𖹭⠀࣭⠀Capítulo Siete

343 52 0
                                    

Ginebra, 02 de diciembre

—Buenos días, encanto —Jake sonrió al verlo salir de su habitación—, ¿qué tal dormiste? 

—Bien, estaba lo suficientemente cansado, caí como roca —Lo miró, pensando en si debía preguntar el de vuelta o no, por suerte Jake le facilitó las cosas. 

—Yo también dormí bien, Sunghoon, gracias por preguntar —sonrió con sarcasmo. 

—Uh, sí que eres molesto, iba a hacerlo justo ahora, ¿qué haremos hoy? 

—Pues este mapa dice que hay 10 cosas que no debemos perdernos aquí —sonrió, mostrándoselo—, creo que es un buen itinerario para hoy. 

—Me gusta —asintió el menor—, pero primero, ¿podemos desayunar? Muero de hambre. 

—Vamos, yo invito —le sonrió. 

—No, no —negó con una sonrisa—, pagaste la cena de ayer, me toca pagar el desayuno y almuerzo de hoy. 

—Yo te invité —rió el australiano—, yo pago. 

—No esta vez —Sunghoon sonrió, saliendo de la habitación. 

Pocos minutos después ambos se encontraban tomando café y un delicioso desayuno suizo en un lindo restaurante al centro de la ciudad. 

—Jet d'Eau es una fuente y según esto, puede verse desde cualquier parte de la ciudad —comentó Sunghoon—, podríamos comenzar por ahí, no nos tomará más de 10 minutos tomar algunas fotos y después ir al jardín inglés. 

Jake asintió de acuerdo, con una sonrisa boba en sus labios, si, iría a donde Sunghoon dijera sin pensarlo. 

—Entonces apresúrate, tenemos mucho por hacer —dijo, volviendo su atención a la comida. 

Jake sonrió por inercia al ver la brillante sonrisa en el rostro de Sunghoon, estaban ahora mismo viendo el jardín botánico, la última parada de su día en Ginebra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jake sonrió por inercia al ver la brillante sonrisa en el rostro de Sunghoon, estaban ahora mismo viendo el jardín botánico, la última parada de su día en Ginebra. Ya habían pasado por la fuente Jet d'Eau, teniendo suerte, pues había un poco de viento, por lo cual una preciosa cortina de arcoíris fue formada. También habían ido a ver el reloj de flores, la silla rota, un par de museos e incluso habían dado un paseo por el lago Lemán. 

No era una mentira decir que Sunghoon estaba encantado con todo e inusualmente alegre, dejando ver una nueva faceta en él, algo distinto. 

—Yo conduzco —declaró, subiendo al asiento de piloto, mientras Jake asentía, con una pequeña sonrisa en su rostro. 

—¿A dónde vas a llevarme, encanto? —sonrió. 

—Lausana, nos quedan un par de horas de luz, podemos buscar un hotel por ahí —Lo miró—. ¿No vas a dejar de llamarme así nunca? 

—Si no te gusta, está bien —asintió, para después mostrar una sonrisa vacilante—, de igual forma siempre creí que ese apodo no iba contigo... 

Colocó la mano sobre su barbilla, fingiendo pensar, soltando un par de sonrisas divertidas. 

—Dime, ¿te gusta más "cielo", belleza? —comenzó a sugerir—, también puedes opinar. 

—Me gusta más "Sunghoon", ¿sabes? Sé que eres con frecuencia muy sinvergüenza, pero tú y yo somos compañeros, no puedes estarme poniendo apodos cariñosos, no es correcto —dijo, aun teniendo su atención en la carretera. 

—Somos amigos también, Hoon —rió—, estás viajando por Suiza conmigo y para eso solo hay dos opciones, la primera es esa, que somos amigos y la segunda es que estas enamorado de mí y te niegas a aceptarlo, así que decidiste venir a este viaje para estar conmigo. 

El menor rodó los ojos, fastidiado, sí que tenía la autoestima y el ego muy alto. 

—Acepté este viaje porque... —se quedó en silencio, pensando en que decir, dándose cuenta de que realmente ni siquiera sabía porque había aceptado. 

—¿Es la segunda opción cierto? —rió el australiano, sin notar la expresión pensativa del otro. 

Sunghoon fingió no escucharlo, mientras se sumergía en sus pensamientos, ¿por qué había aceptado ir con, Jake? Él ni siquiera le caía bien o al menos no en ese momento, pero ahora era diferente, ¿irónico, no? Dos días de viaje y ya estaba logrando confundirlo. 

¿Pero quién podía culparlo? Jake si bien era egocéntrico e irritante algunas veces, otras solía ser agradable, simpático e incluso llegaba a gustarle un poco. 

Detuvo sus pensamientos con esa nueva información que su mente le dio, ¿a él le gustaba Jake? No, imposible, era descarado, coqueto, sinvergüenza, confiado, no era su estilo, nadie en realidad si lo pensaba mejor. Tenía algún crush por ahí, pero nadie llamaba suficiente su atención como para considerar o al menos pensar siquiera en que podían gustarle, no al menos después de su enamoramiento fallido, nadie había logrado capturar su atención de nuevo. Nadie excepto él, el maldito australiano. 

Suspiró, mientras oía el parloteo de Jake, no entendía lo que decía, ni siquiera lo escuchaba, a decir verdad, todos sus sentidos estaban confundidos, tratando de procesar lo que su mente le dictaba, mientras comenzaba a enumerar las razones por las que no debía dejarse deslumbrar por el simpático chico de ojos color chocolate a su lado. 

La primera, según Sunghoon, era que no podía confiar en él, lo cual, si lo pensaba mejor, era contradictorio, estaba haciendo un viaje por Suiza con él, así que, en cierto modo, si confiaba en Jake. 

La segunda sin duda era que el australiano era demasiado, así sin explicaciones, era demasiado extrovertido, demasiado simpático, demasiado confiado, demasiado para alguien como él, que solía entrar en pánico cuando la atención se enfocaba en él. 

—¿Sunghoon? No estas escuchándome —reprochó el mayor, sacándolo de sus pensamientos, mientras lo miraba con curiosidad—, ¿en qué tanto piensas? 

—¿Perdón? —soltó confundido, sin apartar la vista de la carretera, dándose cuenta en ese instante que él estaba manejando, logrando enfocar sus sentidos en esa dirección rápidamente. 

—Dime, belleza, ¿qué tiene tu mente tan distraída? ¿A quién tengo que golpear por robarme tu atención? —sonrió. 

Y Sunghoon sonrió por inercia también, pensando en lo gracioso que era todo, ¿podría el australiano golpearse a sí mismo? Deseaba que sí, nadie lo había tenido tan confundido como en ese momento. 

—No soy bello, Jake —soltó, sin borrar la sonrisa—, y tú eres quien me distrae, hablas mucho y de muchas cosas, no puedo seguirte el ritmo. 

—Lo tomaré como un cumplido —rió—. ¿Ves? Dos días y ya no puedes sacarme de tu mente. 

¿qué quieres de mí? ★ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora