de las diez de la mañana. Él también se había despertado tarde, lo que significaba que ambos realmente estaban agotados.

Se adentró en la cocina con la firme idea de prepararle algo de comer a su marido y sorprenderlo en la cama con el mejor desayuno que hubiera probado en su vida. No obstante, el sorprendido fue él cuando unos brazos lo rodearon por su cintura desde atrás.

- No vuelvas a dejarme solo en la cama cariño – se quejó el mayor con una actitud infantil que Levi jamás había visto y que le causaba gracia.

- Estabas plácidamente dormido amor, no quise despertarte – Levi recargó su espalda en el pecho de su marido disfrutando estar entre sus brazos una vez más – además solo vine a la cocina para prepararte el desayuno – añadió.

- Prométeme que jamás usarás esto en casa para hacer el desayuno – Eren se separó un poco de su cuerpo para señalar la erótica vestimenta del menor – me fascina que mi camisa cubra tu hermoso cuerpo pero no pienso compartir con nadie esta maravilloso paisaje.

- ¡Eren! – golpeó su brazo con poca fuerza, aun se sentía algo avergonzado cuando Eren lo elogiaba y aunque sabía que las palabras del mayor eran verdaderas no podía evitar sonrojarse.

Amor Forzado - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora