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-Mierda, Jisung, ¿qué te pasa?

La anatomía del menor temblaba con fuerza y sus muslos se apretaban entre sí. Quiso hablar, pero su garganta solo fue capaz de emitir un gemido sonoro cuando los brazos del alfa lo levantaron de la silla e intentaron llevar al dormitorio. Se detuvo a medio camino, en medio de la sala, cuando su poca consciencia le hizo comprender lo que ocurría.

-Estoy... creo que estoy... balbuceó con torpeza, obedeciendo sus impulsos al aferrarse con fuerza a la camiseta del alfa para pegar su cuerpo entero contra el ajeno. -Minho, ayúdame, por favor...

Era extraño, cuanto menos. Sentía un intenso calor comenzar a adueñarse de su cuerpo, además de aquel fuerte ímpetu de incluso antes de llegar a su habitación. Gimió en voz alta cuando la sensación húmeda traspasó sus prendas inferiores y que, efectivamente, su primer celo había empezado.

Por otro lado, el alfa estaba desconcertado. Su instinto lo impulsaba a corresponder la inocente petición de Jisung, siendo consciente de que su propio celo pudo haber sido el desencadenante de aquella reacción en el menor, pero cierto miedo a llegar a dañarlo lo echaban atrás.

Minho suspiró profundamente, llevando ambas manos a la cintura del omega para quitárselo de encima, pero recibiendo a cambio un lloriqueo agudo y la intensidad repentina de las feromonas ajenas, que poco a poco lo llevaban a seguir su naturaleza.

Alfa de la manada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora