3. Un gran dia

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La balada de los dragones

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Un gran día

Kanon observó la fecha en el teléfono móvil apenas abrió los ojos aquella bonita y soleada mañana. El día del evento en el colegio bachillerato había llegado analizando su agenda con calma ya que, bien sabía, que debería estar entregando los últimos proyectos importantes del semestre, no obstante estaba realmente cansado de la universidad y lo demandante que era.

Ni siquiera estaba medianamente entusiasmado por la ceremonia de graduación que se llevaría a cabo en cosa de tres semanas más o menos; de verdad no deseaba pensar en los exámenes que tendría que presentar de dos materias a las que no les prestó la debida atención.

—No debería perder el tiempo con eso, pero... —observó el techo por un momento dejando el teléfono a un lado— Realmente quiero verlo, me llama tanto la atención a pesar de saber que se marchará de aquí apenas termine esa actividad y tal vez no vuelva a saber de él...

Una idea de maquilaba en su cabeza, una de esas que lo meterían en problemas en cualquier momento sin embargo, no quería dejarla de lado: pedir al chico su número so pretexto de no perder el contacto y llegar a ser amigos más adelante. No era mentira si lo pensaba con calma, ser buenos amigos sería un interesante comienzo aunque fuera a larga distancia.

Por lo menos lo tendría en el radar y la comunicación sería una constante el tiempo que fuera necesario para ser allegados.

—¡Si, esa es una buena idea! Debo darme prisa para llegar apenas termine la aburrida ceremonia —se dijo sonriendo con picardía.

Un par de clases se empalmaban a lo cual no prestó importancia, lo peor que podría suceder era que tuviera que presentar exámenes a destiempo durante el verano cosa que ya había hecho antes, no lo tomaba por sorpresa pues era consciente de su propia vagancia y falta de interés por sus clases y deberes. Solo será por un rato, se dijo, ansiaba ver al chico y que este supiera que estaba ahí como uno más de la congregación.

Salió de la cama cuanto antes dirigiéndose al cuarto de baño.

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El dueño y fundador del Colegio Galard era un hombre ya mayor y de apariencia inmensa de nombre Mitsumasa Kido, quien estaba en un pódium colocado justo en una zona alta del estadio deportivo acompañado por micrófonos, desde donde dirigió unas palabras a todo el cuerpo estudiantil congregado en la estructura circular, una versión más reducida del gran coliseo en Roma.

Muchas personas continuaban ingresando en las instalaciones a pesar de que el discurso del Señor Kido estaba en progreso, Kanon estaba en medio de esa multitud observando a todas partes sintiendo nostalgia pues, hacía no mucho él también pasó por esas mismas aulas y edificios siendo el peor dolor de cabeza del Director General del colegio, un hombre llamado Shion, que solía castigarle con mucha frecuencia y quien estaba de pie al lado de Kido. El universitario sonriente tomó asiento en una de las gradas ubicadas muy arriba, lo que le permitía tener total visibilidad del campo deportivo.

Desde su posición buscó al objeto de su interés encontrándolo justo frente a él en una de las dos agrupaciones de alumnos quienes estaban acomodados de tal manera que formaban un cuadrado perfecto: a la derecha estaban los alumnos de Kido vestidos con sus trajes deportivos claros y a la derecha los chicos del colegio invitado vistiendo en tonos negros y rojos. Kanon destapó una lata de soda sin perderse ni un minuto de lo que estaba por acontecer.

—¡Ha llegado el momento de que inicie este torneo escolar que se ha llevado a cabo entre el Colegio Galard y otras escuelas amigas desde hace unos años! —El señor Kido extendió las manos hacia ambos lados levantando aún más la voz con elocuencia— El equipo ganador será recompensado con nuestro máximo galardón, pero no hagamos de esto una competencia fiera por un honor académico. Están aquí para divertirse en este torneo y que la competencia sea justa.

La balada de los dragones (Rada x Kanon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora