Sebastián Gonzales tenía terreno en Campo los Toros, ahí había un clima templado, perfecto para el cultivo del café, y él era uno de los hombres más trabajadores que Villa Rica tenía y era reconocido por ser uno de los más grandes cafeticultores de la zona junto con Cristóbal Jr. Sus cosechas ascendían de treinta a cuarenta costales de pergamino por año, así que si el año pasado había cosechado 200, este año iba a tener 240 cuarenta costales. Pero esa no era la cuenta exacta, eran más y por ello muchos le tenían envidia y las muchachas interesadas andaban detrás de sus hijos. Tenía a su mando sesenta hombres e iba a recogerlos cada tarde con tres nisanes de carga. Él y sus dos hijos mayores iban, cargaban y vendían.
Y en diciembre comenzaba a dar los primeros cerezos del café, esa tarde, Sebastián quiso ir a ver a sus trabajadores, ya entrada la tarde. Tenía que caminar por lo menos una hora para llegar a su terreno; saludó a unos cuantos y al encargado de supervisar a los trabajadores. Se llamaba Lucas, él le decía cuántos costales salía cada jornada.
—Patroncito, ¿Qué lo trae por acá? —Le preguntó humildemente mientras Sebastián Gonzales ponía una mano en su cinturón, era un hombre robusto, alto y con una mirada profunda. Su barba comenzaba a cubrir todo su rostro tostado por el arduo trabajo.
—Ah, Lucas. En mi comunidad las cosas no andan bien.
— ¿Problemas con la gente? Oí que asté va a quedar de Agente.
—Ni me lo menciones. Más problemas tendré todavía. Ahí las cosas van de mal en peor y no es por los habitantes —Se quitó el sombrero para abanicarse. Hacía calor ahí.
Eran las cuatro y media de la tarde, y en medio de aquel terreno había diez molinos para el café y una casa de madera donde usaban de bodega, aunque había una cocina y hasta dos catres. Ahí ponían todas sus herramientas, costales, canastas, machetes y una que otra escopeta. Todos dejaron de moler, algunos comenzaron a llenar sus costales, otros lo cargaron para comenzar a irse.
Algunos hasta parecían asustados, pero no por él.
— ¿Por qué parecen asustados?
—El sol, patrón —dijo Lucas viendo como el sol comenzaba a tocar la punta de la montaña— el sol se va y todos temen.
Sebastián no había entendido nada. Pero sabía que si alguien le temía a la noche era porque algo malo traía consigo. Lo sabía bien porque eso mismo sucedía en Villa Rica y por esa razón que no quería irse ahora, pero verlos correr para irse le daba cierto presentimiento.
—No hay razón para correr —Aseguró mientras algunas mujeres casi se iban corriendo con costales en sus espaldas.
—La hay patrón. Es el Xvalopat Ok' —dijo con nerviosismo Lucas haciendo de visera sus manos.
Sebastián frunció el ceño, jamás había oído de tal cosa. Quiso preguntar de qué trataba, pero antes, su trabajador se percató de algo.
—Ay, ese Ramón. Se ha quedado.
Todos se iban y Lucas se disculpó para ir a ver a su trabajador.
— ¿Qué está pasando? —Preguntó mientras iba detrás de Lucas que parecía cada vez más nervioso, la mayoría ya había desaparecido y el sol estaba por la mitad en ocultarse, no tardaría en que se quedaran ante la oscuridad y entonces Sebastián Gonzales desearía no haber dejado su cómodo Toyota que esperaba a la orilla del camino.
— ¡Ramón, apúrate! —Le ordenó Lucas a un trabajador joven que venía dando traspiés con su costal en la espalda y su canasta colgando de su cadera.
Casi llegaban a la casa y Sebastián quiso ver el estado de los molinos que estaban plantados en la tierra y le enojó ver que había café regado y todo por el miedo. Se inclinó para recoger los cerezos esparcidos por el suelo, de repente se sintió enojado.
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NAHUAL
Paranormal"En un pueblo abandonado de las manos de Dios, las leyendas toman forma de un monstruo con sed de sangre" El Nahual ha regresado, Los espíritus malignos acechan en la oscuridad, Al caer la noche, todos se esconden, atrancan bien sus puertas, guardan...