Miel se marchó de Beacon Hills hace mucho tiempo. Ahora volvió, con un niño y para sorpresa de Derek Hale, es su hijo.
El corazón de Miel ahora se verá disputado por su primer amor, Derek Hale y su nuevo amor, Scott Mccall.
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En el transcurso de un mes las cosas fueron como debían, agradables y confusas.
Aunque deje de preocuparme por sentimientos y había decidido enfocarme solo en mi hijo. Algo egoísta de mi parte, considerando que mis decisiones no solo afectaban a mi persona, sino, que había dos corazones más.
Hoy era luna llena, y aunque Benjamín había estado practicando, entrenando con Scott y Derek, aún Temía por él.
Benjamín ya se encontraba inquieto, así que lo primero que hice fue dejarlo tranquilo. Ahora mismo jugaba en el jardín trasero con varias ramas.
Peter había llegado de visita y yo no podía estar más a gusto con su presencia.
—Me alegra que vinieras —dije, tendiéndole una cerveza ya abierta.
—Tenía que hacerlo, esperaba poder a estar a solas contigo —respondió, aceptando la botella.
Ladee mi cabeza y me acomodé en el sofá.
—¿Por qué? ¿Querías hablarme de algo?
Era extraño pensar cuanto tiempo había pasado, pero Peter había cambiado mucho. Aunque sus ojos azules seguían siendo los mismos.
—No fui una buena persona, Miel —declaró, sin quitarme los ojos de encima— es la razón por la cual Derek le molesta que Benjamín tenga mi nombre y por la cual no estoy en la manada de Scott.
—¿Qué puedes haber hecho que sea tan malo, Peter? —cuestioné, dando un trago a mi batido.
Peter hizo una mueca, pero aun así, me confío lo que había hecho.
—Asesine a Laura, Miel. . . Ella no estaba la noche del incendio en la casa —confesó— quería ser el alfa, así que lo hice. Yo convertí a Scott, intenté matarlo, asesine a Kate Argent y traicione a los chicos tantas veces.
La tristeza en sus ojos estaba vigente. Veía el arrepentimiento.
Aunque Peter me contará mil y una veces lo que había hecho. Mis ojos seguirían viéndolo como el único que estuvo para mí cuando lo necesitaba. El único que llamó cuando despertó del coma y que, al menos, conoció a mi hijo por su voz.
—Bueno, Kate se lo merecía, Peter. . . Asesinó a toda tu familia, pero, ¿Laura? Era tu sobrina.
Desvió la mirada.
—Lo sé. No hay justificación. Te lo he contado porque. . . Creo que mereces saber quién soy realmente.
Era lindo saber que Peter, mi mejor amigo, aún estaba allí.
—Siempre supe quién eras, Peter —aclaré, tendiendo una de mis manos hacia su rostro— me importa muy poco lo que has hecho. Pondría mi vida en tus manos o la de Benjamín, sé que jamás me traicionarías.
—Ven, pequeña Miel —gruñó, antes de abrazarme fuertemente— nunca olvidaré que fuiste tú la que se ocupó de mí cuando tenía el %80 de mi cuerpo quemado. ¿Sabías que podía oírte? Oí, cuando te despediste.
