𖹭⠀࣭⠀Capítulo Dieciséis

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Tocó un par de veces más hasta que escuchó una risueña voz responder que ya abría, seguido de un estruendoso golpe y algunas carcajadas. 

La puerta se abrió segundos después, dejando ver a Sunghoon completamente sonrojado por el alcohol y con una sonrisa divertida en su rostro. 

Sonrisa que se borró de golpe al verlo, mientras le cerraba la puerta en la cara. 

—Sunghoon por favor, solo quiero hablar. 

La puerta lentamente se fue abriendo de nuevo y Sunghoon lo miró, esta vez de forma detenida, sin saber que decir. 

—No estás en Suiza —murmuró, siendo controlado por su cerebro alcoholizado—, ¿por qué? 

—Suiza dejó de ser mágico cuando me dejaste —se encogió de hombros—, ¿estás solo? ¿Puedo entrar? 

—¿Heeseung, Lily o Nina? —preguntó—. ¿Quién te dijo dónde encontrarme? 

—Los tres en realidad —soltó con sinceridad, entrando a la habitación cuando el menor se lo permitió. 

—Debí imaginarlo —suspiró, ya tendría tiempo de enfadarse con ellos cuando estuviera sobrio—. ¿Por qué estás aquí, Jake? 

—Yo... necesitaba hablar contigo 

—¿Sobre qué? —Lo sabía, se lo estaba haciendo difícil, pero no lo podía evitar. 

—Sobre nosotros, sobre Suiza, sobre anoche —respondió, divagando—, sobre lo que escuchaste y sobre mis sentimientos. 

—Eso ya lo escuché perfectamente, Jake, se lo que fue para ti esa noche y enserio, no te culpo por ello, pero debes dejarme tranquilo para que yo pueda tener el debido proceso de sanación —suspiró, sentándose sobre la cama—, ya somos amigos y extrañamente me agradas, así que solo necesito tiempo para volver a ser yo. 

—No, Sunghoon no, lo que escuchaste, esa tontería, solo era yo siendo un idiota —negó—, fui un completo estúpido que tenía miedo de aceptar lo que sentía... 

—¿Miedo? —preguntó confundido. 

—Sí, yo estaba asustado por todo lo que estaba sintiendo y esa llamada con Beomgyu, fue una estupidez ¿sí? No sé ni siquiera porque dije todo eso, yo... —detuvo sus palabras, odiaba lo que le estaba pasando, odiaba no saber cómo expresar todo lo que Sunghoon le estaba haciendo sentir. 

Se sentó a su lado en la cama, quedándose ambos en silencio, mientras Sunghoon recargaba su cabeza en el hombro del mayor, ¿qué estaba pasando con ellos? 

—Te amo, Jake, estoy tan estúpidamente enamorado de ti que quise escapar cuando supe que no sentías lo mismo —murmuró en voz baja, casi inaudible—, ¿tú sabes lo que sientes por mí? 

Jake guardó silencio, por supuesto que lo sabía, pero odiaba no encontrar su voz para expresarlo en ese momento, así que solo asintió, aunque él no pudiera verlo. 

—Estoy cansado y es de madrugada, quiero dormir —Sunghoon murmuró ante su silencio, levantándose solamente para acomodarse en la cama—, tomaré el lado derecho, quédate en tu lado. 

El menor se acostó, dándole la espalda, mientras su cerebro comenzaba a atormentarlo, no podía dormir, se le hacía tan difícil hacerlo teniendo al australiano tan cerca sin poderlo abrazar. 

Jake se sentía de la misma manera, pero el, siendo de más acciones que palabras, ignoró la petición de Sunghoon y pasó su brazo por el abdomen del menor, acercándolo a él, acurrucándose juntos. 

—Duerme bien, cielo —suspiró, dejándose caer en el sueño también. 

A la mañana siguiente Sunghoon despertó con un terrible dolor de cabeza, sintiendo la cabeza estallarle

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A la mañana siguiente Sunghoon despertó con un terrible dolor de cabeza, sintiendo la cabeza estallarle. 

—Supuse que tendrías resaca —escuchó la voz de Jake llenar sus oídos—, toma esto. 

El australiano le ofreció un jugo de naranja y un par de pastillas, junto a una pequeña sonrisa. 

—Te volverás un alcohólico si sigues bebiendo así —le regañó, sentándose a su lado en la cama, observando al menor cerrar los ojos de nuevo—, ¿qué tal si te das un baño y yo pido el desayuno? 

—Eso me gustaría —asintió el menor, levantándose al fin de la cama. 

20 minutos después Sunghoon salía del baño con un semblante completamente distinto, uniéndose a Jake en la pequeña sala, donde ya se encontraba el desayuno. 

Ambos comenzaron a comer en silencio, sintiéndose fuera de lugar, uno por la confesión que había hecho esa madrugada y el otro por no haber reaccionado de forma correcta a la declaración. 

—¿Podemos hablar? —preguntó el mayor. 

—He escuchado esa oración demasiadas veces estos días —suspiró Sunghoon. 

—Por favor... 

El menor asintió, dejando la comida a un lado, concentrándose solo en el hombre frente a él. 

—Sunghoon yo... —detuvo sus palabras, soltando un suspiro frustrado—. No sé porque me es tan difícil hablar de lo que siento por ti... 

—Quizá es porque en realidad no lo sabes —sonrió con comprensión. 

—No, si lo sé, yo sé lo que siento por ti —se levantó y sacó una bolsa de papel de su maleta, entregándosela al menor, quien solo lo miró confundido—, son las fotos que tomé durante el viaje que hicimos, no sabía lo que sentía hasta que las vi y creo que no hay mejor forma para que tu sepas también. 

Sunghoon asintió, sacando las fotografías de la bolsa, suspirando al comenzar a verlas. 

Sonrió, las primeras fotos eran de paisajes, lugares lindos que habían visitado y más, hasta que siguió viendo y comenzó a entender a lo que se refería Jake. 

Las fotos en las que solo había paisajes antes habían comenzado a enfocarse solo en él. 

Había fotos de cada uno de los lugares que habían visitado, pero en todas, él era el protagonista. 

Sunghoon sonriendo, riendo de forma escandalosa, fotos donde estaba desprevenido, donde se le podía ver con una gran sonrisa y brillo en sus ojos, brillo que ni siquiera había logrado ver antes él. 

—Sunghoon, Suiza era hermoso, sus paisajes también, pero para mí solo estabas tú, siendo lo maravilloso y encantador que eres —Tomó su mano—, no sabía lo que sentía por ti, no hasta que vi esas fotos, hasta ese momento supe que te amaba. 

Los ojos del menor se enfocaron en él, mientras pequeñas lágrimas se formaban, escuchando atentamente al mayor. 

—Sunghoon, yo estoy dispuesto a darte el mundo si así lo quieres, te amo tanto que no me importaría bajar la luna solo para ti —sonrió, acariciando su mejilla. 

—¿Qué quieres de mí, Jake? —lo miró a los ojos teniendo así su momento de verdad. 

—Lo quiero todo Sunghoon, quiero amarte en Suiza, en Brisbane y en cada parte del mundo, quiero tu amor, tus latidos, tus suspiros, quiero todo de ti, sin reservas —sonrió, acercando lentamente su rostro, hasta rozar sus labios y en un instante, devorarse de forma desesperada. 

Suiza había sido mágico, los había hecho conocerse y adorarse, pero Brisbane había sido el verdadero juego final, en donde el amor se había consolidado. Brisbane había sido la ciudad donde su relación comenzó. 

¿qué quieres de mí? ★ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora