Capítulo 5.

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No le caígo bien.

Perspectiva de Alejandra.

Miércoles, ya llevo tres días trabajando con el Barça y cada día ese chico me gustaba más, necesito que eso cambie o estaré en serios problemas.

Ayer en su primera terapia no me habló, solo decía lo necesario y hasta ahí, me sentía incómoda y nerviosa por su comportamiento pero aún más por tenerlo tan cerca.

Me encuentro en el campo haciendo las observaciones matutinas.

Balde cae al suelo y se queja tomándose la rodilla izquierda, los paramédicos lo atienden y yo me acerco también.

—Ah duele!.— se quejaba el pobre chico.

—Uy... Esto no tiene buena pinta.— dije cuando revisé fugazmente su rodilla.

—¿Que?.— dijo Balde entre quejidos.

—Probablemente te hayas dañado el tendón tibial.— dije con preocupación.

—Eso significa...?— preguntó él supongo que con miedo de lo que pudiera responder.

—Mira, si está dañado no podrás jugar el viernes pero si mi intuición se equivoca podrás jugar.— le dije con pena.

—Joder que se equivoque...— fue lo único que dijo.

—Vaya, parece que esta chica nos a traído mala suerte.— dijo alguien a mis espaldas, voltee para ver de quién se trataba y lo ví, era el chico guapo que me ponía de nervios, Pedri.

—Perdona?.— le dije con indignación.

—Primero dices que yo solo puedo jugar 30 minutos y ahora dices que Balde no jugará?.— me dijo con seriedad y parecía estar enojado conmigo.

—Sí, pero no entiendo porque dices que traigo mala suerte, además dije que es PROBABLE que no juegue.— lo miré seriamente.

—Simple y sencillo, ahora que tú estás aquí nos estamos desgastando, antes de que llegarás tú todo estaba bien.— dijo cruzandose de brazos, lo que decía no tenía ni el más  mínimo sentido.

Me levanté puesto que estaba arrodillada revisando a Balde. — Llévalo a mi consultorio por favor, Saúl.— me dirigí al joven médico que estaba ayudándome.

—Joven, quiero infórmarle que yo solo hago mi trabajo, que yo haya llegado justo cuando están al borde del desgaste no es mi culpa y mucho menos se trata de suerte, no entiendo porque cree que soy la culpable de lo que está pasando cuando claramente no soy yo la que los obliga a fracturarse o desgastarse... Tengan buen entrenamiento.— dicho eso me fui detrás de Saúl sin esperar más comentarios, me sentí mal por darme cuanta que Pedri pensará eso.

Llegué hasta donde Balde yacía quejándose por lo bajo del dolor.

—Balde, dígame del 1 al 10, ¿cuánto le duele?.— le dije acercándome a la camilla.

—Primero que nada quiero discúlparme por el comportamiento de Pedri, últimamente está comportándose raro y segundo me duele un 8.— dijo un poco más calmado.

—Esta bien, seguro es el estrés... Un ocho?.— me puse manos a la obra a hacer el chequeo necesario, solo esperaba que se aliviara con una terapia para que pudiera jugar ya que no quería hacer realidad las suposiciones de Pedri.

—Bien Balde, según el chequeo es solo un músculo que se contrajo de golpe por el esfuerzo realizado, en el entrenamiento de mañana te supervisaré para asegurarme de que puedas jugar, ten esperanzas. — le dije después de la terapia.

—Gracias doc.— dijo con una sonrisa.

—De nada... Duerme bien y no te esfuerces mucho, te daré algunos ejercicios que debes realizar antes de dormir.— le dije mientras escribía las indicaciones en una página ya que le había dado autorización de retirarse del entrenamiento.

Ya no salí de mi consultorio, no quería ver a Pedri después de lo que pasó.

Perspectiva de Pedri.

No pude concentrarme después de lo que pasó con la fisio, ¿acaso me había pasado con mi suposición?.

Ella se defendió con argumentos sólidos y con sentido, mientras yo solo había dicho mi puto punto de vista.

—Hermano, que pasa con la fisio eh?.— me pregunta Ferran de la nada.

—No entiendo a lo que te refieres.— le dije mirándolo con una ceja arqueada.

—Vamos tío, sé que algo te pasa con ella, de la nada la estás tratando como una mala gente.— explicó, yo solo dije lo que se me vino a la mente en ese momento.

—No me agrada, es todo.— dije sin prestarle atención.

—Claro lo que tú digas.— dijo con sarcásmo.

—Si...—

—Pero porque no te agrada? Te trató mal en las terapias?.— insistió mi buen amigo.

—No es eso, es buena en eso.— le dije, sinceramente no había una razón aparente del porque no me molaba.

—Entonces? No será que... Te gusta en secreto?— dijo coquetamente, bromeaba, sé que bromeaba, no?.

—Que dices, claro que no, ella no es mi tipo en lo absoluto.— dije entre risas y era cierto, ella no me atraía ni me atraería jamás.

—Nunca digas nunca Potter.— dijo para acto seguido irse de mi lado.

Me quedé con la duda, porque no me agradaba la chica?

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Hoy era mi segunda terapia, me estaba dirigiendo al consultorio de la fisio, Ferran me aconsejó que le  pidiera una disculpa pero lo más probable es que no lo hiciera.

Estaba apunto de entrar pero escuché que hablaba con alguien, no parecía que hubiera nadie más así que lo más obvio era que hablaba por teléfono.

—Que si Ruby, él dijo que yo traía mala suerte... Tremendo capuyo.— hablaba de mi? Sí, hablaba de mí.

—Ay ya se pero... Me gusta.—

Madre mía... Yo le gusto a la Fisioterapeuta?

Sin prejuicios - Pedri Gonzáles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora