Capítulo 8

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Con temor a las posibles consecuencias de sentarse en el escritorio, Diana decidió finalmente tomar asiento en la silla alta. "Me siento en la silla alta", dijo con cautela.

La Maestra respondió con dulzura: "Claro que sí, cariño. Pero no te preocupes, ajustaré la mesita para que te sientas más cómoda."

Cuando sirvieron el desayuno, Diana notó que consistía en una papilla junto con un jugo de manzana. Al cuestionar a la Maestra sobre la variedad del desayuno, ella le respondió de manera desafiante: "No, cariño, esto es lo que comen los niños y niñas malas como tú. Así que come, o me veré obligada a darte de comer yo misma."

Diana, contrariada pero sin otra opción, comenzó a comer. A pesar de que el sabor era agradable, cada bocado era una tortura para ella. Su boca quedó manchada con la papilla mientras intentaba terminar. Sin pensar, tomó el jugo de manzana, sin darse cuenta de que estaba en un vaso para entrenamiento, dándole la imagen de una niña pequeña bebiendo.

Finalmente, exhausta en la silla, con su boca manchada, la Maestra notó su estado y, con voz infantil, le dijo: "¡Vaya, cariño, parece que tenías hambre! Qué bonita bebé." La Maestra limpió a Diana como si fuera una niña pequeña, utilizando un tono y un trato infantil, como si se dirigiera a una niña en lugar de a una joven adulta.

Después del desayuno, la Maestra guió a los niños a la parte principal del salón y sacó varios materiales como crayones, colores, pinturas acuarelas, entre otros. "Bueno, pequeñines, vamos a hacer una actividad muy especial. Van a pintar a su mamita para que al final se lo den como regalo", anunció la Maestra. "Tienen de aquí al receso para terminar."

Diana mostró resistencia hacia la actividad, considerándola demasiado infantil. La Maestra notó su actitud y le dijo: "Vamos, pequeña, a tu mamá le va a encantar un dibujo de ella."

A regañadientes, Diana se unió a la actividad, pero al llegar a los materiales, se dio cuenta de que la mayoría ya había sido tomada por los otros niños. Lo único que quedaba era la pintura, pero lo peor era que los niños habían agarrado todos los pinceles para las acuarelas, obligándola a pintar con las manos, algo que le causaba vergüenza por lo infantil de la situación.

pd: hola soy el autor si tienen ideas para historias pueden mandar msj y las podre hacer tal vez 

La regresión de la mujer maravillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora