𖹭⠀࣭⠀Capítulo Diez

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Zúrich, 20 de diciembre 

Si Suiza ya era considerado un país bello, definitivamente verlo en diciembre era una completa maravilla, o al menos eso pensaba Sunghoon, Suiza era un país magnífico, único, completamente encantador. 

—Vamos Hoon, va a encantarte, te lo juro —sonrió Jake, extendiéndole la mano. 

—No, no lo creo —negó, dando un paso hacia atrás—, podríamos tener un accidente. 

—Enserio... ¿No confías en mí? Estaré contigo —sonrió—, será divertido, lo prometo. 

—¿Es un buen momento para decir que no tengo idea de cómo andar en trineo? —rió nervioso el menor. 

—Podemos ir juntos, estaré aquí y voy a protegerte —le sonrió—. Vamos, cielo, yo te cuido. 

—Bien —asintió, aún con inseguro y tomó su mano. 

Sunghoon no pudo negar que se divirtió mucho esa mañana, Jake se encargó de que disfrutara completamente de la experiencia y sí, cayeron un par de veces, pero eso solo logró hacerlos reír. 

Sunghoon tenía una bonita sonrisa, Jake creía que sin duda era la más linda que había visto y sus ojos, esos estaban llenos de encanto, brillaban de una forma tan única que no podía pensar en nada más. 

Esquiar, escalar y simplemente caminar en la nieve habían sido una completa maravilla, aunque Jake comenzaba a cuestionarse si es que el veía todo maravilloso por el simple hecho de estar con Sunghoon a su lado o si de verdad era un país mágico. La risa de Sunghoon interrumpió sus pensamientos, mientras una bola de nieve lo impactaba. 

—¿Tú enserio hiciste eso? —Lo miró con una sonrisa. 

—Puede ser —rió, lanzándole una más—, venga, defiéndete. 

—Esto es guerra, belleza. 

Y con eso una serie de risas, completas carcajadas surgieron de los labios de ambos, hasta que, rendidos, cayeron al piso, mirándose a los ojos. 

—Esto sí que fue divertido. —murmuró el menor. 

—Sin duda que sí... —Se levantó, extendiendo la mano hacia el otro—. Vamos, te tengo una sorpresa. 

—¿Sorpresa? —preguntó con una sonrisa, tomando su mano y levantándose también. 

—Sí y ni siquiera puedes imaginarlo —Le guiñó un ojo. 

Y realmente fue así, Sunghoon no creía lo que veía sino hasta que entró al lugar tras el australiano, observando todo a su alrededor, completamente impresionado, pero al mismo tiempo intrigado con la idea de Jake, ¿por qué tenía que ser tan extraño? ¿por qué no tomaba lo convencional? ¿por qué cada día para él era como una nueva aventura? No se quejaba, sin embargo, eso no evitaba que quisiera entenderlo, comprender todo de él, porque, aunque intentara negarlo, estaba muy interesado, el australiano robaba por completo su atención. 

—¿Dormiremos aquí? —La sonrisa en el rostro del menor se hizo más grande—. ¿En un iglú? ¿Tú estás loco? 

—Viviremos completamente la experiencia suiza, cariño —asintió—, ¿te gusta? 

—Eres el ser más extraño que conozco, Jake —asintió, guardándose lo demás, deseaba decirle que eso le gustaba, pero debía respetar los límites que el mismo había puesto. 

—Y tú el más lindo —murmuró en voz baja, acomodándose junto a él, mientras Sunghoon lo miraba confundido por su cercanía—. ¿Qué? Podría darte frío y prometí cuidarte de todo, así que eso es lo que haré. 

Sunghoon solo sonrió, acomodándose también, porque sí, podría darle frío y extrañamente, los brazos de Jake siempre le daban calor. 

—Mira, prueba esto —sonrió Sunghoon, dándole un poco de su postre, tomando el mismo la cuchara hasta llevarla a su boca—, ¿delicioso, cierto? 

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—Mira, prueba esto —sonrió Sunghoon, dándole un poco de su postre, tomando el mismo la cuchara hasta llevarla a su boca—, ¿delicioso, cierto? 

—Sí, ¿qué es? —preguntó con una sonrisa, un poco confundido con la acción del menor. 

—Bündner Nusstorte —respondió, creyendo que su pronunciación era buena—, bueno, eso dijo la señora de allá. 

—Está bueno. 

Ambos habían decidido visitar uno de los mercados navideños del lugar, pensando en que eso podría tomarles poco tiempo, claramente un error, pues Sunghoon se propuso probar todo lo que pudiera, comprando cada comida, postre o dulce extraño que le ofrecieran, para después darle la mitad a Jake, obligándolo a comer. 

Extrañamente el australiano solo asentía y comía, nada propio de él, no le gustaban las cosas dulces, pero ahí estaba, probando todo lo que Sunghoon le ofrecía, solamente para poder seguir viendo la sonrisa en su rostro. 

—Hoon, cariño, estoy agotado —suspiró el australiano—, ¿podemos sentarnos un momento? 

—Oh, lo siento —murmuró avergonzado, se había dejado llevar por la emoción. 

—Es que soy viejo —rió, guiñándole un ojo—, ya no tengo tu energía, belleza. 

—Cállate —rió también, mientras sus mejillas se pintaban de rojo—. He pensado, no hemos hablado con nadie desde que empezamos este viaje... 

—Personalmente no necesito a nadie más, cielo, tú estás aquí, con eso es suficiente para mí —sonrió de forma genuina. 

—Estoy hablando enserio, Jake, ¿no te preocupa que tu familia no sepa nada de ti? —Lo miró confundido. 

—Hoon, mi familia y tu familia saben que te secuestré —Se encogió de hombros—. Incluso prometí a tu madre que iba a cuidarte, no te preocupes más, solo disfruta. 

—¿Tu hablaste con mi madre? —Lo miró aún más confundido. 

—Todo el tiempo, cielo, planeo ser su yerno, debemos estar en continuo contacto, quiero que me adore —dijo, ruborizándolo de nuevo. 

—No vas a ser su yerno Jake... 

—Claro que sí, belleza, en algún momento aceptarás tu destino y sí no, puedo secuestrarte lo que nos resta de vida —bromeó, haciendo reír al menor—. Me encantaría conocer el mundo a tu lado, dejaría todo por eso. 

Sunghoon estaba teniendo un conflicto interno con eso, ¿él hablaba enserio o solo bromeaba? ¿Por qué Jake era tan difícil de leer? 

—Ya, no sigas pensando en mí, vamos, aún tenemos mucho por ver —tomó su mano, llevándolo junto a él y Sunghoon, esta vez no se opuso, contrario a eso, se permitió caminar por las calles de Zúrich tomado de la mano del australiano. 

Zúrich fue testigo de cómo dos corazones se abrieron, para comenzar a latir por la sonrisa de alguien más. 

¿qué quieres de mí? ★ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora