𖹭⠀࣭⠀Capítulo Doce

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—¿Por qué me invitaste a venir, Jake? —preguntó el menor con duda, concentrándose en los fuegos artificiales. 

—Ya te lo dije, quería sacarte un poco de la rutina —mintió. 

—Prometiste decir la verdad —señaló. 

—¿Por qué insistes con eso, Sunghoon? 

—Porque creo que me gustas y creo que es enserio, pero quiero saber si todo el coqueteo y eso es solo un juego para ti, porque me agradas y no quiero que las cosas se vuelvan incómodas entre nosotros —soltó con sinceridad, mirándolo a los ojos. 

Jake sintió su boca secarse, mientras sus pupilas se dilataban por la impresión y sinceridad con la que había hablado Sunghoon, pensando en que responder, pues en realidad no sabía lo que sentía y no quería lastimar al menor, pero tampoco quería mentirle. 

—¿Sabes qué? Olvida eso —negó incómodo—, finjamos que no dije nada... 

Jake negó sintiendo su oportunidad desaparecer y en un ataque de valentía y miedo mezclados, lo besó, sin pensarlo mucho, solo lanzándose a las emociones del momento. Sunghoon no correspondió al principio, producto de la sorpresa, pero segundos después le siguió el beso, devorándolo con la misma intensidad y voracidad, mandando al carajo todo. 

Ambos se besaron sin cesar, solo deteniéndose para tomar un poco de aire, cuando sus cuerpos no resistieron más, mientras juntaban sus frentes.  

El australiano entonces detalló con paciencia el rostro del menor, como sus ojos estaban casi oscuros y sus labios estaban más rojos que nunca, con su cabello hecho un desastre y las luces del cielo resplandeciendo en su piel, se veía radiante, hermoso, como si de una obra de arte se tratara, era magnífico y Jake deseo poder guardar esa imagen para siempre en el fondo de su mente. 

Sunghoon sonrió de forma vacilante, tomándolo de la mano, adentrándose de nuevo en la habitación, sin ver realmente por donde iba, pues estaba ocupado volviendo a besarlo, no quería separarse, al contrario, quería tener mucho más. 

Retiró con urgencia el suéter del cuerpo del australiano, sentándolo sobre la cama, para después sentarse a horcajadas sobre él, dejando al mayor que retirar la fea prenda de su cuerpo también y de pronto, se sintió intimidado, la mirada de Jake sobre él logra ponerlo nervioso, pero no quiere retroceder, no, desea más, mucho más. 

Toma la iniciativa nuevamente de besarlo, no lo piensa mucho en realidad, no cuando sabe que puede arrepentirse si lo hace. 

Jake trata de acomodarse sobre la cama, aún con Sunghoon sentado sobre él, sin interrumpir el beso, lo levanta de los muslos, acomodándose de manera que pueda recargarse sobre la cabecera de la cama, en busca de más estabilidad, pues cree que puede desmayarse en cualquier momento.  

Sunghoon exige cada vez más, trazando pequeñas caricias sobre el torso del australiano y buscando aún más contacto, se empuja sobre Jake, logrando que la cabeza del mayor se golpee contra la cabecera, ocasionando un sonoro golpe, uno que logra detenerlos por un momento, mismo en el que ambos se miran, antes de romper en estruendosas carcajadas. 

Carcajadas que poco a poco se vuelven silenciosas, hasta que ambos vuelven a mirarse, con la misma intensidad, con el mismo deseo y Sunghoon parece querer decir algo, pero lo olvida, justo cuando Jake lo besa de nuevo, sacándolo de sus pensamientos. 

Caricias, besos, suspiros y gemidos inundan la habitación, ambos recorren sus cuerpos, dejando la piel del otro ardiendo con cada beso, con cada toque, con aquellos simples roces, querían marcarse para siempre, buscar que la huella de sus besos quedara ahí, en el cuerpo del otro, como si de un tatuaje se tratara, que fuese imposible de borrar, que perdurara para la eternidad. 

La madrugada se volvió borrosa para ambos, no pueden recordar en qué momento exacto la ropa desapareció por completo y sus cuerpos quedaron desnudos, expuestos al igual que sus corazones, concentrados en esa bruma de emociones, en esa bruma de deseo y ensoñación de la que no quieren salir. 

Los recuerdos también se vuelven borrosos con el paso de la madrugada, mientras el calor de la habitación los envuelve, están cómodos así, sin pensar en nada más, solo disfrutándose, deteniendo el mundo por un momento, congelándose en el tiempo, con suaves jadeos en el oído del otro. Pequeños susurros incoherentes, pero a la vez tan entendibles, estaban ahí ambos cometiendo un posible error, pero sin preocuparse por ello, ya lo harían al amanecer, cuando la bruma se disipara, ahora querían seguir así amándose sin importar nada más. 

El 24 de diciembre en Stein am Rhein había marcado un antes y un después en la vida de Sunghoon y Jake. 

Noche buena había sido el momento en el que dos almas se unieron, la brillante luna de Suiza había sido el único testigo, mientras que la suave brisa los había acariciado, como un susurro de la noche, uno que los había hecho encontrarse al fin. 

Los fuegos artificiales habían iluminado el cielo, deslumbrándolos, y Jake pensó que ni siquiera todo ese espectáculo había sido tan bello como Sunghoon en ese momento, enredado entre sus brazos. 

Y Sunghoon, por primera vez en mucho tiempo había logrado sentir algo diferente en su pecho, la ansiedad consumirlo, el deseo llenarlo, ambos únicamente por besar los labios del australiano de nuevo. 

Sunghoon soltó un gran suspiro al estar entre los brazos del australiano y volteó hacia él, notando como este ya lo miraba, de una forma tan intensa que logró desestabilizarlo y sin pensarlo mucho, se acercó nuevamente, pasando sus manos por cada detalle del rostro del australiano y lo besó, dulce, suave y al mismo tiempo tan intenso y pasional, que poco a poco los fue enloqueciendo, haciéndolos caer en la bruma otra vez. 

Esa fue la noche que los unió, esa fue la noche en que dos personas brillaron en sintonía y por primera vez, sintieron lo que era amar a alguien más. 

Stein am Rhein les enseñó eso, les enseñó a amar 

¿qué quieres de mí? ★ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora