𖹭⠀࣭⠀Capítulo Nueve

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Aigle, Monthey, Bex, San Mauricio, Martigny, Fully, Saxon y Sion fueron los destinos que estuvieron visitando los días posteriores, fue en donde su amistad o lo que sea que tenían, comenzó a crecer, poco a poco. 

Una sonrisa coqueta que fue respondida con una un poco tímida, un cumplido aceptado sin reniegos, la presente falta de correcciones por parte de Sunghoon acerca de los apodos del australiano, las canciones en la radio, las noches de conversaciones y cervezas junto a miles de cosas más los hicieron acercarse, sin siquiera darse cuenta. 

  

Zermatt, 12 de diciembre

Zermatt había sido lo que se consideraba borroso en su historia, ambos se habían encontrado en una pequeña nube de distracción, en donde la compañía del otro pasaba de ser incómoda a agradable, en donde ambos comenzaron a conocerse un poco más. 

Recorrer la comuna entre caminatas largas y paseos nocturnos los hizo demorarse algunos días ahí, añorando un pequeño descanso alejados del mundo. 

—Me gusta aquí, creo que es mi favorito hasta ahora —Sunghoon sonrió, dándole un trago a su cerveza. 

—Es diferente a lo acostumbrado —asintió Jake—, un buen lugar para el retiro. 

—¿Qué? ¿Ya aceptaste que siempre voy a vencerte y quieres rendirte? —soltó Sunghoon con burla. 

—Jamás —negó, soltando una risotada—, me refiero a más adelante, cuando nos cansemos y la edad nos obligue a apartarnos. 

—¿Un retiro en un lugar tranquilo y alejado del resto del mundo? Me gusta, pero no creo que sea tu estilo —Sunghoon sonrió de forma genuina, en realidad no podía imaginar a Jake en un lugar como ese, simplemente no era su estilo—. Creo que te aburrirías aquí, tú eres un chico de la gran ciudad en todo su esplendor. 

—Aunque no lo creas, me gusta mucho la tranquilidad algunas veces —Lo miró fijamente, con el fantasma de una sonrisa en su rostro—. La paz que pueden brindarte algunos sitios o personas, así como la que me brindas tú. 

—Jake... —murmuró en voz baja, sintiéndose tímido nuevamente, notando como el australiano se acercaba lentamente a él. 

—Quiero besarte Sunghoon, quiero probar el sabor de tus labios, quiero sentirlos —Lo miró a los ojos, tratando de tantear el terreno, como pidiendo permiso para hacer lo que su mente tenía días diciéndole—, ¿puedo hacerlo? Porque siento que me volveré loco en cualquier momento si no lo hago. 

—No deberíamos —murmuró, acercándose también. 

—Sé que no, pero yo no dejo de pensar en ello, se me está convirtiendo en una obsesión, no puedo sacarte de mi mente —acarició su rostro con delicadeza, trazándolo, detallándolo—, por favor, necesito ver si así puedo borrar este deseo, necesito saber si besándote puedo sacar a Park Sunghoon de mi sistema, porque estas enloqueciéndome, me estás matando de deseo. 

Sunghoon se dejó consumir por la pesada aura sentimental y al mismo tiempo pasional que los rodeaba y asintió, permitiéndole al australiano acercarse más y con un beso, robarle mucho más que el aliento. 

Zermatt había sido algo borroso, un simple recuerdo dulce y agradable. 

Su recorrido había seguido por Visp, Brig, Obergoms, Lugano, Davos y muchos lugares más hasta llegar a Lucerna

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Su recorrido había seguido por Visp, Brig, Obergoms, Lugano, Davos y muchos lugares más hasta llegar a Lucerna. Lugares en donde no se habló de Zermatt, como si de un pacto de silencio se tratara, ninguno de los dos dijo nada, a pesar de que ambos eran consumidos por los cientos de preguntas en sus mentes. Solo se dedicaron a disfrutar de cada experiencia, tomar unas cuantas fotos y divertirse, ambos experimentaban esa nueva comodidad que sentían uno al lado del otro. 

Jake seguía siendo quien era, un coqueto sinvergüenza sin remedio y Sunghoon, bueno, él parecía más accesible a sus coqueteos, aunque por dentro seguía con sus reservas, no confiar, no hasta estar seguro de ello. 

  

Lucerna, 18 de diciembre. 

—Leí que el mejor lugar para pasar navidad es Stein am Rhein —Sunghoon sugirió. 

—Lo que tú quieras está bien —respondió el mayor. 

Jake estaba inusualmente callado ese día, solo prestando atención al camino, fue entonces que Sunghoon se dio el tiempo de apreciar su perfil, delatando su rostro, aprendiendo algunos gestos. Ambos estaban en un cómodo silencio, mientras la mirada curiosa de Sunghoon se enfocaba en el camino nuevamente, justo cuando el australiano notaba su insistente mirada sobre él. 

—¿Quieres decir algo, cielo? —preguntó el mayor, sonriendo de forma genuina al ver sus mejillas tornarse de un bonito color carmín. 

—En realidad no. 

—¿Qué te parece si escuchamos un poco de música? —sonrió. 

—Pero no música en inglés, no la entiendo —negó riendo, mientras encendía la radio, dejando que una suave melodía llenara sus oídos—. Jake... 

—¿Sí? 

—Me gustaría conocerte —soltó nervioso—. Me refiero a... Me gustaría saber más de ti, ya sabes, porque ahora somos amigos y yo en realidad no tengo muchos... 

—¿Qué quieres saber de mí, cielo? —sonrió—. Puedes preguntar lo que sea, yo responderé todas tus preguntas. 

Y así fue, ambos entraron en una especie de juego, en donde Sunghoon preguntaba cosas básicas, banales e incluso tontas y Jake respondía con sinceridad, incluso a las preguntas más extrañas de Sunghoon. 

En Lucerna aprendieron todo de ellos, hasta sus más ridículos secretos, ahí se conocieron realmente. 

Sunghoon presumiblemente sabía hasta en qué lado de la cama dormía el australiano, los colores que le gustaban, su comida favorita e incluso sabía que amaba limpiar, mientras que el mayor sabía todo lo que el menor detestaba y amaba, desde sus olores favoritos, hasta lo que le gustaba desayunar, ambos conocían cada parte del otro tanto, que podía resultar aterrador para cualquiera. 

En Lucerna aprendieron todo lo que debían saber del otro. Lucerna fue el lugar que ambos escogieron para conocerse al fin. 

¿qué quieres de mí? ★ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora