Así que... eso era todo, una droga, dos cuerpos juntos y corazones cerrados.
Está bien, eso era lo que quería, pero... demonios Kim Dan... tenías que susurrarme esas palabras al oído, aferrarte a mí y besar mi capa de seguridad hasta que esta se desprendiera de mi cuerpo y se asomaran de mi interior todos aquellos deseos reprimidos que me han asechado constantemente, la sombra de un embriagante y placer dudoso hacia la inclinación vaga del amor... un terreno desconocido, doloroso y... aterrador.
Mi profunda desconexión con el mundo interior se hizo más presente que nunca mientras observaba la silueta de tu cuerpo dormitar entre mis sábanas, por la mañana había un combate, uno de los más importantes, y aun así... aun así me encontraba reviviendo una y otra vez el momento en el que tus ojos se cerraron, tu piel acaricio la mía en un abrazo solitario y tu confesión confusa llegó a mis oídos.
Kim Dan, Kim Dan... eres injusto, adelantaste mi pelea, mi mente no paraba de susurrarme cosas que no entendía, y un imperceptible por no decir insignificante dolorcito golpeaba en mi pecho y me molestaba en demasía, no me permitía dormir ni cerrar los ojos, reviví mis pesadillas pasadas aun estando despierto y cada una me gritaba más que la otra, se activó en mi un sentido de alerta, claramente vi plantarse sobre mí un muro de defensa que de otro modo lo hubiera dejado ser... pero este me aprisionaba y en afán de protegerme me apartaba entre barrotes y ladrillos oscuros esperando que el peligro desconocido siguiera de largo y yo pudiera asomarme nuevamente en cuanto nada de eso existiera y me amenazara con volver a hundirme.
Dormiste profundamente, tranquilo, como si no le hubieses tirado el mundo a un hombre internamente frágil, ni revuelto su más escondida incomprensión hacia aquello que temía y no quería revelar... ni a sí mismo.
Dormite, entre sueños me descubría a mí mismo acercándote a mi cuerpo, tal vez buscando calor, o tal vez buscando aquello que me quitaste en cuanto tus sentimientos me fueron recitados, por un momento quise despertarte, exigirte algo, lo que sea, reclamarte, o tal vez lastimarte, no lo sé... pero no tenía realmente un por qué, o podía ser producto de mi mal humor por los últimos eventos que el hueco en mi estómago se sintió aún más profundo, la sombra del pasado acechándome desde un rincón de la habitación, queriendo acercarse a nuestra burbuja de intimidad... no, no. ¡No!
Me rendí, estaba cansado de luchar por esta noche, permití que mi cuerpo se dejara llevar y te apretara contra mi frío ser, te sentías tan cálido que rápidamente entre en un trance letárgico que alivio la tensión, por una noche alejo mis pesadillas y la sombra se quedó quieta en la oscuridad,
Sí, por esta noche, no se acercaría.
Cuando abrí mis ojos y continué con mi rutina común para la pelea del día de hoy, me percaté de una maravilla...
Por primera vez las voces que me gritaban, las exigencias y agresiones mentales...no estaban.
¿A dónde se habían ido? Me importaba un carajo.
Sólo sé que estaba medianamente bien, antes de irme te vi, seguías dormido, tal vez soñando que un cuerpo muerto y sin vida se aferraba a ti, o un animal agresivo y lastimado se colaba en tu casa buscando refugio temporal.
Sonreí.
Tú, refugiando animales más feroces, alejando pesadillas y manteniendo a raya las sombras. Kim Dan, Kim Dan... eres... interesante.
Te deje dormir, estaba seguro que a pesar de ser yo quien peleaba, seguramente tu tenías tus propias batallas, y no puedo acompañarte en ellas... así que asegúrate de ganar y despertar. Hay otros que te necesitan...
.
En cuánto pisé el ring me aseguré de traer a todos mis demonios conmigo, los odiaba, pero lo necesitaba, sentir la presión de sus vocecillas burlonas me daban coraje e impulso, sólo que había un problema... no llegaban.
