Dolor y gritos resonaban en el campo de batalla, donde la muerte se manifestaba en cada rincón. Cadáveres esparcidos como testimonio de una guerra sin piedad. Sin embargo, en medio de ese caos, dos individuos se enfrentaban con miradas que perforaban el silencio.
Un silencio que no conocía el bien ni el mal, solo ideales sosteniendo armas que estaban destinadas a chocar. El hombre de estatura baja, con ojos que destilaban odio y un rencor indescriptible hacia la humanidad, irradiaba una aura roja carmesí. En esos ojos se reflejaba la mirada de un demonio, ansioso por sembrar caos y destrucción, un ser profundamente enfadado con la raza humana. Su energía violenta marcaba su paso, y el aura que liberaba incineraba todo a su alrededor, sin dejar esperanza para aquellos que se atrevían a cruzarse en su camino.
Por otro lado, su oponente era todo lo contrario. Un hombre enmascarado, sus expresiones ocultas tras la máscara onix, pero con un algo peculiar en su presencia. Incluso un shinobi experimentado sentiría una leve intranquilidad al enfrentarse a un jinchuriki como él.
La antigüedad de la armadura que portaba llamó la atención del demonio. Parecía sacada de las historias que alguna vez había escuchado. Fue entonces cuando captó un pequeño logo, un collar dorado con forma de remolino, que no muchos reconocerían.
Ahí lo comprendió: se trataba de un Uzumaki y, además, uno poderoso.
—Pobre criatura —exclamó el humano, permitiendo que su cabello dorado asomara por debajo de la capa. Sus ojos brillaron con un inquietante color jade suave, traspasando la oscuridad de la cuenca de la máscara—, dominada por el odio, ciega ante las enseñanzas de su maestro, y maldito sea el hombre avaro.
Aquellas palabras resonaron en el aire, llegando a los oídos del hombre demoníaco. La vanidad expresada por su oponente lo enojó profundamente. En un estallido de furia, se lanzó hacia él en cuatro patas. En ese momento, la aura roja que lo envolvía tomó la forma de una bestia, transformándose rápidamente en una criatura enorme.
El bijū de tres colas finalmente reveló su forma. Sin embargo, algo no estaba bien. Asahi era consciente de que los bijūs poseían consciencia e inteligencia. Este bijū no parecía hablar; era como si fuera una bestia sin control.
—Y tú... el hombre que porta al tercer protector, has perdido tu camino. —exclamó el enmascarado con solemnidad. Sus ojos verdes pronto brillaron con fervor, la oscuridad reemplazó el blanco de su esclerótica.
Esta vez, usaría las habilidades de ese desconocido ojo, el Jogan. Observó el flujo de chakra de su enemigo, cada punto débil que poseía, y ahí notó algo extraño; no fluía salvaje, estaba demasiado agitado, demasiado controlado.
Esa anomalía intrigó al enmascarado. Por ahora, decidió concentrarse en el jinchuriki y, más tarde, investigaría aquel suceso extraño. Se lanzó en su contra, desvió la garra de su enemigo con la katana con suma facilidad y aprovechó ese instante para propinarle un golpe.
Justo cuando su puño se dirigía directo hacia el estómago, el jinchuriki con sus tres colas lo apartó en un solo movimiento brusco. Sin pensarlo, usó su brazo izquierdo para soportar las tres colas.
Al recibir el impacto, fue enviado lejos, dejando una marca de arrastre bastante larga, quizás de dos o tres metros. Afortunadamente, no era un humano ordinario; de lo contrario, habría muerto allí mismo.
Arrodillado, con el filo de su espada clavado en el suelo, se levantó. De la nada, el escenario comenzó a desprender un brillo extraño, y notó en el jinchuriki una postura inusual.
Su cabeza alta y las tres colas alineadas perfectamente; en el centro de la cabeza, se estaba formando un círculo. Era peligroso; podía sentir el poder que esa bola estaba acumulando.
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Ecos del Olvido: El Shinobi que Desafió al Destino[運] -Naruto fanfic-
FanfictionEn un mundo donde el destino parece controlar los hilos de la existencia, un shinobi olvidado desafía esa noción. Aunque su nombre se ha desvanecido de los registros, su influencia secreta ha dado forma al mundo ninja tal como lo conocemos. Con una...