Capítulo 6.

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Su esposa lo engañó con su mejor amigo. Sorprendida trato de recrear todo lo que me ha contado.

— ¿Con tu mejor amigo?

— sí, me fue infiel con mi mejor amigo. Otra noche te cuento todo lo que ocurrió, cómo los descubrí y... creo que el alcohol ha hecho que hable más, o mucho, quiero decir... apenas nos estamos conociendo.

— apenas —afirmó.

Otra sonrisa y pienso que es demasiado bonito. Se coloca de pies con cierta dificultad y hace una seña a uno de los guardias, quien asiente y desaparece entre la oscuridad.

— ¿qué has hecho? —pregunto curiosa.

— me hice amigo de él y le he pedido que me llame un taxi —responde volviendo a sentarse.

Toma el vaso que le he arrebatado y se bebe todo el contenido de tal modo que me hace pensar que es el elixir más delicioso de la vida.

— me han agradecido por lo de ayer —agrega dejando el objeto en la mesita de centro donde además hay una botella de whisky— ¿cómo está tu compañera?

— está bien, se va a tomar unos días.

Asiente y se sirve otra copa.

— y tú ¿cómo estás al respecto?

Un tanto incrédula guardó unos segundos de silencio.

— bien... quiero decir, mal por ella, preocupada y triste, pero es una mujer fuerte, sea como sea lo superará.

—¿Has pasado por algo parecido?

— no, pese a que ese tipo de situaciones suceden con frecuencia, se podría decir que he tenido la suerte de aún no experimentarla.

Vuelve a asentir y apoya su espalda en el sofá.

— Eres demasiado joven y guapa, de todo corazón que no te toque vivirlo y si ocurre, espero estar aquí para poder ayudarte.

— Sé defenderme.

Una sonrisa vuelve a aparecer en su rostro y acorta un poco las distancia al moverse hacia mi dirección para susurrar:

— dije ayudarte, no protegerte y no lo hice para que te ofendieras, sino que para que consideres que tienes un amigo.

Un poco avergonzada soy ahora yo quien mueve la cabeza de arriba para abajo al haber captado a lo que se refería y al darme cuenta de que me ha llamado guapa.

Ahora ríe.

— no te rías —lo reprendo con un puchero en los labios y golpeando su brazo con mi codo.

— me grada señorita Miel y su reacción es un poco divertida. Mañana le voy a dar las gracias a mi psicóloga por aconsejarme que salga de mi casa, ya que tuve la oportunidad de conocerte y David por presentarnos.

— ¿hablará de mí con ella?

— ¿te incomoda que lo haga?

— no, de hecho me gusta ser el centro de atención.

Eso consigue hacerlo reír más fuerte de lo que me contagio porque todo lo he dicho bromeando.

— ¿te veré mañana? —pregunta luego de recuperar el aliento y ver que Jack, el guardia le hace una seña que de seguro significa que ha llegado el taxi.

— misma hora y lugar.

— bien, entonces estaré contando las horas para volver a verte —dice coqueto y colocándose de pies— buenas noches, miel.

Miel, chocolate y fresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora