❝𝕬𝖑𝖉𝖊𝖆 𝖊𝖝𝖙𝖗𝖆ñ𝖆❞ [ᴛᴏʙɪʀᴀᴍᴀ ꜱᴇɴᴊᴜ]

➤ ❝ [ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 10] ❞

— Kagaya-sensei... — Hiruzen respira agitadamente por el cansancio.

Mientras el hombre sigue caminando y rebuscando en los arbustos.

— ¿Qué quieres, Hiruzen?

Él adolecente se apoya en un arbol, intentando recuperar el aire mientras veía al adulto agacharse y meter sus manos en arbustos.

— Yo... Yo estoy... muy cansado... — Dice dejandose caer contra un árbol con cansancio.

— ¿Y a mí qué? ¿No escuchaste a Tobirama? Nos llevará a comer si encontramos al animalito. — Dice, sin darle atención a su alumno, quien lo veía como si no estuviera hablando en serio. — Además, recien tienes unos... ¿Quince? ¿Qué tanto cansancio tienes? Mocoso débil. — Mira con desprobacion al menor y se da la vuelta.

Él chico solo suspira, levantándose mientras sigue al adulto.

— ¿Todo esto por una comida? ¿Qué tal si el animalito ya esta muerto? — El mayor lo gira a ver.

— ¿Ah? No, claro que no, debe estar vivo, y claro que por una comida. — Kagaya golpes la cabeza del adolecente, negando con la cabeza. — Y Tobirama tiene a Kagami y Danzo, son tres, tienen más probabilidades de encontrarlo. — Se encoje de hombros y vuelve a caminar, mirando entre arbustos.

— Uhm...

La misión trataba de buscar a un animal, no habían dado detalles de que tipo, dijeron que era pequeño y callado.

— ¿Usted y Tobirama-sensei ya... no se odian? ¿Se besan y esas cosas? — El menor se acerca al lado del pelirrojo, recibiendo una mirada del mismo.

— ¿Qué te importa?

— Lo siento...

— Ay, no. Lo siento, es que es un tema incómodo desde hace unas semanas. — Explica con sonriendo mientras mira al chico.

— ¿Por qué? ¿Sucedio algo?

— Ay, ¿Qué te importa, Hiruzen? Eres un metiche. — Él suspira molesto yendose para no escuchar al adolescente.

— ¡Pero usted hace que lo sea! — Se queja corriendo detrás del adulto.

— Sh, sh, cállate, hay que buscar a la cosa para poder comer.

El menor bufa molesto, se agacha mirando entre arbustos y metiendo la mano.

— ¡Ay! ¡Hay espinas aquí! — Saco su mano, viendo como tenia espinas en los dedos y en la palma.

Kagaya se acerco y agarro la mano del adolescente.

— Pf, no es nada, no seas llorón.

— Kagaya-sensei, no creo que lo encontremos...

— Con esa actitud no, Hiruzen.

Probablemente llevaban más de medía hora buscando.