La condena

36 17 0
                                    

Nos dirigíamos a nuestra antigua casa.
Entonces la escuché decir con ira...
-¡Déjame ver a los niños!
La miré aterrado.
Era de noche, la lluvia caía. Solos, lejos de nuestros hijos, pensé que ese era el mejor lugar para hablarlo.
-Ellos no te quieren- le expliqué.
Yo no quería que vuelva. Quería que nos deje en paz. Ya lo nuestro había acabado hace años. Pero ella seguía tratando de ver a sus hijos. Me seguía pidiendo perdón para acercarse a ellos, pero la verdad, es que yo ya la había perdonado.
-¿Por qué no me quieres perdonar? - me preguntó llorando.
No respondí, simplemente guardé silencio.
Conduje el auto varios kilómetros. Cuando llegué al lugar, estacioné, y bajamos.
La carretera estaba oscura, y mientras las gotas de lluvia humedecían mis zapatos, le recordé el accidente que ella había tenido.
-Mira, el auto quedó dado vuelta, hecho totalmente pedazos. Tú estabas dentro. Y junto a ti viajaba otro hombre. Él sobrevivió, pero tú no. Así fue como descubrí tu infidelidad... igual nunca se lo conté a nuestros hijos.
Al voltear la vi correr hacia los árboles.
Esa noche, antes de ir a casa, le llevé flores al cementerio. Ella no podía ver a sus hijos, ni descansar en paz... Pero yo... yo, no era culpable de eso.
"Quizá no verlos sea su castigo por su infidelidad" -pensé.
Y volví a casa con mis pequeños.

Una noche apareció la llorona; y otros relatos que dan escalofríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora