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-Jisung, por favor, ¿puedes tranquilizarte? rogó, vergonzosamente preocupado por la propia erección que con facilidad comenzaba a crecer entre sus pantalones. -No puedo ayudarte si no me...

El omega no le permitió acabar la oración, pues había tomado una de sus manos y tirado de él hasta el primer sitio cómodo que encontró: el amplio sofá de la sala. Lo empujó y obligó a sentarse allí, subiendo encima suyo en busca de la mayor cantidad de tacto posible.

-Alfa, tócame.- gimoteó el menor, tomando las manos ajenas para guiarlas nuevamente a su cintura -Sé que estás en celo, puedes utilizarme...

Jisung no estaba pensando en lo que decía y sabía que se arrepentiría pronto; su actitud con el alfa siempre fue tímida y respetuosa, consciente de lo poco probable que era una relación con él. Sin embargo su cuerpo pedía más, y aquel impulso era mayor que cualquier vergüenza.

Las grandes manos del alfa no se apartaron de su cuerpo, e incluso se permitieron recorrer la espalda ajena un poco mientras intentaba acomodar sus ideas.
Era cierto que su celo también había comenzado poco tiempo antes, así como el hecho de que aún no disponía de un omega bajo su lazo. No lo pensó demasiado antes de colar las manos por debajo de la holgada camiseta que el pequeño vestía, llevándolas a su pecho para atrapar ambos pezones entre sus dedos.

Alfa de la manada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora