Capítulo 1: Trato.

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La niñez es una parte importante de la vida de muchos, las amistades que se forman en esa etapa tienen dos fondos a caer: eternos y secundarios. Extrañamente, T/N se encontraba en el rango de los eternos.

Durante esos años de escolaridad, una disyuntiva creciente se había formado entre esas dos chicas, ahora, de 17 años de edad. Ya no era la misma relación de archienemigas por unos simples sinónimos, ahora se encontraba en juego algo más importante: su corazón.

- Emma, siempre miras a T/N con un aire... ¿Mágico? - se burló uno de los chicos de su grupo de amistades.

- Muy gracioso, Hunter, pero no olvides que alguien más mira con otros ojos al rubio Jewett - le reclamó Jenna - ahora, dejen a mi niña en paz, ¿acaso no ven que tiene un gran problema? - les preguntó.

- Un grave problema... De amor, ¿qué caso tiene? - le preguntó uno de los chicos.

Emma suspiró, ella tenía suficiente de los comentarios de los demás.

- Tiene que ver con mi estabilidad emocional, tonto - le respondió - además, no toda la vida se trata de tareas y tareas, Oliver - recalcó.

- Nuestro futuro sí - le respondió.

Emma negó con la cabeza, él nunca comprendería sus angustias, sus deseos...

- Hablando de otras cosas, ¿haremos nuestra reunión anual? - preguntó Hunter.

- Saldré del país - le respondió Jenna.

- ¿Por qué? - le preguntó angustiado.

- Porque... - no escuchó lo demás.

Emma no prestó atención a esa conversación, era la misma odisea de los padres de Jenna y sus viajes al extranjero y blah, blah, blah. En cambio tenía cosas más importantes por escuchar o mirar. Quizás fijar su mirada en T/N no fuera buena opción siendo que ella la había descubierto por cuarta vez... Ella no comprendía porque su obviedad no era evidente, ¿acaso era normal que una chica con la que has competido tantos años te mire, de la nada, con otros ojos?

Quizás no, ya que... No era de la nada, era más un secreto mal guardado a lo largo de los años. Uno muy malo, en verdad. O quizás ella pensará que simplemente, Emma le miraba con odio o rencor. Ni idea.

- ¿Emma? - escuchó.

La rubia miró a sus amigos hambrientos por una respuesta a una pregunta que ella no había escuchado. ¿Qué debería contestar?

- Ajá - fue su primera respuesta a la mano.

- Entonces, está acordado, nos veremos en casa de Emma. No olviden invitar hasta el loco del centro - les ordenó Hunter.

- ¿¡Qué!? - exclamó - ¿por qué en mi casa? - preguntó.

- Porque nos acabas de dar tú consentimiento - se burló Oliver.

- Mamá se enfadará - murmuró.

- Tus padres no sabrán nada, no tocaremos nada y dejaremos limpia hasta la taza del baño - juró Hunter.

- Dudo que cumplas tus promesas - le respondió.

- Sí no lo cumplo... Me declaró a Jewett - sentenció.

Emma abrió sus ojos con sorpresa, esa sí que era una sentencia capaz de satisfacer sus más exigentes custodias.

- Pero... - paró.

No todo iba a ir bien, claro.

- Sí no falló a mi palabra, tú te declaras a T/N - sentenció una vez más.

Emma negó automáticamente.

- Ni por los dioses haría algo así - declaró.

- En ese caso, no haré nada y dejaré sucia hasta la casa del perro - sentenció.

- No tiene perro... - murmuró Oliver.

- Es en sentido figurado - le respondió.

Emma suspiró y miró una vez más en la lejanía a esa chica de ropas holgadas, aún mirando su pantalla celular. Nunca se atrevería a decirle algo relacionado a sus sentimientos, era una clara negación y ella lo sabía: ¿quién diablos aceptaría su afecto?

- Vamos, no es lo peor que pueda suceder. Vas y le dices a esa chica: "oye, me gustas desde que tenemos 9 años, así que, ven a mí y sé mía, T/N" - se burló Hunter acompañado de una carcajada.

- 8 años de edad - le corrigió - y guarda silencio - pidió.

Ella se encontraba a menos de un metro de ellos, y a menos de que esos audífonos fueran defectuosos, podría escuchar sus barbaridades.

- No perderás nada y sí ella te rechaza, sabes que tienes un hombro para llorar - le intentó reconfortar Jenna.

- Maldición... - susurró y con esa firme mirada sobre Hunter, le extendió su mano - trato - sentenció.

Él con esa cínica sonrisa tomó su mano y después de una corta despedida, Emma se quedó en ese lugar, algo nerviosa. ¿Y sí ese imbécil quitaba toda su holgazana energía para hacerla sufrir?

Eso lo iba a averiguar.

[EMMA MYERS] Myers' WishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora