La música viene del motel y es tan atronadora que sólo podría permitirse en un lugar así de lejano a la ciudad. Es como si estuviera en una fiesta universitaria estadounidense, como las fiestas a las que llegué a asistir en mi tiempo como estudiante. Veo muy factible que ya esté alucinando, pero, alucinación o no, voy dentro del edificio.
La música es alta y la gente baila, cada quien según su ritmo y estilo —no veo a una sola persona sentada— es divertido de ver, algunos incluso están saltando. Hay muchos hombres que se ven como tipos duros y mujeres enseñando mucha piel en áreas de piernas y pechos, personas de diversas edades. Ni con el mayor grado de intoxicación por alcohol podría tomar esta situación como algo regular que se vive en Corea, esta es una fiesta para gente desinhibida.
Me paseo por la habitación hasta que una chica se para frente a mí, cortando mi camino, se queda mirándome con mala leche, hasta que, sin más, sonríe y tira de mi mano —parece que decide que le agrado— y me saca a bailar. Me da vergüenza, pero tomo un trago largo más de mi botella y lo enfrento, aquí no me conoce nadie y mañana lo puedo olvidar. Independientemente de lo que haga a partir de ahora, ya este es el peor día de mi vida. La chica me tira con ella en medio del círculo de baile y me incita a bailar. Baila como una chica coreana no podría hacerlo delante de sus padres o personas en quienes quiera dejar una buena impresión, pero aun así baila muy bien, es alguien que sabe cómo mover su cuerpo. No bailo tan bien como ella, pero me muevo e incluso salto, algunas canciones las canto.
Quiero quitarme los zapatos altos, pero soy tan sensata que incluso ebria, miro al piso antes de hacerlo. Hay vidrio y cuerpos extraños esparcidos por todas partes. Eso no me alienta para nada.
— ¿Te casaste? —grita la voz de un chico cerca de mi oreja. Volteo y encuentro a un hombre atractivo, su piel pálida, como suelen tenerla los coreanos y su cabello rubio, me atrevo a apostar, decolorado— ¿O lograste escaparte de sus garras?
—Me casé —enseño mis anillos, elevando mi mano— Pero él es tan insípido que necesitaba un respiro—es natural para mí coquetear con un hombre así, incluso si no planeo llevarlo a más, es un hombre que desprende energía sexual.
Me sonríe. Le gusto y le gusta lo que oye. Le devuelvo la sonrisa coqueta.
Estoy por preguntar su nombre cuando unas manos se enredan alrededor de mi cintura y un pecho se pega a mi espalda. Sucede cuando hay un cambio de música, lo que alimenta la sensación de estar en medio de un sueño. Tiran de mí hacia atrás, yo suelto un grito y el chico que me sostiene, me da la vuelta.
— ¿Qué estás haciendo? —dice sujetándome por los hombros. Está tenso y acalorado, ¿me estaría buscando? Suelta mis hombros, cuando nota que se está tomando confianzas.
—Estoy celebrando en mi luna de miel —le digo también en tono juguetón— ¿Y tú?
Una chica pasa junto a mí con una bandeja de lo que creo, son chupitos de soju. Tomo uno de inmediato y lo bebo. El ardor rasga mi garganta, ya acostumbrada al sabor suave y dulzón de la champaña ¿En dónde dejé la botella?
—No sabes quién sirvió eso —sus ojos me juzgan— no conoces a nadie aquí. Alguien te puede hacer daño.
Es evidente a quien le hicieron más efecto los tragos. Me siento atrevida y juguetona y él está tan serio. Yo solo quiero hacer que se enoje más.
—Tampoco te conozco a ti —engancho mis manos detrás de su cuello. Soy mucho más baja que él, incluso en los tacones más altos que he usado en la vida—y también podrías hacerme daño. Si estoy aquí es porque tú me trajiste.
—Tu misma me recomendaste que no lo hiciera, porque iban a descubrirme —me recuerda lo que dije en su auto— te traje aquí, pero quiero evitar que te hagas daño.
Lo observo y lo siento con todo mi cuerpo, más cerca de este chico de lo que lo he estado nunca.
—Ahora me gustaría que me hicieras daño —me elevo en las puntillas de mis pies, en un suspiro, para estar más cerca. Estoy siendo insinuante, ni siquiera pienso las palabras antes de decirlas y eso tampoco me importa en este momento.
El chico de antes era sexy e incluso podría estar con él, porque me siento juguetona. Pero este chico… Este chico. Tiene la boca más atractiva que he visto, la mandíbula fuerte y marcada, la piel más suave. Sus ojos son más que profundos y su cuerpo, bueno, nunca sentí estas ganas de arrancar un traje de un cuerpo. Siento su calor corporal, su aroma, la suavidad de su cabello que roza mis dedos enredados tras su nuca y estoy embriagada de una manera que no involucra algún tipo de alcohol. Él es material +18 para mujeres, incluso si no es tan guapo como lo describen.
Niega con la cabeza, pero en contradicción a eso, una sonrisita coqueta aparece y me rodea la cintura con su brazo, recibiendo mi cuerpo contra el suyo. Se siente demasiado bien para ser un gesto tan pequeño.
—Han sido suficientes tragos p…
—Seung —el grito rompe a través de la música, cortando las palabras de He Seung. Tengo un momento de conciencia en el que me preocupa que lo hayan reconocido, pero no es así. Encuentro a la persona que gritó su nombre y lo reconozco. Es uno de sus amigos.
Eun-ji —otro miembro de la banda— le hace señas sobre su cabeza, indicando que se acerque. He Seung me empuja delante de él y me insta a caminar primero. Nos acercamos al chico, que descubro, no está solo. Es un grupo grande, de al menos 15 personas, los cuatro miembros de la banda están aquí, junto a varios chicos y chicas.
— ¿Qué hacen aquí? —pregunto a He Seung, antes de reunirnos con ellos.
—Yo les pedí que vinieran.
— ¿Por qué?—Me molesta la idea— ¿no has tenido suficiente concurrencia de gente este día?
—Iba a ser un infierno, pasar la noche solos —su punto de vista— en una habitación pequeña y fea. Apenas dirigiéndonos la palabra. Como antes, en el carro.
Tal vez yo lo prefería.
— ¿Así que ahora tengo que pasar la noche con un grupo de gente que no conozco? —no me parece.
—Es lo que estabas haciendo hasta ahora, ¿no?—su tono es duro mientras me guía de la cintura, estamos llegando con sus amigos— y la estabas pasando bien.
Si la estaba pasando bien y aunque me fastidie reconocerlo, la sigo pasando bien, muy bien, después de juntarnos con sus amigos. Bailamos, bebemos y cantamos. La gente se da cuenta de que Somnia está entre ellos, pero están tan borrachos que no lo razonan mucho, los coreanos beben muy rápido, así que aunque apenas dan las 2:30 am, casi todos están demasiado tomados. Los chicos del grupo bailan y la pasan bien, están todo el rato tratando de animar a mi nuevo marido amargado. Al final, lo consiguen, Seung se suelta y básicamente se vuelve el rey de la fiesta, el carisma que desprende me deja con la boca abierta, tal vez literalmente, porque estoy ebria.
Me doy cuenta tarde—una hora entera después— de que las chicas que vienen con Somnia, son parte de un grupo de K-pop que me gusta. No soy la mayor fan del grupo, pero he escuchado su música por años.
—Minseo, soy Minseo —me dice uno de los compañeros de banda de Seung, llamando mi atención en plena fiesta— les conseguí una habitación —indica y me hace un gesto con la mano— ven, te voy a llevar ahí, con el equipaje —de hecho, lleva nuestras maletas a cuestas.
Lo sigo, abriéndonos camino entre el cúmulo de personas.
Vamos por un pasillo oscuro y a través de escaleras y de nuevo por un segundo pasillo. Llegamos a una salita con cinco puertas, dos a cada lado y una al fondo que indica ser el baño. Él entra en una de ellas y voy tras él, creo que entramos en la segunda puerta a la derecha. Debería prestar más atención.
—Pedí todas las de aquí—creo que habla de las habitaciones. Deja las maletas a un lado, en el suelo, donde no estorban— y otras más.
Me dejo caer en la cama medio minuto después de entrar. Libero mi cabello de la cola alta —lo he llevado sujeto toda la noche y no soy buena usando el cabello recogido— las hebras cuidadosamente onduladas por mi estilista, caen hasta el final de mi cintura.
—Aquí van a dormir Seung y tú —dice en tono de disculpa y vuelvo mi atención a él— no había suficientes habitaciones para todas las personas que somos, así que les toca compartir.
No me importa compartir habitación con Seung, pero se ve que a Minseo le preocupa que vaya a incomodarme. Una botella antes del punto en el que estoy ahora, tal vez me habría importado.
—Está bien —digo soltando un suspiro exagerado, luego me dejo caer sobre mi espalda y todo me da vueltas, veo titilar y desplazarse los múltiples focos distribuidos por el techo, cuento seis o siete de ellos.
—Estás demasiado tomada —determina Minseo— compré algo de camino, vuelvo en un minuto.
— ¿Te vas?
Lo escucho moverse por la habitación y me levanto tan rápido que estoy a punto de caer, Minseo me coge del brazo, estabilizándome y me hace volver a sentarme.
—Quédate aquí —pide—- voy a buscar las cosas que compre ¿Vale? Traeré a Seung conmigo. No está menos ebrio de lo que estás tú.
Se va sin más. Me siento como una niña, quitándome con torpeza los tacones, el vestido de bodas es todo de encaje, de mangas largas y cuello alto. Es un vestido corto, así que use sandalias mega altas, que hicieron mucho por estilizar mis piernas cortas.
Me veo en el espejo de la habitación, aun sentada en la cama. Pase de ser una novia estilizada, elegante y juvenil, a una niña esperando que su madre termine de arreglar su cabello para su primera comunión. Me causa risa, así que sonrío a mi reflejo, es una sonrisa de dientes completos.
Pienso que el mundo tiene suerte de que yo sea una borracha tranquila.
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Canciones sobre otros amores
RomansaSoy una mentirosa. Mentí a mi padre durante años, lo hice con la frente en alto y la cara bien lavada. Mentí sobre la carrera universitaria que estaba estudiando y que el pago. Mentí nuevamente, cuando el enfermo y me pidió hacerme cargo, súbitamen...