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Mi novio lleva unas semanas de viaje gracias al trabajo, ocasionalmente hablamos por teléfono y nos contamos el día del otro.
—Te extraño —Murmuro con una mirada triste.
Mire por un momento en silencio para luego reírme a carcajadas.
—Tambien te extraño.
Rio solo para el, con la esperanza de que sus ánimos se levanten.
—Tambien extraño más no follarte.
Para mí suerte estaba en una cafetería pero con milagro y más de Dios tenía audífonos, no tanto para mí camisa que acababa de estar llena de café. Mi novio rio a mares ante mi desastre y no pude evitar solo suspirar con ternura.
—Por favor limita ese tipo de comentarios cuando esté sola en casa ¿Que hubiera pasado si alguien lo escuchase? —cuestione. —Al menos se hubieran dado cuenta que tienes dueño.
Estaba claro que moría de vergüenza, lo peor es que no podía negarlo, el era mío y yo era de él.
Y así pasaron los días, todos los días sin falta hablaba con él, uno que otro comentario que hacía subida de tono pero que al final lo regañara.
Un día como otro en la mañana, seguía durmiendo cuando note que alguien trataba de levantarme. Efectivamente era mi novio.
Aún con los ojos y la mente nublada por el sueño, pude sentir algo grande con mis manos.
—El desayuno, amor. —indico con malicia.
Abrí los ojos ante la escena pero antes de decir algo, mi novio metió su pene en mi boca, violando cada pared y haciendo que se me saliera la saliva. El estaba de pie mientras yo estaba sentada.
Agarro mi pelo provocando que fuera más profundo. A su vez trataba de despertar mi mente ante lo caliente que estaba el ambiente.
Su mano cambió de pelo hacia el cuello llevando uno que otro pelo enredado en su mano. Está vez fue más profundo. No podía soportar lo profundo que trataba de comerme su miembro por lo que mi mano se dirigió a su muslo arañando para que diera señal de que no podía más.
La señal fue bien recibida pero lo ignoro, lo esperaba por lo que hice mi mejor esfuerzo en mantenerme. Su miembro entraba y salía provocando sonidos humedos.
Cuando estaba por venirse, embistió mi boca a lo profundo de mis cavidades. Sentí un líquido en mi boca e instintivamente me lo trague aunque no se podía evitar que uno que otro líquido pegajoso saliera fuera de mi boca repartiéndolo en mi cara.
—oh cariño ¿que haré con lo de mi cara? —pregunte. —es malo desperdiciar la comida.
Mi novio me miró fijamente con unos ojos que ardían ante la excitación.
Su boca se acercó a mi cara haciendo que lamiera su propio semen limpiando mi cara y plantando el mismo líquido en mi boca. Trague el semen con un beso acompañado de su saliva.
Sonreí ante la satisfacción lamiendo las comisuras de mis labios. Esas mañanas eran las mejores, no podía evitar preguntar que tanto hice para merecer a un hombre salvaje. Lo salvaje me gustaba, esa misma afirmación y pensamiento paso por mi mente.
—Amor mío, ahora tendrás que responsabilizarse. —declare. —Mira como me dejaste.
Me acoste a la cama y mostré mi zona para que viera lo mojada que me encontraba.
Cada acción y toque hacia notar el placer que deseaba tener después de que se lo arrebataran por semanas.
—Con gusto.
Fue lo que dijo antes de que me quitará la ropa de abajo y se me subiera encima ubicando mis dos piernas a los dos costados.
