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-¡Estoy bien! No sé de qué hablas, alfa.

Jisung ignoró su preocupación y se deslizó por detrás, intentando husmear en la comida y relamiéndose los labios con entusiasmo. Por otro lado el ajeno intentó ignorar aquella señal, suponiendo que se trataba de alguna irregularidad hormonal y nada más. Pronto se encontró sirviendo la comida en los dos únicos platos que eran necesarios.

Cuando los posicionó en la mesa Jisung ya estaba sentado con ambas manos sobre su regazo, esperando al mayor como solía hacerlo, con la diferencia de que aquel mediodía eran solo ellos dos. Tomó sus cubiertos para comenzar a comer antes de ser interrumpido por el mayor de forma indirecta al sentarse en la silla de enfrente. Como si un fuerte empujón le hubiese sido propinado, el intenso aroma de las feromonas del líder le robaron un suspiro.

Quiso ignorar como su cuerpo reaccionó sintiéndose caliente y desorientado, sacudiendo con ligereza la cabeza y dando un primer bocado a la comida, a la vez que evitaba el contacto visual con el ajeno. El almuerzo fue y una vez que terminaron e intentó ponerse de pie sus piernas flaquearon.

Todo su alrededor daba vueltas, su visión se volvía casi nula. Jisung accidentalmente dejó caer su cuerpo sobre la silla, debiendo sostenerse de la mesa ante el fuerte mareo que lo atacaba. Comenzó a sudar cuando el aire batalló para alcanzar sus pulmones. Rápidamente el mayor se vio alertado, soltando un insulto por lo bajo mientras tiraba todo a un lado para correr junto al omega.

Alfa de la manada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora