número ocho.

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Haerin se movía vagamente por la cocina tratando de terminar el desayuno, tenía notorias ojeras debajo de sus ojos y se notaba demasiado cansada. No durmieron en casi toda la noche debido a que Eunha no paraba de llorar y de quejarse por algo, Danielle logró hacerla dormir recién a las seis de la mañana y desde entonces no se volvió a despertar. Realmente deseaba que duerma unas horas más para dejarlas descansar un poco.

La puerta del departamento se abrió y luego de pocos segundos dos grandes manos la tomaron de la cintura y unos labios dejaron un beso sobre su marca. Iba a decir algo pero el llanto de su hija la interrumpió haciéndola suspirar del cansancio.

-Ve, yo termino -Dejó un beso en su mejilla y la soltó.

Haerin fue hasta la habitación de su cachorra de casi ocho meses, Eunha se removía en su cuna llorando y frotando sus manitos por su cara, la tomó en brazos y la arrulló con sí para tratar de calmarla.

-Shh, ya, Eunha... Sé que te duelen las encías pero deja de llorar un ratito, por favor -Le ruega afligida a su cachorrita que lloraba a mares en su hombro.

A Eunha le estaban creciendo sus primeros dientes de leche por lo cual sentía molestia constante en sus encías, el pediatra les había recomendado comprar un mordedor y llenarlo de agua fría para que muerda y calme las molestias, también frotar las encías con una gasa pues la presión alivia las molestias pero hasta ahora ni Haerin ni Dani se animaron a hacerlo por miedo y por último remedios de venta libre para niños.

Cuando Eunha tenía seis meses la llevaron al pediatra al ver que babeaba mucho o tendía a llevarse su puño, y el peor de los casos sus juguetes, a la boca para morderlos, ahí Seungmin les hizo saber que le estaban por crecer los dientes y por eso el babeo y la tendencia a morder algo y que por un tiempo iba a tener molestias.

Haerin volvió a la cocina y se sentó en la isla bajándose la enorme camisa para alimentar a su bebé, con su mano libre frotó su rostro suspirando de cansancio. Danielle se sentó a su lado y le dio un sorbo a su té.

-Le hice una papilla a Eunha, amor.

-Lo sé pero no la va a querer y que tome leche es la única forma para que deje de llorar -Suspira- Realmente estoy harta de la situación, ya no quiero escucharla llorar... Y me siento horrible por pensarlo porque sé que le duele.

-¿Tú piensas que no pensé lo mismo? Cuidar un bebé no es fácil, mi amor -Dice tomando su mano- Yo realmente prefiero esta etapa, ¿te imaginas cuando sea adolescente? Eso si va a ser un infierno.

-No lo había pensado así... ¿un adolescente de tú y yo mezcladas?

-Exacto, eso va a ser un batalla campal.
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[...]
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La omega se encontraba sentada en el sillón viendo la serie Merlina en Netflix, su alfa se estaba encargando de bañar a Eunha lo cual agradecía ya que su espalda la estaba matando. Luego de casi media hora Danielle entró corriendo con la bebé en sus brazos y se sentó a su lado.

-¿Y a ti qué te pasa? -Dice burlona pero su sonrisa desaparece al ver que su alfa está apunto de llorar.

-Mira -Acomodó a Eunha en el regazo de la omega- ¿Puedes hacerlo, corazón?

-¡Ma-má!

La omega observó a su hija y luego a Danielle que ya estaba derramando algunas lágrimas. Eunha había dicho su primera palabra.

-Oh, Dios…

-¡¿Oíste?! ¡Me dijo mamá! -Grita eufórica sacando sus lágrimas de felicidad.
               
-¡No es justo! ¡Yo también quiero! Eunha, di mami, ¿puedes decir mami? Ma-mi... Eunha... ¡Oye!

Pero la niña no cedía, simplemente tironeaba de la camisa de Haerin buscando alimentarse, la omega resopló y le dio lo que quería mientras observaba de mala gana a su alfa.

