Capítulo 10

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Razorblade Romance
Pasado de Sombras

La había soñado de nuevo, en sus memorias intemporales, ella estaba aún presente, como el día que se fue para no volver...

Los ojos dorados de la pálida mujer se abrieron al blanco del techo y de su habitación acolchada. El efecto aislante de ruido le daba ciertas comodidad, desde que el amor de su vida se fuese para siempre, Edalyne Clawthorne no volvió a ser la misma.

Cierto era que había esperado años a su lado porque finalmente pudiese sacar a la Luz su relación, pero eran otros tiempos y su amada había llevado una vida heterosexual desde siempre. Al menos hasta que ella llegó a su vida.

Camila había Sido una mujer dulce, fuerte y bastante empoderada para el tiempo en el que crecieron, ya de joven era una activista muy reputada en la universidad a la que asistían juntas.

Pero también había salido con el que a postre sería su marido y el padre de su única hija. Phillip Wittebane. Un verdadero bastardo que de joven había Sido poco menos que un Black metalero bastante sádico, intolerante, homofóbico y violento. Nunca comprendió qué le vio Camila a ese maldito.

Al final, Camila comprendió, quizá un poco tarde, quien era realmente el ser con el que estaba casada dejandolo después. Así, Camila Noceda recuperó su apellido de soltera y renombrando a su hija como Luz Noceda. Phillip había bautizado a su hija originalmente con el nombre nórdico de Lyssete Brunhildegard Wittebane.

Pero Camila nunca estuvo sola, Eda la acompañó durante el doloroso proceso de separación, la pequeña Luz era aún un dulce rollito de canela de siete años.

Cuando Camila cumplió un año de haberse separado de Philip, Eda le organizó una supuesta salida a una disco para celebrar un año de libertad. Aunque en realidad fue una salida romántica que Edalyne había planeado cuidadosamente.

Cena romántica a la luz de las velas en un gabinete privado de un restaurante exclusivo, Camila no era tonta, se dió cuenta de los deseos de su amiga desde que vio el idílico lugar que le había preparado.

Una suave sonrisa de ternura se dibujó en sus labios al recordar el modo tímido en que Camila aceptó aunque con muchas condiciones y reticencias, el darle la oportunidad de cortejarla.

Una de esas condiciones era que nadie, pero absolutamente nadie podía saber que ellas estarían saliendo de ahí en adelante, nadie, mucho menos Luz. La sonrisa se desdibujó.

—Tanta vergüenza te daba reconocer que me querías... –sentenció no exenta de algo de amargura.

Si bien, al principio aquel aire de misterio, paranoia y conspiración le parecía muy interesante, pronto comenzó a adolecer de aquello, tenía que ver a escondidas a su novia y aún peor, no podía decirle a Luz, la pequeña que consideraba como su hijo, que ella y su madre eran pareja.

Quería gritarle al mundo entero que ella y Camila eran pareja, que no deseaba nada salvó estar a su lado para siempre, sin temor ni escondrijos. Quería ir con ella a muchos sitios pero el temor de la morena no les permitía salir salvo en muy contadas ocasiones y siempre con la presencia de la pequeña entre ambas.

Si bien, Eda se había vuelto muy buena robándole besos a escondidas a Camila dejándola ruborizada y con el corazón acelerado ante e atrevimiento de la mujer en aquel tiempo de cabellos aún naranja.

Cada vienes, Eda lo pasaba en casa de las Noceda, solía llegar a eso de las diez treinta u once, para asegurarse de que Luz estuviera ya dormida para tener la libertad que sólo dos mujeres adultas y enamoradas necesitaban para explorar más profundamente el significado de l palabra amor.

Camila era una amante tímida, dulce, dócil y manejable. Pese a ser la madre de la pequeña y haber Sido la esposa de un tipo por casi ocho años aún era bastante Virgen en términos sáficos, aunque Eda la guío con suavidad y ternura a explorar su femenidad, y Camila la amó como sólo ella podía atreverse a amarla.

El sexo era siempre a oscuras, siempre bajo las sábanas, siempre tratando de no hacer mucho escándalo, para no despertar a la niña. Eda no podía recordar alguna vez que Camila no tuviese que morderse los labios para no gemir más fuerte, sus jadeos eran tan contenidos y eróticos que Eda siempre deseó escuchar aquella dulce voz en el cantico gutural que el placer nos arranca cuando ha superado nuestra razón.

Y al fin pudo saborear de los melodiosos gemidos, jadeos y gritos de placer cuando la pequeña ya no era tan pequeña, de hecho, fue la primer pijamada de Luz, tenía quince años y visitaría a una amiguita de su colegio, una tal Ami no sé cuántos.

Para las adultas aquello fue un bálsamo refrescante, estarían solas todo el fin de semana, no habría que esconderse, al menos no dentro de la casa... Y a oscuras, cuando al fin estuvieron desnudas de todo excepto de sus nombres, Eda pudo arrancarle a su amada todos los gritos y gemidos que deseó a su antojo.

Aquél recuerdo le inundó el corazón de un sentimiento tan fuerte como incontenible.

Se giró de costado y guió su mano hacia su entrepierna, deslizó sus dedos por debajo del pants blanco del uniforme de interna y comenzó a acariciar de imaginando que eran los delicados dedos de la que alguna vez fuese su mundo.

Un mundo que la había dejado a solas, en la oscuridad de un manicomio a dónde se había refugiado en busca de paz tras ser abandonada por Camila.

Por Camila se enteró de muchas cosas de Philip, cosas terribles y mórbidas que podrían echarle algunos años encima si se demostraba que eran ciertas, así pues, Eda a modo de desquite había publicado todo cuánto supo por Camila de Philip y su buena banda de matones en sus años mozos.

Quema de iglesias, asesinatos, golpizas, linchamientos, asaltos y profanación de cementerios, desecracion de cadáveres y otras mil lindezas por el estilo llenaban página tras página de aquél memotreto de casi mil páginas con imágenes extraídos de diarios de la época.

Por aquellos días, Philip había recién comenzado como productor musical de metal underground y aquél Best seller, lejos de preocuparle o meterle en líos le dió una fama de ser el más extremo metalhead del pasado y repuntando su compañía como la más extrema en el mundillo underground.

Seis meses después, durante una conferencia en una universidad, a Eda intentaron asesinarla, si bien había recibido dos balas, había salido relativamente bien librada del intento homicida siendo ésto la gota que colmó el vaso y siendo también, en parte, la causa de que se hubiese recluido en un sanatorio psiquiátrico.

Ocasionalmente recibía la visita de su hermana mayor, Lilith, una consejera matrimonial muy seria y profesional en su exterior pero una burlona consumada por lo bajo, nunca aceptaría que contaba las intimidades de sus asesorados con mucho humor y picardía para su hermanita quien la escuchaba con una sonrisa que le decía a la mayor "Creía que eras mejor que ésto" aunque a Lilith siempre le dió igual, además nunca revelaba los nombres de ninguno de sus clientes, aquello si era cierto.

Últimamente había estado muybparlsnchina y enfocada en la relación de un par de chicas que estaban teniendo problemas desde todos los frentes, una fuerte inseguridad de una y un anhelo de libertad de la otra, mala combinación.

—¿Y por qué no sólo se separan y ya? –terciaba Eda.

—Tienen hijas en común, además de que son muy co dependientes, pese a que por momentos no se toleran no pueden vivir la una sin la otra...

—Patético... –pensaba Eda sin saber que estaba juzgando a la que hubiese llamado en otros tiempos "hija".

Continuará

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