-Tú no tienes ese privilegio todavía -Se burla.

-¡No es justo! Pequeña traidora... ¡Ay!

-¿Qué te pasa?

-¡Me mordió!

Los días pasaban y Haerin no se daba por vencida, cada vez que podía le repetía a Eunha la palabra "mami" para que la diga. Ella también quería experimentar lo que sintió su alfa al ser llamada "mamá" por primera vez.

Y lo logró.

-¡Ma-mi!
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[...]
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-¡Mami, mami, mami!

Haerin sonrió a su cachorrita y la tomó en brazos.

-¿Emocionada?

-¡Sí!

-Bien, vamos porque mamá está abajo esperándonos -Haerin tomó la pequeña mochila de Eunha y las llaves del departamento antes de salir.

Su cachorrita tenía seis años y era su primer día en la escuela, anteriormente la llevaron al preescolar, que para ambas madres fue difícil pues no querían separarse de su hija, sentían que estaba creciendo muy rápido.

Una vez llegaron al establecimiento abrazaron a su hija por varios minutos antes de dejarla ir, varios padres y madres estaban en su misma situación abrazando a sus hijos, otros llorando y otros negándose a soltarlos.

-Pórtate bien, mi amor, ¿sí? Haz caso a la maestra en todo momento -Dice Danielle acariciando el cabello de su hija.

-¡Sí, mami! Prometo ser buena.

-Cuando salgas yo estaré esperándote, ¿sí, amor? Ahora ve y diviértete -Habla Haerin dejando un beso en su mejilla.

Ambas madres vieron como Eunha entraba a la escuela dando pequeños saltitos de emoción, luego de un pequeño rato ambas se dirigieron a sus respectivos trabajos, Danielle dejó a Haerin en el instituto dental donde empezó a trabajar luego de que Eunha cumpliera tres años y ella se dirigió al colegio para dar un examen a sus queridos alumnos.

Cuando Eunha llegó a casa no paró de parlotear de lo bien que lo había pasado y que había aprendido, no paró de hablar hasta que se durmió. Pero al pasar las semanas la pareja empezó a darse cuenta que algo no iba bien, Eunha se veía decaída y ya no hablaba de lo que aprendía.

Danielle observó a su omega y luego a su hija, se relamió los labios y sonrió levemente.

-¿Qué viste hoy en la escuela, bebé?

Eunha simplemente se encogió de hombros y no contestó.

-¿Y si la llevamos a un psicólogo infantil? -Sugirió Haerin.

-Puedo hablar con Minji para que nos saque un turno con alguno de sus colegas -Respondió Danielle acostándose a su lado.

También Eunha mentía sobre estar enferma o que algo le dolía para no ir al colegio.

-¡No quiero! ¡No quiero! -Chilló aferrándose al cuello de su madre.

-Eunha, amor, por favor, vamos a llegar tarde -Haerin trató de apartar a Eunha de Danielle pero esta lloró peor y se aferró más al alfa.

-¡No, no, no! ¡No quiero!

-Nos vas a decir por qué no quieres ir, ahora, Eunha -Exige Danielle separando a su hija de su cuello. La niña solo sollozó y se encogió en los brazos ajenos sin decir una palabra- Si no nos dices vas a entrar al colegio, ¿oíste?

Eunha se removió hasta ser soltada en el suelo, tomó su mochila y entró al establecimiento secando sus lágrimas. Ambas madres se observaron un momento.

-Eso fue rudo, Danielle... -Dice Haerin abrochándose el cinturón de seguridad.

-Lo sé, pero... joder, no sé que más hacer, Haerin. La maestra nos dice que está todo bien, el psicólogo de Eunha no ha dicho nada fuera de lo común… -Suspira frustrada.

Algo andaba mal con su hija.

𝗖𝗨𝗜𝗗𝗔𝗡𝗗𝗢 𝗔 𝗠𝗢 𝗘𝗨𝗡𝗛𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora